
Xichú era una fiesta ese domingo
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Cartel que con su colorido
programa promete fiesta
y música de la tierra, en
un pueblo pintoresco
rodeado de cerros
Foto: Gregorio Martínez M./Azteca 21
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Por Gregorio Martínez Moctezuma
Corresponsal Azteca 21
Ciudad de México. 27 de enero de 2008. La tarde del domingo 30 de diciembre de 2007 un aire festivo recorría las calles xichulenses. El camión serrano nos había dejado en la entrada de Xichú, unos 100 metros adelante del Mirador, donde hay un carro antiguo y desde el cual se aprecia el pueblo rodeado de cerros, en un estrecho valle; también de ahí se puede descender directamente al jardín municipal por unos escalones de cemento. Sobre la carretera, hay letreros informativos: “Conca 85 km”, “Atarjea 90”, “Río Verde 145”, “Jardín Principal”, “Presidencia Municipal”… Enfilamos hacia el pueblo, a la izquierda de la carretera. Varias personas estaban en las esquinas, mirando con curiosidad a los recién llegados, que bajaban sonrientes del camión. Una capillita redonda, con una Virgen de Guadalupe y un Juan Diego arrodillado, da la bienvenida a los visitantes. Al cruzar un puente, se aprecia el río, cuya agua aún se ve transparente y se adivina fresca, aunque la corriente era poca y destacaban enormes piedras redondas en su lecho. En las orillas, restos de basura, muestra de la indolencia humana.
Mientras bajábamos al pueblo, nos dimos cuenta de que varias calles aún conservaban los adornos navideños y de que éste ya no es un lugar aislado ni dejado de la mano de Dios. Un automóvil tenía pintada las frases: “Sarita, reyna –sic– de Xichú” y “Contigo sí”. Una lona impresa del PRD invitaba a la gente a participar: “Las puertas del partido están abiertas para ti”, precisamente afuera del comité municipal . Metros más adelante están las oficinas municipales del PRI; casi en el “centro”, las del PAN. Hay todo tipo de comercios (farmacia, papelería, zapatería, cafetería, restaurantes, Internet, abarrotes y ultramarinos, caseta telefónica…) e incluso varios hoteles (Minas, La posadita, Cristal, Pancho Villa…), que, por supuesto, están ocupados en su totalidad. En algunas puertas de comercios hay vistosos carteles del 25 Festival del Huapango Arribeño y de la Cultura de la Sierra Gorda. En las banquetas hay puestos de discos y películas piratas, pan de huevo, ropa, hebillas, sombreros, navajas, hierbas para “el mal de orina”, utensilios para sembrar, herramientas, tacos, juguetes y baratijas de toda especie. Es una explosión de color toparse con un vendedor que impulsa su carrito con enormes rebanadas de fruta, sobre todo de sandía. También es una delicia ver uno del cada vez más escaso quiote. Un detalle: las fachadas de concreto de las casas han desplazado a las de adobe, casi desaparecidas.
Arribamos al jardín siguiendo la calle principal, que dobla a la izquierda para regalarnos la vista de un quiosco idílico, bancas en los pasillos adyacentes y una fuente octagonal sin agua. A un costado, la amplia e imponente iglesia de san Francisco, patrono del pueblo. En una jardinera estaba el indispensable Nacimiento de Jesús, con grandes y bellas figuras de yeso. A unos metros del suelo y en toda la plaza, de hileras de lazos penden figuras de papel picado (que en este caso son de plástico multicolor), tales como huapangueros, guitarreros, guitarras; otros con la frase “Viva el huapango”. En el quiosco está montada una exposición fotográfica de Moisés Monroy centrada en las manos de los huapangueros. Por el jardín y el atrio o explanada se pasean mojigangas animadas por niños. Otros infantes platican y juegan sobre los tarangos –hecho de madera, es el lugar de los músicos que participarán en la topada tradicional, a unos dos metros y medio del piso– aún desnudos. En medio del jardín hay un arco con una placa en cada lado, una de ellas da cuenta de la vida de un insurgente xichulense, la otra cita un decreto por el que ese lugar se llamará como él: Plaza Fernando Rosas.
Enfrente del quiosco está la presidencia municipal, en cuya fachada aún se alcanzaba a distinguir un letrero a base de escarcha y luces: “Feliz Navidad Próspero 2008”, la mitad del cual fue tapado por la lona colorida del festival colocada como escenografía. Varios hombres trabajan en la instalación del escenario; a un lado, Alejandro Montaño, bajista de Los Leones de la Sierra de Xichú conversaba con unos amigos. En la contraesquina de la presidencia está “el sindicato” (especie de casa de cultura u oficinas administrativas del municipio); ahí mismo, pero en el aire, destacaba una manta con la leyenda “Expo Venta Artesanal Regional Xichú 2007”. Al fondo de esa calle estaban los baños. Por cierto, había puestos de gorditas, de miel y sus derivados, y jipitecas vendiendo colguijes y demás “artesanías”. Un par de caballos de fantasía y unos sombreros de charros esperaban a los niños de rancho para tomarse con ellos la foto del recuerdo.
Ingresamos al local del sindicato. Es una amplia galera; a los lados hay hombres, mujeres y algunos niños acostados sobre cobijas en el suelo, descansando; son los músicos de la Banda de Tlayacapan, Morelos, dirigida por Cornelio Santamaría. Al fondo, en sendas columnas, están los retratos de Miguel Hidalgo y Benito Juárez; casi a sus pies hay una ofrenda en honor a los huapangueros ya fallecidos: fotos, veladoras, carteles de festivales anteriores, una guitarra al centro con el cartel actual.
Empiezan los encuentros con gente conocida: Nacho del Río Ramos, de los Soneros de México; María Inés Ochoa acompañada de su hijo y de su esposo; Hebe Rosell y Guillermo Briseño; los hermanos Aparicio Hernández, del trío Cenzontle, de Huauchinango, Puebla; Aidée Balderas, Arturo Castillo Tristán y su esposa, la maestra Blanca, promotores de la cultura y el son huastecos; Anastasia Guzmán; Ramón Sánchez, Alexis Díaz-Pimienta… Pero también el aire comienza a tornarse frío, por lo que debemos buscar un sitio para pernoctar. Afortunadamente, alcanzamos un cuarto “doble” en la casa de una anciana xichulense (200 pesos por día, caro, pero…) que esos días de fiesta renta sus habitaciones a los visitantes que no alcanzan hospedaje en los hoteles del pueblo. Ya hecho el trato (y el pago por anticipado), nos disponemos a prepararnos para el programa artístico de esa noche, que promete estar de lujo, pues habrá talento nacional y extranjero, destacando la presencia de la Banda de Tlayacapan, Rocco –de La Maldita Vecindad, con su proyecto Cyber Pachukote Sound System–, decimeros como el cubano Alexis, el canario Yeray Rodríguez y dos integrantes de la emblemática orquesta puertorriqueña Mapeyé, Tony Rivera y Roberto Silva, entre otros. Había que apurarse, pues el inicio estaba anunciado a las 19 horas y no podíamos perdernos esa gran fiesta.
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