
Sebastián Padilla, malabarista del Atayde ofrece el “Girabuzón”, suerte de la época de Moctezuma
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En el inusual acto Sebastián
utiliza una barra que en los
extremos soporta a los
dos pequeños y que
hace girar a toda velocidad
Foto: Cortesía Sitio Oficial
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Monterrey, NL.- 22 de Noviembre del 2007.- (Ángel Sánchez Borges/ Fórum) Primero comencé entrenando con dos sacos de arena y ya luego con dos perritos, –dice Sebastián, el malabarista del Circo Atayde–, ya luego pues entrené con mi hijo y un sobrino; este acto se practicaba desde la época de los Aztecas”. Se refiere a la suerte especial que ha preparado para ofrecer en exclusiva a los regiomontanos asistentes a las funciones del Circo Atayde Hermanos en el Fórum Universal de las Culturas.
En este acto utiliza una barra que en los extremos soporta a los dos pequeños y que hace girar a toda velocidad con sus pies. Sebastián dice que es un agradecimiento al trato que ha recibido de la gente en Monterrey y también a la oportunidad de ser parte del elenco del Atayde.
“Yo siempre quise ser malabarista del Circo Atayde –confiesa–, no es cualquier cosa, muchos quisieran estar aquí; me han contratado para varios elencos y pues me siento parte de esta familia. Trabajar el malabarismo es también una responsabilidad, muchas suertes están muy vistas por eso siempre quiero mostrar algo diferente”.
Su nombre completo es Sebastián Padilla Montoya, y a la vez que practica las suertes del malabarismo, aparece en la pista del circo con poses de metrosexual, y hace además disfrutar al público con sus constantes actitudes de galán. Se echa porras a sí mismo y disfruta cada una de sus suertes con mucha intensidad.
“La diferencia entre otros malabaristas y yo es que practico ideas que personalizo mucho; he trabajado suertes que normalmente llevan cinco años para ajustar y al cambiarlas me han llevado hasta 10 años algunas. No es normal el malabrismo de pies y manos en un mismo practicante”.
Sebastián toma la pista con especial énfasis, es el acto previo al intermedio del circo Atayde y está fascinado con el Parque Fundidora desde que llegó a Monterrey.
“Este ejercicio de los dos niños se llama ‘girabuzón’, así lo bauticé, pero en realidad se practicaba en los tiempos de Moctezuma; en México no se practica en el Circo actual; yo quise traérselo a Monterrey y su gente porque son muy buenas personas y es una magnífica ciudad”