Inversión más productividad

POR LA ESPIRAL
Claudia Luna Palencia

-Inversión más productividad
-Planade: visión humana y sustentable
-Del asistencialismo a la rentabilidad

    El Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012  mira al largo plazo  remarca que, para llegar con mejores oportunidades dentro de dos décadas, habrá que remover muchos vicios y trabajar por una política más incluyente y equitativa.
    Después del 7% de crecimiento anual prometido y nunca alcanzado como  meta de la anterior administración, en la actual la proyección es más modesta tomando en cuenta los alcances nacionales y sobre todo el escenario internacional: “El crecimiento de la economía mexicana será, en promedio, de alrededor de 3.5% por año, lo que implica un incremento per cápita cercano a 2.4 por ciento”.
    Como lo reconoce el propio texto del Planade, publicado en el Diario Oficial de la Federación, de mantenerse un  PIB promedio del 3.5% anual a México le tomaría 30 años duplicar el nivel de ingreso por habitante. Por ende, se perfilan una serie de estrategias con la finalidad de llevar el crecimiento de la economía hasta el 5% y  un incremento del PIB per cápita por lo menos del 20 por ciento.
    Para lograrlo, el camino a seguir va de la mano de  fomentar una mayor inversión física e impulsar condiciones económicas más competitivas.
El texto presentado por el presidente Felipe Calderón señala que las políticas públicas serán conducentes a aumentar la rentabilidad de los proyectos, reducir los costos de producción en territorio nacional promover la inversión en infraestructura y limitar el riesgo al que están sujetas las inversiones.
Se aduce  un crecimiento elevado de la productividad basado en una mayor competencia económica y condiciones más favorables para la adopción y el desarrollo tecnológico. “La competencia económica crea incentivos para la innovación por parte de las empresas, reduce los costos de los insumos y los productos finales, incrementa la competitividad de la economía y mejora la distribución del ingreso”.
Por el lado del desarrollo, en las  capacidades de las personas, la pretensión es mejorar  la cobertura y calidad de los servicios de salud y educación y el combate a la marginación como elementos que permitirán a más mexicanos contar con un trabajo redituable y emprender proyectos más ambiciosos.
A COLACIÓN
    El  Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012 centra su naturaleza en el Desarrollo Humano Sustentable, incorpora elementos discutidos en foros mundiales y remarcados constantemente por organismos internacionales.
    Recordemos que los mayores compromisos adquiridos sucedieron en la Cumbre del Milenio en 2000, en lo concerniente a luchar contra la pobreza, mejorar las condiciones de acceso a los servicios, trabajar en pro de la igualdad, avanzar en el empoderamiento y las políticas paritarias.
    A la filosofía del desarrollo humano sustentable, en la praxis la apuesta decanta por acciones sectoriales para el corto, mediano y largo plazo que bien aplicadas pueden contribuir a reducir los rostros distantes que pueblan a México, esas odiosas brechas Norte-Sur acentuadas todavía más a raíz del TLCAN-NAFTA.
    Básicamente el gran pendiente histórico sigue siendo el campo en casi todas sus actividades primarias de la producción y su población constantemente golpeada por las crisis económicas, luego por la liberalización.
    El Planade refuerza la tendencia de los últimos años al restarle el carácter asistencialista a la ayuda para el desarrollo y a los programas sociales, dirigiendo los esfuerzos a capitalizar las transferencias a favor de proyectos que le den a la gente la posibilidad de romper su propio circulo vicioso.
    A su vez se introduce la aplicación de planes sectoriales en “Los programas sectoriales económicos, sociales, de seguridad, gobernabilidad y política exterior” van desmenuzándose enfoques micro tan necesarios para corregir la brecha Norte versus Sur.
    Las disparidades son lacerantes, ningún gobierno puede jactarse de triunfalista cuando en la geografía patria se encuentran más de diez multimillonarios y un archimillonario global y al mismo tiempo un cúmulo de   personas con una situación equiparable a la gente de Zimbawe, Tanzania o Níger.
    Es el fracaso más grande para la política económica,  no saber rentabilizar el acceso a canales de oportunidad para el grueso de la población y mantenerlos únicamente acotados, restringidos, para determinados grupos.
    Si la libertad empresarial, “el dejar hacer, dejar pasar”, no llega a las masas,  el neoliberalismo va cavando entonces su propia tumba y no porque éste sea el único demonio sino porque el gobierno y las políticas públicas son incapaces de crear el marco propicio para corregir desequilibrios, desigualdades e inequidades.
GALIMATÍAS
    Las dos caras frente a frente: la desigualdad en la distribución del ingreso y en el acceso a oportunidades también se expresa a nivel regional entre estados y municipios.
El texto del Planade lo recoge, “desde el punto de vista de la distribución de la pobreza a nivel nacional, la entidad con mayor incidencia de pobreza alimentaria es el estado de Chiapas, donde el 47% de la población se encuentra en esta situación”.
Le siguen los estados de Guerrero con 42%, Oaxaca con 38.1%, Tabasco con 28.5% y Veracruz con 28 por ciento.
Por el contrario, los estados con menor incidencia de pobreza alimentaria son: Baja California con 1.3%, Nuevo León con 3.6%, Baja California Sur 4.7%,  Distrito Federal 5.4% y los estados de Coahuila y Chihuahua con 8.6 por ciento.
En el rubro de  situación de la pobreza de capacidades, el escenario es casi similar al de pobreza alimentaria, en primer lugar, se encuentra Chiapas con 55.9%, le sigue el estado de Guerrero que reporta 50.2% y Oaxaca con 46.9 por ciento.
De acuerdo con estas estimaciones, la Sedesol señala que los estados con mayor pobreza de patrimonio son: Chiapas, Guerrero y Oaxaca, con 75.7, 70.2 y 68%, respectivamente.
Ante los hechos evidentes, el desafío es focalizar la atención, crear micro-áreas de acción junto con programas sectoriales. Las lecciones son claras: no puede dársele tratamiento similar a todos los que están en alguna situación de pobreza y marginación.
Es verdad que la mayor incidencia de pobreza aparece en los municipios del sur-sureste de México, con una enorme dispersión de 185 mil pequeñas localidades rurales con circunstancias peculiares que dificultan el acceso (un ejemplo es el estado de Oaxaca), sin embargo, no hay que olvidar la pobreza urbana que atrapa a muchos niños y adolescentes, huérfanos de las políticas públicas, y que ni siquiera tienen a la naturaleza de cerca para resolver el autoconsumo.

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