Tolerar no quiere decir aguantar, sino mantener la calma…

COSAS VEREDES MIO CID

Roberto Montes Vázquez

Tolerar no quiere decir aguantar, sino mantener la calma… aunque arda. El avance en la comunicación con el campo se agiganta en el discurso político, pero en la realidad comprobamos la carencia de brechas, caminos, carreteras que llevan el progreso y las ventajas de la modernidad a los habitantes de las rancherías que entre más alejadas, las pensamos más vulnerables. El ingenio y la adaptación a medios hostiles se constatan en muchos casos en el modo de curar las enfermedades con los medios que se tienen a la mano y que han sido importantes aportaciones para el inicio de investigaciones científicas de cada ramo.

Dice el Diccionario Enciclopédico de la Medicina Tradicional Mexicana que calilla es un supositorio de elaboración casera, se aplica para provocar la evacuación intestinal, principalmente en niños. Se suele confeccionar de diversos materiales entre los que se mencionan: jabón, sebo, parafina, membrillo, guayaba o manzana. En San Luis Potosí se prepara con queso de tuna. Cumple la misma función que los supositorios comerciales.

Como la aplicación de la calilla es por vía rectal, en los mayores mortifica y avergüenza se sepa su uso y, la raza cervecera y mordaz, aprovecha el viaje y cuando una persona molesta con picante constancia al prójimo (como la comezón en el esfínter, que cuando se siente en forma tal que produce ardores, obliga a pararse si se está sentado o sentarse si se tiene el trasero al aire), catalogan al impropio como calilla.

De ahí que la raza que en cuestiones de relajo es proverbial, dice de los contendientes en celebrada trifulca en cumbre internacional: de uno, que es una calilla por levantisco y ser más cabrón que cabrito; de otro, que pretendió tapar el sol con un euro; de un tercero, que se metió a la danza sin sonaja y tuvo que pararse a toda prisa a darse baños de asiento.

En la conmemoración del aniversario de la Revolución Mexicana, la raza piensa en la elaboración de calillas de todos tamaños, aderezadas con clavos, chile piquín y estoperoles, que se irán aplicando a los responsables de dejar exánime a los mexicanos ante la entrada por la puerta grande al TLC. Y les recuerda que la Revolución Mexicana, como la revolución francesa, la rusa de 1917 o la revolución española en 1936-1939, fue el producto de un gigantesco movimiento de las masas oprimidas. En el caso de México, el campesinado jugó el papel preponderante por el propio desarrollo socio-económico del país, basado en una estructura productiva primaria. Las masas campesinas de México iniciaron una prolongada y feroz lucha de resistencia contra el despojo de sus tierras por la clase dominante, y esta lucha se organizó sobre la base de sus propias comunidades agrarias tradicionales.

Hace casi un siglo, en junio de 1910, Francisco I. Madero desafió el fraude electoral cocinado por Porfirio Díaz. Su programa fundamental, el llamado Plan de San Luis, fue declarar nulas las elecciones y autoproclamarse Presidente provisional del país. Junto a esta proclama institucional, que obviamente constituía el eje de las aspiraciones maderistas, el programa recogía tan sólo una demanda social: restituir a sus antiguos propietarios campesinos, en su mayoría indios, las tierras de las que habían sido despojados por los tribunales y las autoridades aplicando abusivamente la ley de terrenos baldíos. En ningún caso se hablaba de expropiación de los terratenientes, la clase a la que pertenecía el propio Madero.

Dice Rubén De Pablo desde Madrid, que en 1914, y ante el empuje de las fuerzas revolucionarias de Pancho Villa, Carranza y Obregón, el dictador Victoriano Huerta se vio obligado a huir, se abrió un periodo de grandes cambios políticos. Con la constitución de 1917 se puso fin a un siglo de inestabilidad y luchas entre las fuerzas centralistas y conservadoras del antiguo régimen (terratenientes y alto clero) y la pequeña burguesía federalista, que se apoyaba en el campesinado, mísero y ávido de tierras.

La infausta ironía en la celebración de la fiesta del 20 de noviembre, es la caída del nivel de vida especialmente dura entre los campesinos, el 25% de la población y el sector más pobre. El producto principal de la agricultura mexicana es el maíz, base de las tortillas. Desde la implantación del TLCAN los precios reales para el productor de granos han caído entre un 35% y un 60%, dependiendo del producto. Gracias a los elevados subsidios a su producción agrícola, los estadounidenses se han hecho con el mercado mexicano, sembrando la ruina. De hecho, ahora México se aleja cada vez más de la soberanía alimentaria.

Que se cuiden los culpables de la situación tan grave a la que nos lleva la apertura del TLC, dice la raza que las calillas artesanales se elaboran de todo tipo: hard core pa los grandotes que ya  las probaron con espinas de la llanura venezolana y en petit para los adultos pequeños de decir monótono que “pueque” que así dejen el letargo…

 El carbón que ha sido brasa, fácilmente vuelve a arder…

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