Sergio Pitol, un clásico contemporáneo y su obra el caudaloso río que los lectores debemos disfrutar

Un sonriente Pitol, muestra
la medalla ante el
aplauso de la concurrencia
y Carlos Monsivaís
Foto: Cortesía
Arturo López/CONACULTA

Ciudad de México.- 31 de Marzo del 2008.- (Alfredo Camacho/CONACULTA) El maestro Sergio Pitol llegó en silla de ruedas al Palacio de Bellas Artes, pero subió al escenario de la Sala Manuel M. Ponce por propio pie. Arriba lo saludó una nutrida y prolongada ovación que le tributaron sus pares, autoridades culturales, familiares, amigos y lectores que abarrotaron el palacio de mármol, mientras muchos otros se conformaron con verlo a través de pantallas gigantes colocadas en la explanada.

 

Teresa Franco, titular del INBA, fue la encargada de aclarar el motivo del singular encuentro: “En nombre del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y del Instituto Nacional de Bellas Artes, es para mí un honor, maestro Sergio Pitol, hacerle entrega de la Medalla de Oro de Bellas Artes, no sólo para festejar sus 75 años de vida sino, sobre todo, en reconocimiento a su invaluable aportación a la literatura mexicana”.

 

Emocionado y sonrojado, el autor de El arte de la fuga, feliz ante el acontecimiento, aseveró: “Muchas gracias a Teresa Franco, a los amigos que hablaron de mi persona y de mi obra, pero también doy gracias al público aquí presente, entre los que debe haber lectores que se toman la molestia de leerme”.

 

El aplauso parecía interminable para el escritor, traductor y diplomático mexicano, poblano por nacimiento, veracruzano por destino y viajero incansable del mundo, cuya discreción raya en la timidez, y que contrasta con la grandeza de su obra y sus valiosas traducciones de autores como Henry James, Joseph Conrad, Robert Graves, Jane Austen, Witold Gombrowicz, y escritores rusos antes desconocidos en México como Alexander Zeromsky, Kazimierz Brandys, Jerzy Andrezjewski y Bruno Schulz.

 

Ante Enzia Verducchi, responsable de la Coordinación Nacional de Literatura del INBA; Margo Glantz, Carlos Monsiváis, Mario Bellatín, Álvaro Enrigue y Rosa Beltrán, quien leyó un texto enviado por José Emilio Pacheco y los escritores participantes en el homenaje, Teresa Franco subrayó: “Sergio Pitol es un clásico contemporáneo; más allá de reconocer la trayectoria de uno de nuestros mayores escritores, el Instituto quiere invitar a los lectores a entrar en contacto con sus cuentos, novelas y ensayos”.

 

Evocó así el verano de 1961, cuando el homenajeado abordó un buque alemán en Veracruz con destino a Europa: “Pitol, homo viator, que llevaba por equipaje un conjunto descomunal de lecturas y una voracidad insaciable, dedicó casi tres décadas a un viaje devocional; durante su largo peregrinaje se consagró a las letras como un oficiante y acumuló aventuras editoriales como la creación de la colección Heterodoxos de Tusquets”.

 

Asimismo, prosiguió Teresa Franco: “Un breve pero intenso periodo en la editorial de la Universidad Veracruzana y en su revista emblema La palabra y el hombre; desempeñó varios cargos en el servicio diplomático, como el de embajador de México en Checoslovaquia y, por si fuera poco, escribió infatigablemente y realizó traducciones por decenas”.

 

La titular del INBA abundó que El arte de la fuga lo convirtió en un clásico contemporáneo, con esa obra dio inicio a su más reciente conjunto de títulos, que ha dado en llamarse La trilogía de la memoria.

 

Y concluyó: “La referencia viene a cuento pues la obra de Pitol no sólo está cimentada en su nutrida imaginación; es rica no sólo por haber creado una compleja edificación en la que pasadizos, salas y cámaras nos traen toda clase de resonancias. Habitan en sus libros, transustanciados, engullidos o mimetizados, centenares de autores, paisajes, rutas, ciudades y países. Su obra es una perpetua reflexión sobre la literatura”.

 

Rosa Beltrán, responsable de Literatura de la UNAM, dio lectura a cinco décimas que José Emilio Pacheco envió ex profeso para el homenaje, en las que rinde tributo a la grandeza de la obra de Sergio Pitol.

 

Álvaro Enrigue habló sobre el mapa de un canon irrompible de la literatura mexicana. “Pero con la aparición de El arte de la fuga, un libro fundacional, el encanto del cometa rompería para siempre el mapa. Es el relato que explica todos los relatos ocurridos a su alrededor; es la literatura vista no como una certeza sino como un misterio. La literatura es el espejo donde lo privado se vuelve simbólico”.

 

Mario Bellatín contó una bella anécdota sobre la medalla del Premio Cervantes que recibió Sergio Pitol y que posteriormente se transformó en un texto del mundo chejoviano del maestro Pitol.

 

En su oportunidad, Margo Glantz abordó la estadía del escritor en Praga, “la ciudad laboratorio  donde dio vida a diversas novelas que le otorgaron a su escritura un giro carnavalesco”.

 

Carlos Monsiváis, con su habitual sentido del humor, cerró con broche de oro: “Hay aquí tantos amigos, que ya no caben los enemigos”. Y ya en serio aseveró que se trataba de una reunión sorprendente de lectores y editores”.

 

En un rápido recuento de una entrevista que le hizo a Pitol en fechas pasadas, el cronista dio cuenta de la excelsa vida y obra del homenajeado; sus viajes, pasiones, gustos. Y lo compara con Alfonso Reyes como “el maestro de la levedad; el mago de Viena, cuya prosa es espléndida”.
      

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