Devuelven belleza al Ex-Convento Franciscano de Santa Ana, en Tzintzunzan, Michoacán

En el interior del convento
actualmente se pueden
apreciar frisos del siglo XVI
y pintura mural del siglo XIX
Foto: Cortesía
Héctor Montaño/CONACULTA

Ciudad de México.- 26 de Febrero del 2008.- (CONACULTA) Al caminar por los jardines del ex Convento Franciscano de Santa Ana, en Tzintzunzan, Michoacán, uno se adentra en un ambiente flanqueado por una serie de viejos troncos de olivos que nos dan la sensación de estar en la época en la que las procesiones y los rituales al aire libre eran cosa de todos los días.

 

El edificio perteneciente a la orden de los Franciscanos que data del último tercio del siglo XVI y primeros años del XVII, es hoy objeto de intervención por parte de especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), quienes le devolverán su belleza original.

 

Se harán trabajos de consolidación y de rescate en puntos específicos como la fachada de la Tercera Orden, la entrada del templo principal de San Francisco y en el templo de la capilla al aire libre de la Soledad, donde ya terminaron los trabajos, mencionó en entrevista Lizbeth Aguilera Garibay, directora del Centro INAH Michoacán.

 

De acuerdo con las autoridades estatales del Instituto, los trabajos siguen en proceso y están avanzados en un 40 por ciento, se espera que concluyan en junio próximo.

 

Solo estamos a la espera de que se adjudiquen los recursos y una vez que contemos con éstos la idea es terminar a mediados de año; serán cerca de 300 mil pesos el monto destinado para cada uno de los sitios que se trabajarán, agregó la funcionaria.

 

Destacó el hecho de una donación que hizo la comunidad de 5 metros cuadrados de terreno en la parte sur del ex convento. Anteriormente, dicha porción territorial pertenecía a los lugareños por lo que, para consolidar completamente el edificio, se procedió a negociar con los donantes para implementar procedimientos que dieran una vista uniforme a la edificación.

 

En la capilla abierta y en la fachada del templo se pueden apreciar elementos distintivos del siglo XVI como la concha bautismal, altos relieves y querubines. En el caso del templo de Santa Ana, se modificó la techumbre original que era de madera y teja como es costumbre en las construcciones de la región, y se realizó una bóveda de concreto armado.

 

La historia de las capillas al aire libre resulta particular. Si bien en tiempos prehispánicos los actos rituales de nuestros antepasados a sus dioses se realizaban en espacios abiertos, con la evangelización se convirtió en un problema al que los sacerdotes debieron enfrentarse.

 

El asunto era desarrollar estrategias que permitieran atraer a los evangelizados hacia los templos. Para esto, se construyeron las capillas abiertas para que los espíritus conquistados llegaran confiados a escuchar el principal acto ritual de la iglesia católica, la misa. Posteriormente se trasladaron dichos actos al interior de los templos.

 

Debemos entender por ex convento al conjunto en su totalidad, conformado por una barda atrial que lo delimita, el atrio, referente al espacio abierto, una cruz principal que hasta la fecha se conserva en la mayoría de estos espacios, el templo y el claustro.

 

Además de los trabajos que se han realizado hasta la fecha, se tienen en puerta intervenciones en los alfarjes de las cuatro esquinas del edificio los cuales son entrepisos que mantienen una doble función, tanto de piso como de techo. Estas piezas son de origen árabe y, en este caso, se encuentran pintados de diferentes colores, lo que hace referencia a los cuatro puntos cardinales o elementos de la naturaleza: aire, agua, fuego y tierra.

 

En el interior del convento actualmente se pueden apreciar frisos del siglo XVI y pintura mural del siglo XIX; además, se encuentra una placa en el acceso a la iglesia donde se menciona textualmente que, según la tradición, en ese sitio se celebró, por primera vez en Michoacán, el santo sacrificio de la misa.

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