Homenaje a Diego Rivera en la “Rotonda de las Personas Ilustres” a 50 años de su último adiós

Se guardó un minuto de
silencio en memoria del
muralista que falleció hace
medio siglo y posteriormente,
se montó una guardia de honor
Foto: Cortesía
Jorge Vargas/CONACULTA

Ciudad de México.- 26 de Noviembre del 2007.- (Alfredo Camacho/CONACULTA) Hace cincuenta años falleció Diego Rivera, uno de los artistas más importantes de todos los tiempos, magnífico exponente de la pintura mexicana del siglo XX, para renacer de nueva cuenta con su pintura en cada momento que una persona la observa por primera o enésima vez, manifestó Ricardo Calderón, subdirector del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), en el marco del homenaje que se le tributó al muralista guanajuatense en la Rotonda de las Personas Ilustres.

 

Al llevar la representación de Teresa Franco, directora general del INBA, Calderón destacó que Diego Rivera revolucionó el arte pictórico con murales, obras de caballete y dibujos, entre muchas otras aportaciones. “Exploró variados estilos y autores, quizá a través de esos universos pictóricos ajenos fue construyendo, peldaño a peldaño, su universo propio”.

 

Asimismo, afirmó que Rivera fue heredero de una rica tradición mexicana, su espíritu siempre estuvo estrechamente vinculado con su tierra. “Aquí fue donde forjó trabajos profundamente comprometidos, donde instaló estudios, se incorporó al Partido Comunista, trabó entrañables amistades, conformó una importante colección de piezas prehispánicas y fue a esta misma tierra a la que dejaría su legado material, es en este lugar en el que se convertiría en una verdadera leyenda”.

 

Ante Guadalupe Rivera Marín, hija del homenajeado; Alejandra de la Paz, coordinadora Nacional de Artes Plásticas; Roxana Velásquez, directora del Palacio de Bellas Artes; Carmen Gaitán, titular del Museo Mural Diego Rivera, y Magdalena Zavala, del Museo-Estudio Diego Rivera, el subdirector del INBA enfatizó que “ante una figura de dimensión titánica, tan sólo queda agradecer la incansable tarea y el extraordinario legado del cual somos orgullosos herederos, asumiendo plena y cabalmente la responsabilidad de mantener viva la memoria y la obra de este artista singular”.

 

El muralista, dijo, fue un hombre visionario que realizó su creación plástica sobre principios revolucionarios y fascinantes, que hicieron de su trabajo una contribución única  en su género, determinante para nuestra cultura visual, figura imprescindible para nuestras artes.

 

Ricardo Calderón abundó en que es motivo de orgullo para nuestro país encontrar obra de Diego Rivera en sitios como el Palacio Nacional, el Anahuacalli, Colegio de San Ildefonso, Palacio de Bellas Artes, Museo Mural Diego Rivera, Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria, el Cárcamo de Chapultepec, o el Teatro de los Insurgentes, entre muchos otros, muestra por demás clara y elocuente de su aportación al arte mexicano y universal.

 

Y concluyó: “Es precisamente por ello que el INBA ha asumido el compromiso de celebrar a plenitud la obra y vida plenas de Diego Rivera, mediante un vasto homenaje nacional que incluye la presentación de diversas exposiciones, coloquios y publicaciones que dan cuenta de algunas de sus múltiples facetas creativas”.

 

Por su parte, Guadalupe Rivera Marín, evocó: “Hoy es un día especialmente emotivo: hace 50 años salimos de Bellas Artes para venir a enterrar a mi padre. Yo hablé con el presidente Ruiz Cortines para pedirle que fuera en la Rotonda y él aceptó sin pensarlo; luego me habló Luis Echeverría para informarme que el gobierno federal se haría cargo de todos los gastos del sepelio, lo cual fue un gran alivio para la familia, no teníamos recursos, fue un momento terrible y no sabíamos qué hacer”.

 

La hija del muralista precisó que la Rotonda de las Personas Ilustres representa lo que México ha sido: es el resumen de nuestra brillante historia y mi padre merecía estar ahí, pues en este lugar ya descansaban los restos de José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros”.

 

Con voz enérgica recalcó que ella reiteró su rechazo a la petición de los dirigentes de la izquierda de aquellos años, para que Rivera fuera incinerado y sus cenizas descansaran junto a las de Frida Kahlo, en el Anahuacalli.

 

“Si cincuenta años después la mercadotecnia ha querido opacar la figura de mi padre, lanzando a Frida como una heroína, creo que ya es hora de que el tiempo ponga a cada quien en el lugar que le corresponde”.          

 

Acto seguido, se guardó un minuto de silencio en memoria del muralista que falleció hace medio siglo y, posteriormente, se montó una guardia de honor que encabezaron autoridades de cultura, familiares y amigos de Diego Rivera. Finalmente, se develó una placa alusiva al 50 aniversario luctuoso.

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