Milenio y pobreza en A.L

POR LA ESPIRAL
Claudia Luna Palencia

-Milenio y pobreza en A.L
-CEPAL evaluaciones optimistas
-Menos pobres, mejores condiciones

Resulta que, mientras los países más desarrollados e industrializados del mundo padecen por alargar los periodos de estabilidad económica, los países menos desarrollados, en especial América Latina y el Caribe, tendrían mejores resultados.
    La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) señala en el documento “Panorama Social de América Latina 2007” que gracias al sostenido crecimiento económico alcanzado por América Latina en los últimos cuatro años, las tasas de pobreza e indigencia disminuyeron nuevamente en el año 2006, alcanzando 36.5% y 13.4% respectivamente.
    “Estos valores representan los niveles más bajos registrados desde 1980. Con ello el número de personas pobres en la región descendió de los 200 millones, cifra observada en 1990”.
Tales resultados han sido  posibles, gracias a que en el  último cuatrienio (2003-2007) sucedió el mayor crecimiento del PIB por habitante desde los años setenta.
De acuerdo con estimaciones de la CEPAL, esta tendencia continuará en 2008, lo que completaría cinco años consecutivos con un crecimiento del PIB por habitante superior al 3% anual.
En este sentido, las consideraciones del organismo son contundentes: los niveles de pobreza redujeron, lo mismo que el desempleo y en algunos países mejoró la distribución del ingreso.
En los albores del siglo XXI para quien (sin conocer más de fondo los problemas estructurales de la región) lea entre líneas tales aseveraciones asumiría que el futuro se ha instalado en América Latina con destellos de bonanza.
Además contrario a lo que se piensa, la CEPAL afirma que la región estará en condiciones de cumplir con los compromisos del Milenio en 2015. Por tanto, tendríamos entonces, que por vez primera estaría obrando un verdadero milagro económico regional en el que no cabría la explicación del surgimiento de fuerzas políticas del tamaño de Hugo Chávez, Evo Morales, Daniel Ortega o Rafael Correa.
Ignorando esa amenaza real del populismo de mano dura en la región no siempre impulsado y sustentado por la gente más desprotegida sino cada vez más engrosado por la clase media con educación y profesión pero sin trabajo ni sueldo que le alcance, la CEPAL solamente atina a reconocer la permanencia de una serie de problemas y rezagos ligados con la desigualdad social; el desequilibrio entre el crecimiento y el desarrollo al interior de las localidades y regiones que conforman a los países.
Prácticamente como en casi todo persiste la pugna entre los analistas defensores del neoliberalismo y la globalización como píldoras contra la pobreza y la falta de oportunidades, en contra de otro grueso de detractores que consideran que América Latina y otras regiones en el planeta son utilizadas como periferia maquiladora, centros fabriles de mano de obra abaratada, neocolonias con legislaciones ambientales flexibles, explotadas en sus recursos naturales, humanos y energéticos, donde la transferencia de capital al desarrollo es nimia.
En este debate encontramos números de uno y otro bando, hay gente que argumenta que la pobreza en América Latina ha reducido aunque ningún país presente por lo menos una década de crecimiento sostenido del 7%, basta con creer en los datos estadísticos condensados por los respectivos institutos oficiales y las dependencias encargadas de la política social.
Se enarbolan al Progresa y Oportunidades de México y al Bolsa Escola de Brasil como ejes de la metamorfosis de los subsidios por transferencias monetarias condicionadas.
La migración incluso es abordada como parte del mismo fenómeno globalizador, asumiéndose más como el libre albedrío  a la consecución de oportunidades que como resultado de una carencia de éstas.
Así el documento afirma que la mayor parte de la reducción en el número de pobres en América Latina entre 2002 y 2006 provino de los avances observados en Argentina, donde el volumen de la pobreza bajó en 9 millones de personas, seguido de Brasil, México y la República Bolivariana de Venezuela, en cada uno de los cuales el número de personas pobres cayó entre 4 y 6 millones.
“En conjunto estos cuatro países representan una disminución de  aproximadamente 23 millones de personas, frente a una reducción total de 27 millones para la región. A su vez, a la reducción de 26 millones de personas indigentes contribuyeron principalmente Brasil, que representa alrededor de una cuarta parte del total, y Argentina y México, donde cerca de 5 millones de personas dejaron la condición de indigencia en cada país”.
En el caso particular de México los datos refieren que el porcentaje de población bajo la línea de la pobreza evolucionó de la siguiente forma: en 1989 era de 47.7% del total de la población; para 2002 redujo al 39.4%; y en 2006  el  31.7 por ciento.
Por su parte el porcentaje de la población bajo la línea de la indigencia encontramos que: en 1989 fue 18.7%; en 2002 el 12.6% y para 2006 de 8.7 por ciento.
A COLACIÓN
En el documento  de la  CEPAL, los datos de la pobreza vuelven a actualizarse: en 2006 un 36.5% de la población de la región se encontraba en situación de pobreza. Por su parte, la extrema pobreza o indigencia abarcaba a un 13.4% de la población. Así, el total de pobres alcanzaba los 194 millones de personas, de las cuales 71 millones eran indigentes.    
    Pero además de tener la justificación numérica para aseverar que estos años mejoró el PIB, el PIB per cápita y la pobreza, se asienta que el logro de la meta de reducir la extrema pobreza a la mitad entre 1990 y 2015 “se ha visto facilitado por los avances de los países de América Latina en el último bienio,  que han elevado el porcentaje de avance hasta un 87 por ciento.”.
    La CEPAL indica que un crecimiento del PIB similar al crecimiento de la población durante los próximos 8 años bastaría para que la región cumpla con el desafío planteado en la Declaración del Milenio.
SERPIENTES Y ESCALERAS
    Parece una tarea fácil, mucho más sencilla de lo que suponíamos cuando se estimaban datos de primera necesidad para resarcir la pobreza provocada por décadas de corrupción, saqueos, devaluaciones, fuga de capitales, crisis políticas y económicas, carga onerosa de una deuda externa endosada al bolsillo y una inflación voraz.
    La CEPAL apunta que en el supuesto de que la distribución del ingreso no muestre cambios importantes en los próximos años, América Latina requiere una tasa de crecimiento del  PIB de 1.1% anual, lo que representa menos que la tasa de crecimiento poblacional.

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