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Música - May 7, 2008

“Sones huastecos”, del trío “Dinastía Hidalguense”, un manjar musical

El talento de Anatolio
Martínez, violín;
José Gayosso, guitarra
quinta huapanguera
y voz y Juan Salomé
Sánchez, jarana y voz
Foto: Cortesía 'Discos Corasón'

Por Gregorio Martínez Moctezuma
Corresponsal Azteca 21

Ciudad de México. 5 de mayo de 2008. El tiempo pasa, pasa y pasa sin detenerse, y sólo las obras y los hechos de los hombres quedan. Esta obviedad y certeza no tendría sentido si no se contextualizara, si no se pusiera en su contexto, en el lugar y el momento histórico precisos, como en el caso del disco compacto que ahora reseño: “Sones huastecos” (Discos Corasón, México, 1996), de Dinastía Hidalguense, un trío que, como muchos en la Huasteca, se forman, cambian de integrantes y luego se deshacen sin impronta alguna. Éste no es el caso respecto de la última afirmación.

En el cuadernillo que acompaña al disco se señala que el trío se formó en 1989 y hasta el año de su grabación era uno de los más respetados. Esto sigue siendo cierto hasta la fecha, pues aún se escucha ese respeto y admiración en boca de huapangueros y huastecos que los escucharon, pero sobre todo a que tuvieron el tino o la fortuna o la buena suerte, o el destino así lo quiso, de grabar un disco en un sello que es garantía de calidad en la música tradicional mexicana. Hoy en día, hasta donde sé, el trío original se desintegró y dos integrantes, el guitarrero y el jaranero, formaron otro, también destacado, el de "La Nueva Dinastía"; en tanto el violinista, al parecer, creó otro trío con el mismo nombre original.

En fin, lo cierto es que en “Sones huastecos” nos encontramos ante una excelente muestra del talento de Anatolio Martínez, violín; José Gayosso, guitarra quinta huapanguera y voz, y Juan Salomé Sánchez, jarana y voz. Es decir, es un trío muy bien equilibrado, con más que buen dominio de los instrumentos y un balance formidable en las voces; a mí me suenan muy al estilo del triángulo de “las tres huastecas”: Hidalgo, San Luis Potosí y Veracruz. Además, hay que considerar que son grabaciones de estudio, profesionales.

Así, escuchamos versiones muy frescas y logradas de temas tradicionales: “El fandanguito”, “El apasionado”, “La rosa”, “El huauchinanguense”, “El tepetzintleco”, “El cuervo”, “El huerfanito”, “La liebre”, “La malagueña”, “El gavilán”, “La sirena”, “El bejuquito”, “La llorona” y “El caimán”. Catorce huapangos que resultan un verdadero manjar para el amante de nuestra música tradicional y que aún están disponibles en el mercado.

Con el paso de los años y con la infinidad de grabaciones de distintos tríos –nomás hay que asomarse a las tiendas de discos en Huejutla o Tamazunchale, por ejemplo–, producciones como la de “Sones huastecos” adquieren su peso específico –el de esos momentos irrepetibles y especiales en la vida–, que inevitablemente las lleva a volverse clásicas.

Comentarios a esta nota: gregorio.martinez@azteca21.com

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