Más vale paso que dure, que trote que canse…
COSAS VEREDES MIO CID
Roberto Montes Vázquez
Más vale paso que dure, que trote que canse… Las sentencias de los dichos populares y los refranes, de alguna manera sintetizan sabrosamente el complejo entramado de la sociedad mexicana. Dice Herón Pérez Martínez que un refrán sanciona las cosas que más importan a una comunidad. Por su carácter popular, un refranero es como una lengua cuyo léxico refleja los intereses de un pueblo, acuñando textos que emiten la opinión del grupo en torno a una situación que tiene importancia para el grupo humano. Todo lo anterior porque los héroes de la patria, los honorables diputados que representan coronados con los laureles de gloria, al pueblo: están fatigados.
Y no es para menos, después de la madriza de la toma de protesta del que bajaron del tapanco y por poco lo bajan del estrado; de tener agujetas para tener el brazo alzado para aprobar los aumentos de los raquíticos emolumentos que devengan por aguantar mentadas de la gente, mocasines o choclos nuevos que aprietan más que las correas de los huaraches, camisas de cuello y corbatas, regaños de los coordinadores, al refinado estilo de Kamel Nacif, por la lentitud en el uso del sistema electrónico que no cualquiera maneja, para la aprobación de la Ley Televisa, la Reforma a la Ley del ISSSTE, con la amenaza del que dicen amigo de Sucar Kuri y protegido de la maestra más fea del ejido. Y luego lo enredado de la Ley del IFE, quesque p’a que donde aprieten chorreé miel y ni hablar de la Reforma Fiscal que daba risa de ver al Secretario que por donde lo vean es redondo. Y de refilón, la Reforma Constitucional en materia de justicia penal y seguridad pública, p’a que se alivianen los chómpiras que la quiebren.
Por eso, ante el cúmulo de trabajo y responsabilidades, aunque dice la raza que también porque algunos panistas que no niegan la cruz de su parroquia, se encontraban agobiados por los sumos del alcohol. La Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados difirió hasta la primera semana de febrero la designación de los tres nuevos consejeros del Instituto Federal Electoral (IFE), incluido su presidente al que ya el Hugo Valdemar, del PRD, le había cantado Diciembre me gustó pa que te vayas.
Lo que está de pelos, dijo un calvo, es lo que afirma el estupendo columnista Carlos Fernández Vega, en el periódico La Jornada: Es inverosímil que a escasas tres semanas y medias de que el campo mexicano oficialmente reciba su certificado de muerte, el Senado apenas «evalúe la posibilidad» –ni siquiera lo da por hecho– de revisar la citada apertura, en una perspectiva en la que México tiene todo que perder y sus asociados en el TLC, especialmente Estados Unidos, todo que ganar, en un capítulo más donde lo último que se cuida (si es que ello sucede) es la seguridad nacional, porque suponer que el sector alimentario no es estratégico ni forma parte de esa agenda, es no tener la menor idea de lo que sucede.
¿Qué harán en 25 días (cinco en realidad, porque ya viene el infranqueable Lupe-Reyes) para articular una política coordinada que evite el colapso? Quién sabe, sobre todo cuando los propios senadores que «evalúan la posibilidad» advierten que el campo nacional está condenado a desaparecer si no se revisa inmediatamente dicho apartado del TLCAN, especialmente en su capítulo de maíz, fríjol, leche y azúcar.
Dice Fernández Vega, que desde que se firmó el TLC son quince años de resultados aterradores pero, a 25 días del estallido, en el Senado apenas «evalúan la posibilidad» de revisar el capítulo agropecuario del TLCAN, aunque llevan ventaja, porque en Los Pinos ni siquiera eso. Yo consigno lo que dice la raza cervecera y mordaz a cerca de lo que atrae la posible preocupación de Los Pinos y es la discrepancia que ya propició otro pájaro nalgón, aparte de Hugo Sánchez, porque el Latín Lover, que ya también se dice encarnación de la Patria, anda haciendo pucheros porque ponen en duda la autenticidad de sus nalgas. Esperemos en Dios que no se le ocurra a Max Correa que le llame Felipito.
Giancarlo Livraghi, escribe: Un antiguo proverbio dice «chi va piano, va sano e va lontano» («quien va despacio, va lejos y va sano»). Creo que nació en un mundo antiguo y agrícola, donde el tiempo estaba dictado por el ciclo de las estaciones. Para los campesinos el único medio de transporte eran los pies; y quien podía disponer de un caballo o de una carroza tampoco iba muy lejos, respecto a lo que podemos hacer hoy, y le tomaba una infinidad de tiempo. El trabajo en los campos era pesado. El horario era del alba al crepúsculo, seis días a la semana (si es que descansaban los domingos). Un poco menos pesado en el frío del invierno, cuando hasta las plantas descansan; agotador en verano. ¿Podemos o deseamos regresar a esa era bucólica? Creo que no. Pero no es un buen motivo para vivir obsesionados por la prisa.
Pero los campesinos, cuando andan en la melga, dicen: Caminando y miando, p’a no hacer hoyo…