Petróleo, ¿a 200 dólares?
POR LA ESPIRAL
Claudia Luna Palencia
-Petróleo, ¿a 200 dólares?
-Divisas y petroprecios
-De Greenspan a Bernanke
La advertencia de Hugo Chávez, presidente de Venezuela, de precios del petróleo hasta los 200 dólares en caso de que Estados Unidos ataque Irán o siga entrometiéndose en Venezuela, pone de los nervios tanto a exportadores e importadores del energético cuando a punto está de llegar a los 100 dólares por barril.
Chávez en la reunión de la OPEP en Riad, Arabia Saudita, soltó un discurso guerrillero buscando convencer a los jeques petroleros de subir el precio del petróleo y cambiar la base de cotización de dólares por otra moneda.
Además el líder venezolano propuso aplicarle a Estados Unidos un boicot al estilo década de los setenta, cuando por cierto también en aquellos años Venezuela presionó por subir los precios recortando la producción y se enfrentó contra la oposición de Arabia Saudita como volvió a suceder recientemente.
Venezuela vende un millón 500 mil barriles de petróleo diarios a Estados Unidos y comparte junto con México el ser socios relevantes (el primero es miembro de la OPEP, México no) para el capitalismo industrial de la Unión Americana al surtirle del petróleo requerido.
Para la economía global sería desastroso que Irán y Venezuela acordaran un recorte en el volumen de exportaciones petroleras. Tanto Irán como Venezuela exportan cada uno 2.5 millones de barriles de petróleo diario. La diferencia entre uno y otro, es que uno de los principales compradores de Irán es China y de Venezuela es Estados Unidos.
El efecto contagio por petroprecios mayores implicaría consecuencias sensiblemente negativas en las industrias más vulnerables a las altas y bajas como la aeronáutica, siderúrgica, industria de transformación y los transportes ferroviarios. Después el efecto llegaría a todos los canales de la economía y el alza en los precios sería inminente con detrimento al consumidor global, lo subrayo, global. Tendríamos un traslado de la inflación vía el comercio, el intercambio, no habría consumidor exento del encarecimiento provocado por los petroprecios.
A COLACIÓN
Históricamente acontece un reacomodo por el reparto del petróleo, la tensión actual deriva de la aplicación de la economía de guerra en Estados Unidos y de los movimientos claves en Medio Oriente.
En esta moderna cruzada Estados Unidos se apropió de Irak, no implica que lo ocupará de por vida, estudia meticulosamente el costo de oportunidad de terminar la invasión a cambio de un gobierno amigo de los denominados democráticos con estrellas y barras.
La Casa Blanca quiere tener la certeza de que su promoción de cambios será exitosa en un país medularmente ubicado al Suroeste de Asia colindante al Norte con Turquía, al Sur con Arabia Saudita y Kuwait, al Noroeste con Siria, al Oeste con Jordania y al Este con Irán.
Fundamentalmente en dicha zona encontramos reservas petroleras para más de un siglo, la garantía de la supervivencia del capitalismo, con todo y la inclusión de un canasta del 30% diversificada entre energía nuclear, solar, biomasa y eólica.
A ello obedece tanta tensión en el mercado petrolero, a la incertidumbre que provoca barajar todas las posibilidades de terminar con la violencia desatada al interior de Irak como reacción a la ocupación; revisar con sigilo las advertencias hacia Irán; y tener como testigos a China y Rusia.
Otra cosa muy distinta es la debilidad del dólar a la que también refiere Chávez para provocar la necesidad de utilizar otra divisa más fuerte como referencia para el mercado energético. Aunque no puntualiza si es el euro.
Desde luego que, Venezuela como monoexportador de petróleo, entre más ingresos obtenga por el barril negro más tendrá para edificar su socialismo ecléctico.
Cada barril de petróleo cotizado en euros implicaría mayores ingresos para los exportadores, y caería muy mal a Estados Unidos porque con su alicaída moneda tendría que dar más dólares para cambiarlos por euros para comprar el petróleo de Venezuela.
Pero insisto en economía las relaciones no son unidireccionales y esto que no es la década de los setenta terminaría afectando a los socios comerciales más cercanos a la Unión Americana porque el comercio, la inversión y los mercados nos tienen entrelazados.
GALIMATÍAS
Miremos más allá: la debilidad del dólar responde a varios factores uno lo considero esencial estamos en una etapa de transición en la hegemonía del dólar, el euro lo ha hecho posible, cada vez más bancos centrales adquieren euros para diversificar sus reservas. En un futuro es probable encontrar mitad de dólares y mitad de euros en las reservas monetarias.
Ahora bien la moneda única no la tiene todas consigo, además de ganarse la confianza mundial, tiene que crear los canales para que otras economías reciban euros en forma de inversión extranjera, divisas por turismo, flujos para el mercado de capitales, pagos por transacciones y operaciones financieras internacionales y por las relaciones comerciales.
La Unión Europea de los veinticinco debe trabajar por diversificar sus relaciones y meter euros en todos los canales y circuitos de la economía global.
Otro factor está relacionado con las propias maniobras de política económica interna, monetaria y cambiaria de Estados Unidos.
Durante la era de Alan Greenspan al frente de la Reserva Federal, desde 1987 hasta el 2006, se observaron alzas en las tasas de interés, sobrevaluación del dólar, encarecimiento del precio de las materias primas, maniobras éstas que afectaron principalmente a los países en vías de desarrollo.
Con la jubilación de Greenspan al frente de la FED, la llegada de Ben Bernanke para sustituirle inaugura otra etapa para la economía de Estados Unidos enferma por un crónico déficit en cuenta corriente y otro fiscal, el primero rompió récord el año pasado, cuando llegó al 6.5% del PIB el mayor en más de cincuenta años.
Muchos analistas anticiparon el inicio de la etapa de la corrección mediante la depreciación del dólar que podría sostenerse así entre 5 o 6 años más.
La debilidad del dólar provoca un aumento en la competitividad de Estados Unidos, un aumento de la producción, bajar el desequilibro externo, reducir el déficit en cuenta corriente, abaratar los productos estadounidenses en el mercado internacional y permite mantener una inflación estable.
En estos meses de depreciación consecutiva del dólar, el déficit en cuenta corriente amainó el impacto dentro del PIB.
El escenario previsible es que hasta el mediano plazo continuará la depreciación del dólar, de entre el 10% y 15%, una vez se logre controlar el déficit en cuenta corriente.