Tenor peruano Juan Diego Florez impresiona en la Opera de NY para recibir una rara ovación de pie

Florez, dejó a la audiencia
de la ópera de NY
extasiada durante su
participación en la obra
de Donizetti
'La hija del regimiento'
Foto: Cortesía diverdi.com

Ciudad de México.- 22 de Abril del 2008.-  Nueva York.-Una rara ovación de pie en medio de su actuación, fue la recompensa para el peruano Juan Diego Florez, quien dejó a la audiencia de la ópera de Nueva York extasiada durante su participación en la obra de Donizetti “La Fille du Regiment'’ (“La hija del regimiento'’).
Florez quien interpretó al joven enfermo de amor, logró levantar a la gente de sus asientos en el primer acto, mientras parecía navegar con facilidad a través de sus notas al cantar el aria, “Pour mon ame'’ (“Para mi alma'’), y luego cuando cantó por segunda vez.
No obstante, al final de la noche los aplausos fueron bastante equitativos para él y para su coestrella, la soprano francesa Natalie Dessay, quien interpretó el papel de Marie, la chica del título, con una brillante actuación.
Pero hubo mucho más para aplaudir en la producción, dirigida por Laurent Pelly, cuyo turbio y burdo humor representado en la trama no impidió que salieran a relucir los sentimientos genuinos.
La obra que recrea de forma actualizada la acción desde los tiempos de Napoleón hasta la Primera Guerra Mundial, fue una sensación cuando se estrenó la temporada pasada en el Convent Garden de Londres y luego cuando se presentó en Vienna. También ha sido un éxito aquí con todas las entradas de sus ocho presentaciones agotadas.
Florez, cuya agilidad y elegancia supera a los cantantes de hoy, fue sólido mientras alcanzaba un alto registro de la nota do. Cuando terminó la repetición, parecía que muy fácilmente podía hacerlo una tercera vez.
Para el segundo acto se superó a sí mismo con el aria “Pour me rapprocher de Marie'’ en que expresa su amor por Marie y su tristeza ante la posibilidad de perderla.
Dessay también fue una maravilla mientras revoloteaba con los soldados en el regimiento, correteando alrededor del set. En el segundo acto cuando regresa a una vida de lujos, forzada a abandonar sus pantalones y sujetadores, transmitió la infelicidad vestida con un pálido traje azul.
Uno de los momentos en que hizo estallar las risas fue cuando mostró su exasperación en una escena en la que toma una lección y se resiste a los intentos de aprender a interpretar una aria elegante, y que invariablemente siempre terminaba entonando como una canción militar.
Ambas estrellas hicieron despliegue de una encantadora química que hizo el inevitable final feliz mucho más que satisfactorio. (Agencias)

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