“Las memorias de Juan José Gurrola”, respetan cada interjección, altisonancia o alusión sexual

El teatro de Gurrola nos habla
de muchas épocas del
teatro mexicano, en las
que propuso algo que hoy
forma parte del arte de
avanzada en nuestro país
Foto: Cortesía
Jorge Vargas/CONACULTA

Ciudad de México.- 28 de Abril del 2008.- (CONACULTA) Con su muerte el año pasado, el director de escena Juan José Gurrola se llevó a la tumba los enigmas que rodearon su propia vida, los motivos que generaron sus obras artísticas en distintos lenguajes y una genialidad imperecedera. Sin embargo, su personalidad contestataria, divertida y provocadora, permanece incólume en su libro de memorias, escrito por la periodista Alegría Martínez.

 
La edición de este libro, publicado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y Ediciones El Milagro, tiene tras de sí un trabajo periodístico de once años. Se trata de una extensa entrevista que la autora realizó entre 1996 y 2007 con incontables intermitencias. Seducido por la idea de una biografía, el artista se dio tiempo durante ese periodo, en su casa o en el teatro, para conversar a su manera de lo que le dio la gana.

El temperamento contradictorio e impredecible de Gurrola era parte del atractivo y el reto, dice Alegría Martínez. “Era un ser cambiante, sorpresivo y agradable. Fue una especie de juego saber de qué humor iba a estar cada vez que lo veía”, comenta al recordar aquellas conversaciones, que a veces comenzaban y terminaban con sólo dos preguntas, o bien se transformaban en escenas absurdas provocadas por el artista.

 

“Muchas veces llegué a su casa y no se pudo hacer la entrevista. Era muy difícil no enojarse e insistir sobre el asunto. En una ocasión llegué y me dijo: ven, vamos a ver la tele, te voy a poner una película porno. Y yo dije: bueno. Y puso la película. Lo que estaba haciendo era en realidad analizarte, burlarse de ti y ver dónde estaba tu límite de resistencia. Pero cuando él veía que ese límite era muy grande, que yo me echaba la película sin protestar, sin voltear a mirarlo, sin decir nada, era como entrar por la puerta mágica.”

 

Las memorias de Juan José Gurrola están escritas en primera persona. La periodista respetó cada interjección, altisonancia, alusión sexual y ráfaga de pensamiento que atravesó de repente la mente del director en cada conversación. “Las características de Gurrola no se podían perder, quienes lo conocieron, tienen que reconocerlo ahí mismo, con esas palabras. Yo no quise traicionar al protagonista de estas páginas”, explica.

 

Dadas las circunstancias de estas conversaciones, la selección y edición de las mismas fue un trabajo difícil. “Fue una pesadilla, muy complejo, tanto que yo creí que no lo iba a lograr. Cómo ordenar y jerarquizar una información que era siempre incompleta y fragmentada”, exclama. En efecto, Gurrola saltaba constantemente de un tema a otro: de su teatro a sus amigos, de su ego a sus confabulaciones. Voluble, se escurrió por las tangentes de la conversión para hablar de lo que a él le interesaba.

 

Con todo, el masaje cerebral a ese demiurgo del teatro, dio como resultado un texto que revela al hombre poliédrico que fue y al artista pionero y transfronterizo que muchos conocieron. En una de sus frases, dice de sí mismo: “Después de Gurrola todo arte nace obsoleto porque él ya fue y vino”. Y Alegría Martínez explica: “Creo que para él fue difícil ser Juan José Gurrola. Pero su manera de hacerlo fácil era esa: ser un provocador, ser irreverente, ser un niño grande”.

 

Si bien se tratan de las memorias del director, la autora reconoce algo de ella misma que subyace al texto. “Lo que hay de mí en estas memorias es solamente mucha perseverancia y también una manera de entender lo que él me decía, porque dentro de toda la información que me dio, dejo entrar el azar, dejó entrar el caos, tal como le gustaba”.

 

Siempre en el terreno de la espontaneidad, el también pintor y escenógrafo se revela a conveniencia en estas memorias al relatar varios pasajes de su vida. No resistió, sin embargo, la insistencia de la periodista para tratar asuntos como su niñez o su amistad con algunos personajes de la escena cultural. Por ahí desfilan Juan García Ponce, Octavio Paz, Daniel Giménez Cacho y Jesusa Rodríguez.

 

La autora, que se ha desempeñado durante varios años como crítica de teatro, dio prioridad al trabajo de Gurrola en esa disciplina artística durante sus conversaciones. Fue ahí donde confluyeron los conocimientos del artista en arquitectura, música y artes visuales. Para quien montó más de sesenta espectáculos sin una formación teatral académica, el teatro fue el lenguaje absoluto.  

 

“Los lenguajes escénicos que proponía eran fuertes y directos al subconsciente y, por tanto, más difíciles de borrar que los de otros directores. Por eso era muy efectivo lo que hacía. Él acudía al lenguaje no tanto de las palabras, sino de la imagen, de la atmósfera, de las sensaciones y la intuición”, comenta la biógrafa.

 

Y añade: “El teatro de Gurrola merece ser estudiado porque nos habla de muchas épocas del teatro mexicano en las que propuso algo que hoy forma parte del arte de avanzada en nuestro país.”

 

Más allá de esa elegante soberbia que caracterizó al director de escena, la autora prefiere destacar lo que dejó a muchos navegantes del arte en distintas generaciones: “Hay gente que no puede tener su fantasía propia y necesita treparse al barco fantástico de alguien. Él siempre tenía un barco listo para zarpar. Cómo no se iban a subir muchos”.

 

La muerte de Gurrola cortó de manera imprevista las conversaciones con Alegría Martínez. Muchas cosas quedaron sin hablarse, como las primeras décadas de su trabajo, su distanciamiento con el escenógrafo Alejandro Luna y del director Héctor Mendoza. A casi un año de distancia, la periodista evalúa:

 

“Estoy muy satisfecha con este libro porque no desistí y porque él tampoco desistió, porque fue generoso conmigo y fue generosa también su mujer. El libro se logró gracias a ambos. Hoy podría decirle: No te quedé mal Juan José.”

 

El libro de memorias de Juan José Gurrola será presentado este martes 29 de abril a las 19:30 horas en el teatro El Milagro, ubicado en Milán 24, colonia Juárez. Participarán Alegría Martínez, Raúl Falcó, David Hevia y Nora Manneck, moderados por Daniel Giménez Cacho.

 

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