El espíritu de George Gershwin se apodera de Paquito D’Rivera en el Palacio de Bellas Artes

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El músico, considerado una de
las glorias del jazz cubano
fue ovacionado al finalizar
su aclamada presentación
Foto: Cortesía CONACULTA
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Ciudad de México.- 21 de Noviembre del 2007.- (Homero Bazán/CONACULTA) Como cubano, Paquito D’Rivera nunca temió expresar desde la adolescencia su admiración por aquel icono norteamericano, y más aun neoyorquino, llamado George Gershwin, autor de algunas de las melodías más famosas del sigo XX, aquellas que llegan a la mente cargadas de tardes lluviosas en blanco y negro, de luces centelleantes en los rincones de Manhattan, e incluso de escenas de las películas de ese otro romántico llamado Woody Allen.
El músico, considerado una de las glorias del jazz cubano, dejó claro la noche del 20 de noviembre en el Palacio de Bellas Artes, que la música es un lenguaje superior a las ideologías, a las fronteras y al tiempo; incluso un espíritu que puede conciliar los conflictos entre los hombres e integrarlos como parte de una sola especie, sin importar razas o estatus sociales.
El espíritu de Gershwin, con todo y su Rapsodia en azul, volvió a apoderarse del intérprete, quien ante los aplausos de los muchos admiradores congregados en el recinto y que a momentos interrumpían su actuación, presentó el concierto Conversaciones con Israel López Cachao, acompañado de la Orquesta Sinfónica Nacional.
En el concierto, D’Rivera recordó sus tiempos al lado del semidiós del jazz norteamericano, Dizzy Gillespie, y otorgó una notoria pauta para el contrabajo, instrumento del que se declaró admirador y cuyas notas fueron aderezadas por el constante acompañamiento del saxofón.
A medio concierto, presentó a su esposa, la soprano Brenda Preciado, quien interpretó una adaptación semioperística, concebida para ser acompañada por un quinteto de jazz, y que ejecutó recientemente en una breve gira por los Estados Unidos.
A su vez, la Orquesta Sinfónica Nacional, dirigida por Carlos Miguel Prieto, dio espacio para las constantes intervenciones de la banda del músico, integrada por Óscar Stagnaro, Diego Urcola, Alex Brown, Eric Doob y John Feeny, todos ellos fieles colegas que han compartido en varias ocasiones con D’Rivera reconocimientos como el Grammy.
En la presentación se vivió un momento de gran emoción, casi comparable con lo que en teatro se conoce como un “rompimiento brechtiano”, cuando el músico aprovechó un silencio para interpretar las notas iniciales de la célebre melodía Fantasy, de Duke Ellington, que al ser reconocida produjo aclamaciones por parte de los melómanos.
En breve comentario a la prensa, posterior al concierto, Paquito D’Rivera afirmó que el Palacio de Bellas Artes es un escenario que le trae gratos recuerdos y al que identifica con muchos buenos momentos para la proyección de músicos de su nación, incluyendo su padre, el músico Tito D’Rivera, quien tocaba para una importante agrupación de La Habana y actuó en el recinto a principios de de la década de los cincuenta.
“En Bellas Artes y en el Centro Histórico me siento como en familia. México es una tierra generosa, colmada de gente sensible que ha significado mucho para el jazz en América Latina, el Caribe e Iberoamérica”.
Sobre sus planes a corto plazo, afirmó que continuará experimentando con adaptaciones semioperísticas de obras de conocidos compositores y anunció que se encuentra añadiendo los últimos toques al que será su primer trabajo en el bello canto.
“Será una ópera que integre muchos elementos del jazz, de la cultura cubana, de Latinoamérica y, al mismo tiempo, de las búsquedas de nuestros pueblos. Con suerte regresaremos a este recinto para ofrecerla a toda nuestra gente. Hay muchos planes, mucha alegría por seguir trabajando; pero sobre todo, un gran deseo por continuar incursionando en nuevos terrenos musicales”.