“Ojos de juventud”, de María Elena Ramírez o la vida que me tocó vivir

Utilizando fragmentos de
canciones, la autora nos
va revelando los usos
y costumbres de una
familia venida a más en
la ciudad de México
de los años 40's
Foto: Cortesía Azteca21

Por Gregorio Martínez Moctezuma
Corresponsal Azteca 21

Ciudad de México. 19 de marzo de 2008. Después de muchos años de amante de los libros y una respetable biblioteca vendida por azares de la vida, no he perdido la costumbre de visitar librerías y perderme durante algunas horas en sus estantes, desempolvando libros, hojeando sus páginas, olvidado del mundo y sus problemas. Tampoco dejo de adquirir algunos ejemplares, a pesar de la falta de espacio para guardarlos y de la falta de tiempo para leerlos.

 

Así, el viernes 14 pasé unas horas al lado de mi amigo Laurentino Tapia, dueño de la librería “Las Américas”, una de las pocas que aún venden libros usados fuera del Centro Histórico de esta ciudad, es decir, como las conocemos en México, es una “librería de viejo”. Asimismo, se puede conversar con él, un verdadero bibliófilo. Como él dijo, nuevamente pasamos algunas horas tratando de arreglar el mundo. En fin, para no hacer el cuento largo, en su librería puedo bucear entre los miles de títulos y escoger los de mi agrado o interés.

 

Así sucedió con “Ojos de juventud”, un libro que es una verdadera rareza por varias razones. La primera es que es, supongo, una edición de autor; la segunda, que se deriva de la primera, es que su edición fue sólo de cien ejemplares, y la tercera es que fue escrito por una mujer que no se dedica a la escritura, es decir, como ella lo anuncia en la primera página, una mujer lectora de siempre que tenía la costumbre de llevar un diario y decide escribir un libro.

 

Y, por esos azarosos caminos de la vida que comentaba líneas arriba, ese libro llegó a mis manos. Me atrajo porque su portada está adornada con un signo musical, como si presagiara su contenido; imaginé que éste quizás sería algo parecido al de ese delicioso librito de Pável Granados “Apague la luz y escuche”. Además, costaba veinte pesos y está dedicado a una amiga de la autora cuyo nombre no mencionaré. Por último, vi que era primera edición y que sólo había cien ejemplares.

 

Lo revisé someramente y advertí que no parecía de especialista, pero sí que hablaba de la ciudad de México –y otros temas–. En fin, lo compré; quizás podría depararme alguna grata sorpresa. Y, en efecto, así fue. La autora señala al inicio que su libro “no es una novela, tampoco una autobiografía”, pero sí una mezcla de los dos géneros. Quizás, sin rimbombancia ni pretensiones falsas, se aproxime más a las memorias.

 

En realidad, se trata del relato de la historia de dos familias –o más– desde el punto de vista de la autora; también es la vida de ésta en pocas páginas. Lo cierto es que “Ojos de juventud” es un disfrutable paseo por la vida de una mujer sensible e inteligente que es producto de su época y que, tal vez, a través de la escritura, palia alguna frustración. Sin ser una Dulcinea no alcanza a ser Emma Bovary.

 

Así, utilizando fragmentos de canciones –de ahí la portada que induce a error, pero que no deja de atraer a los interesados en la música–, la autora nos va desvelando los usos y costumbres de una familia venida a más –creo yo– en la ciudad de México en una etapa que, infiero, transcurre de finales de la década de los cuarenta y llega hasta finales de los sesenta. Y es que la cronología no resulta muy clara en su relato, además se pierde uno en el abundante ramaje familiar; lo cual confirma que la autora escribió el libro para sus familiares y conocidos, que ya comparten con ella algunos datos y anécdotas previos.

 

Así, “Ojos de juventud” vendría a ser las memorias inconclusas de una mujer mexicana de clase media baja, nacida en los años cuarenta, devenida en profesionista y clasemediera, que narra, calculo, a los cincuentaitantos años su vida en este libro, el cual resulta muy interesante, contra su pensar, pues decía que no creía en que resultara de mucho interés. Éste proviene de ser un fresco de la forma de vida y educación familiar y sentimental de la mujer mexicana de mediados del siglo XX, así como de algunos aspectos arquitectónicos y sociales de la ciudad de México, narrados ágil y amenamente, sin pretensiones literarias. Un capítulo suelto de los estudios de género en nuestro país y un excelente material de estudio para los sociólogos o antropólogos de la cultura.

 

“Ojos de juventud”, de María Elena Ramírez, se editó en 1998 en San Pedro de los Pinos, en los talleres de Solar, Servicios Editoriales, y tuvo un tiraje de cien ejemplares.

 

Comentarios a esta nota: gregorio.martinez@azteca21.com

 

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