Mexicano en EU cambia identidad; se convierte en policía; labora satisfactoriamente; será deportado

Oscar ayudaba a las personas
y lo hacía de manera correcta…
excepto por su secreto
Foto: Internet

Wisconsin.- 25 de Noviembre del 2007.-  El mexicano Oscar Ayala Cornejo siguió el mismo camino que lleva a numerosos estadounidenses a las filas policiales.

Su familia vivía cerca de una casa ruinosa en Milwaukee, donde recuerda que solía escuchar disparos de armas, y cuando llegaba a su hogar se encontraba con que los ladrones habían robado las cosas que con mucho trabajo su padre había comprado para él, su madre, su hermano mayor y su hermana.

Así es que se entusiasmó cuando dos policías visitaron su colegio secundario para reclutar agentes de seguridad. Con 15 años en aquel momento, decidió que quería convertirse en policía, tal vez para mejorar un poco la situación que percibía a su alrededor.

''Quería cambiar mi vecindario, cambiar el vecindario de otras personas, para que pudieran sentirse seguras'', expresó Ayala Cornejo, que ahora tiene 25 años. ''Porque no me sentía seguro''.

Lo quería tanto que hasta estuvo dispuesto a transgredir la ley.

Aunque la familia de Ayala Cornejo se mudó desde Guadalajara, México, a Wisconsin en 1992, él asegura que no supo que se encontraba en Estados Unidos de manera ilegal hasta que quiso convertirse en policía.

Recién lo supo cuando su padre, Salvador, le dijo que si quería ser policía debía volver a México y solicitar la ciudadanía, un proceso que podría demorar al menos 10 años.

Algunos días después, el padre encontró otra alternativa: una opción que le ayudaría a Ayala Cornejo a cumplir su sueño, pero también lo alejaría de su casa.

Una prima de su padre que vivía en Chicago, Carmen, permitiría que el joven tomara la identidad de su hijo, José Morales, que nació cinco meses después que Ayala Cornejo en el estado de Illinois y falleció de cáncer estomacal cuando tenía siete años.

''Esa era la única opción que teníamos si deseábamos permanecer juntos'', dijo recientemente Ayala Cornejo.

Así fue que cambió de nombre y de colegio. A los 16 años se cortó el cabello, reemplazó sus anteojos por lentes de contacto y se colocó aparatos de ortodoncia.

En público, llamaba a sus padres tío y tía, y a su hermano y hermana, primos.

No fue fácil acostumbrarse al nuevo nombre ni a la nueva fecha de cumpleaños. Pero lo más difícil era no identificar a su mamá y papá como tales frente a otras personas.

''Esto dolía mucho'', sostuvo. ''Son mis padres''.

Temía que descubrieran su verdadera identidad cuando se presentó a llenar los documentos para convertirse en policía, a los 17 años, pero también había forjado ya una historia laboral en dos tiendas de ropa y en una de productos electrónicos.

Después que se graduó en el 2001, ingresó al programa de ayudantes de policía.

''Todos en el trabajo, en la escuela, todas las personas con las que me encontraba me llamaban José porque ése era yo'', recordó. ''Fuera de mi familia, nadie más me llamaba Oscar''.

Se graduó como agente de la policía en diciembre del 2004, y unos 10 meses después su padre falleció de leucemia.

Finalmente trabajó en el mismo distrito que su hermano Alex, un colega de la policía que nació en Estados Unidos.

Y lo consideró una labor satisfactoria.

En una oportunidad, auxiliado por un compañero, le quitó un cuchillo a un hombre que quería suicidarse el día de Navidad. Otra vez, encontró a un niño de 2 años caminando solo y fue puerta por puerta hasta que dio con los padres.

Ayudaba a las personas y lo hacía de manera correcta… excepto por su secreto.

Ayala Cornejo asegura que nunca le contó a nadie su verdadera identidad. Pero el 20 de febrero, un informante anónimo llamó a Russel Dykema, agente especial de la Oficina de Inmigración y Aduanas, para decirle que José Morales era en realidad Oscar Ayala Cornejo, un inmigrante indocumentado.

Dykema pasó más de dos meses comparando información en las bases de datos de inmigración y documentos escolares.

Incluso comparó fotos de anuarios escolares.

Ayala Cornejo fue arrestado el 31 de mayo y trasladado primero a una academia de entrenamiento y luego a la oficina de inmigración, donde le colocaron grilletes y esposas. Allí, Dykema y otro agente de inmigración le explicaron lo que sabían.

''Pensé que iba a jubilarme y vivir feliz después, pagar mis impuestos y todo eso'', manifestó. ''No me lo había imaginado … hasta ese momento''.

Permaneció algunos días detenido, pensando sin parar: ''Quién les dijo? ¿Por qué me están haciendo esto? ¿Qué pasará ahora? ¿Qué sucederá con mi familia? ¿Cuánto tiempo estaré aquí? ¿Sabrá alguien aquí que soy un policía? ¿Qué pensaría mi padre?''

Cuando se dio cuenta de que no podía responder a esas preguntas, comenzó a sollozar.

Ayala Cornejo fue acusado de identificarse de manera falsa para ser un ciudadano. Dos semanas después aceptó su culpabilidad ante el fiscal para que le redujeran la pena.

Podría ser condenado a un año de prisión el lunes, o a libertad condicional.

El fiscal adjunto Mel Johnson expresó que la posición de Ayala Cornejo le dio acceso a armas e información confidencial, aunque no existen indicios de que haya abusado de esos privilegios.

''Cuando nuestro sistema de identidad carece de integridad, es un asunto grave'', expresó el portavoz de la Oficina de Inmigración y Aduanas, Tim Counts. ''Se trata de la seguridad de la comunidad. Es un asunto de seguridad nacional''.

El departamento de policía de Milwaukee no efectuó declaraciones porque Ayala Cornejo ya no trabaja allí.

Alex Ayala Cornejo, que trabajó durante cinco años para ese departamento, fue despedido en septiembre por ocultar información sobre su hermano. Está apelando la decisión.

Oscar Ayala Cornejo se preguntaba quién podía haber sido el informante y cuáles fueron sus motivos. No pensaba que tenía un enemigo. Ahora, acepta las consecuencias.

Después que salga de prisión, será deportado para siempre. Su novia planea acompañarlo en México.

''Las cartas que se jugaron no fueron las mejores'', sostuvo. ''Si no hubiese hecho esto, tal vez estaría aún en México esperando a ver si alguna vez podría ver a mi familia'. (Agencias)

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