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Libros - March 10, 2008

“Rescoldos”, poemario amoroso de Bertha Balestra

Poemas donde Balestra intenta
sanar las heridas del amor
correspondido, pero que,
sin razón aparente,
desaparece de improviso
Foto: Azteca 21

Por Gregorio Martínez Moctezuma
Corresponsal Azteca 21

Ciudad de México. 10 de marzo de 2008. La casualidad, dice Bertha Balestra en “Rescoldos”, poemario de su autoría, “es ninfa favorita del destino”. Yo no sé si esta aseveración sea cierta, lo que sí sé es que por ella, por esa ninfa inescrutable, cayó en mis manos ese libro suyo. Y también por la generosidad de un amigo, al que llamaré A, pues desde que lo conozco –¿seis, siete años…?– no ha hecho otra cosa que mostrarme su amistad y enseñarme que ser sencillo es una cualidad en apariencia fácil de alcanzar.

A Bertha Balestra no tengo el gusto de conocerla personalmente, aunque sí tuve la oportunidad de deslumbrarme con una novelita lúcida y transparente, esencial, “El pez de alabastro”, hace ya algunos años. Desde ese día, admiré su quehacer literario; por eso ahora quiero hacer algunos comentarios respecto de las cenizas que el amor y el deseo dejaron en su alma o en la de su amiga Helena.

Seguramente, la autora –hasta donde sé reside en Metepec, Estado de México– navega mejor en la prosa que en el verso; indudablemente su quehacer literario se ha inscrito en la historia de la literatura mexiquense contemporánea, posiblemente, infiero de un breve texto introductorio de este poemario, la impronta del amor laceró el alma de su amiga Helena –que mucho suena a álter ego– y la obligó a traducir ese sentimiento en versos libres, en palabras que buscan desentrañar lo insondable, en frases luminosas que no logran convertirse en mariposas, pero perecen siendo hermosas crisálidas…

Sin embargo, en los 29 poemas que integran “Rescoldos”, el lector se vuelve testigo del periplo de la autora en busca de la redención del amor, del que no pide ni exige, del que es entrega absoluta que sólo pide tener cercano al ser amado, por el que vive en su presencia y languidece en su ausencia.

Para intentar salvar del amor y del olvido a Helena, Bertha Balestra inicia un diálogo con las palabras y va tejiendo sus poemas en busca de deslindar el amor carnal del ideal o, más bien, intenta dotar de trascendencia a un amor cuasi perfecto que perece en la pareja y sigue vigente en la amante por la súbita desaparición del “muso”.

En ese intento hace uso de recursos tipográficos más que retóricos o lingüísticos, pesando más en ella “la realidad” que la “imaginación poética”, más la prosa que la imagen; no obstante, logra algunos poemas rescatables y dignos, como el de “Llanto inútil”: “No han servido las lágrimas para apagar el fuego/ secas/ cubren con sal/ los rescoldos/ que arden una y otra vez/ al removerlos” o “Perjurio”: “Afirma y firma/ en mi diario/ antes de irte/ que fue amor en ti también/ aquel momento/ instantáneo eclipse/ inevitable cruce de caminos/ di que fuimos/ un punto fulgurante/ a la mitad/ del tiempo y el espacio”. Poemas impregnados de un lirismo que los aproxima al bolero.

En resumen, Balestra intenta sanar las heridas del amor correspondido, pero que, sin razón aparente, desaparece de improviso y deja sin razón de vivir a la amante, a la dadora de amor, a la renunciadora a todo, a la que vive para y por el amor, todo esto mediante el bálsamo de la poesía, es decir, de la literatura, a la que está dedicada desde hace años la autora.

Con diagramación y diseño de Bonobos Editores, “Rescoldos”, de Bertha Balestra, se imprimió en Toluca en noviembre de 2006 y tuvo un tiraje de 500 ejemplares.

Comentarios a esta nota: gregorio.martinez@azteca21.com

Libros de poesía mexicana: www.vialibros.net

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