José Limón, un símbolo de pasión, fuerza y dedicación y uno de los mejores bailarines de su época

La 'Compañía de Danza
José Limón' que dirige la
coreógrafa e investigadora
estadounidense Carla Maxwell,
ofreció un espectáculo
dancístico de primera calidad
Foto: Cortesía
Jorge Vargas/CONACULTA

Ciudad de México.- 16 de Enero del 2008.- (Homero Bazán/CONACULTA) El legado artístico de José Limón no puede quedar en el olvido. Las nuevas generaciones deben nutrirse de su obra, sus investigaciones acerca del cuerpo, los entramados símbolos contenidos en sus coreografías. Sin olvidar la pasión, fuerza y dedicación que en vida sostuvo por el hecho dancístico, que lo convirtió en uno de los mejores bailarines de su época.

Así se expresó la coreógrafa Guillermina Bravo, quien coincidió con el discurso de sus colegas Evelia Beristáin, Josefina Lavalle y Lín Durán, distinguidas la noche del 19 de enero en el Palacio de Bellas Artes con la medalla INBA-José Limón, presea entregada por Sergio Vela, presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.

Del mito e institución en que se ha convertido José Limón, hay que recordar al hombre, al intérprete que desbordaba toda su pasión en el escenario, al artista comprometido con la edificación de una obra personal adelantada a su tiempo, sin olvidar al niño curioso que durante toda su vida estuvo enamorado de la cultura mesoamericana, en especial la que floreció en tierras mexicanas, afirmó Guillermina Bravo, quien junto con sus compañeras fue ovacionada por la comunidad dancística con un aplauso que se extendió por varios minutos y encontró eco en la gran caja sonora del principal recinto de las artes escénicas de nuestro país.

Durante la ceremonia, en la que también estuvo presente María Teresa Franco, directora del Instituto Nacional de Bellas Artes, se develó la placa conmemorativa de los 25 años del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Danza José Limón (CENIDI Danza).

Asimismo, fue reconocida por su labor en la innovación coreográfica y por su trabajo en investigación Isabel Beteta, quien recibió el Premio Nacional de Danza José Limón, por su dedicación durante varios años al frente del Centro Cultural Los Talleres, espacio dedicado a la formación y perfeccionamiento técnico de nuevos intérpretes.

También fue reconocida Martha Bracho, promotora de la danza en Sonora, además de Pilar Medina, considerada como una de las herederas del legado dancístico de los grandes coreógrafos mexicanos. Lidya Romero fue condecorada también por su trabajo al frente de grupos independientes de danza contemporánea en México.

En el terreno de la divulgación cultural de la danza, Guillermo Maldonado recibió una distinción por su trabajo docente de varias décadas y Alberto Dallal recibió una presea como investigador y crítico de los nuevos movimientos coreográficos. En este rubro fue concedida una mención especial al director del Festival Internacional de Danza José Limón, Héctor Chávez, quien desde hace dos décadas se ha dedicado a proyectar nuevos grupos y compañías mexicanas.

Después de la entrega de reconocimientos, la Compañía de Danza José Limón, que dirige la coreógrafa e investigadora estadounidense Carla Maxwell, ofreció un homenaje dancístico con  la Suite de una ofrenda coreográfica, obra que fue ejecutada por primera vez el 15 de agosto de 1964 en el American Dance Festival de New London, Connecticut, por la misma Carla Maxwell, quien fuera una de las principales alumnas del coreógrafo.

También se ejecutó la pieza para solistas El traidor, considerada una de las creaciones de José Limón que más esfuerzo físico y precisión técnica exige a los ejecutantes. La presentación fue celebrada con aplausos espontáneos por parte de bailarines y coreógrafos presentes

Finalmente, fue presentado un fragmento de la obra Salmo, en la que José Limón abordó una historia épica como crítica a los sistemas totalitarios y a la injusticia en el mundo. Los bailarines de la Compañía de Danza José Limón interpretaron a los “36 hombres justos” de las tradiciones del Viejo Testamento, creando un emotivo final para este espectáculo con el que concluyeron las celebraciones por los 25 años de existencia del CENIDI Danza.

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