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Música - November 15, 2007

“Cumbancha”, más buena música del mundo

'Ay, caramba', grupo de Ska
Cubano, grupo radicado en
Londres, que fusiona el ska
jamaiquino, mambo,
salsa y son cubanos
Foto: Cortesía 'Cumbancha'

Por Gregorio Martínez Moctezuma
Corresponsal Azteca 21

Ciudad de México. 15 de noviembre de 2007. El año pasado surgió en Estados Unidos Cumbancha, un sello discográfico dedicado a difundir y promover artistas del concepto musical-mercadotécnico denominado World Music, etiqueta que lo mismo podría servir, por ejemplo, para clasificar a Ali Farka Touré que a un trío huichol de Jalisco. Es decir, el nombre de Música(s) del Mundo está arraigado en todo el orbe, no obstante, su significado aún causa mucho ruido a antropólogos y etnomusicólogos, particularmente en cuanto a su pertinencia y límites, aún pendientes de consenso, ya que su irrupción comercial apenas ronda los treinta años (Dan Storper, el creador de Putumayo, abrió su tienda en Nueva York en 1975, donde ponía este tipo de música para él y sus clientes, antes de producir cedés a partir de 1993; World Circuit, otra emblemática disquera independiente, comenzó en 1986) y el interés académico se suscitó hasta varios años después (por ejemplo, en Internet, Trans. Revista Transcultural de Música, editada en España a partir de 1995, dedica un primer artículo a este fenómeno hasta 2000 y en 2003 organizó una mesa redonda sobre el tema. (Cfr. www.sibetrans.com/trans/index.htm).

La empresa discográfica tiene su oficina central en una antigua granja de 1830 en el pueblo de Charlotte, Vermont. Cumbancha es una palabra cubana proveniente del occidente de África que hace referencia a una fiesta espontánea o una reunión de improvisación musical, por ello, también significa una oportunidad de reunirse con la familia y los amigos para bailar, cantar y celebrar la vida. Su fundador es Jacob Edgar, quien durante siete años realizó en Putumayo World Music una chamba que ya muchos quisiéramos: Vicepresidente de Artistas y Repertorio, esto quiere decir que el señor Edgar se la pasaba viajando por medio mundo para buscar y seleccionar músicos y agrupaciones excepcionales en festivales internacionales o en recónditos cafés o bares.

“Me gusta la naturaleza criolla de la palabra, es una mezcla de africano y español. Gran parte de la mejor música del mundo refleja esta interacción entre culturas y las maneras en que la gente puede inspirarse en pueblos de diferente historia para generar nuevas expresiones musicales”, ha comentado el joven emprendedor amante de la música.

Así, con una vasta experiencia y un desarrollado olfato de cazador de talentos musicales, Edgar decidió crear su propio sello con el propósito de unir a las personas a través de la música y acercar ésta (la que le gusta, obviamente) a una audiencia mayor. “Creo que la difusión de la música de diferentes partes del mundo puede ayudar a abrir las puertas a otras culturas. Escuchar música es una forma excelente de conectarse con personas muy diferentes a ti y puede crear un espacio común que borre las fronteras que separan a personas de diferentes orígenes”, ha dicho el también etnomusicólogo y productor discográfico.

Cumbancha es producto del deseo de Edgar de trabajar más estrechamente con algunos de los artistas más extraordinarios que conoció en su paso por Putumayo, muchos de los cuales han aparecido en los discos compilatorios de esta disquera independiente. Además, logró el apoyo de ésta, que invirtió en su proyecto y le ofreció su red mundial de distribución, presente en más de sesenta países, sin dejar de colaborar en sus exitosas compilaciones.

Según Edgar, se trata también de ofrecer una opción a las personas que tienen interés en conocer más de un determinado artista o grupo que escucharon por primera vez en Putumayo, así como de presentar artistas cuyo trabajo está fuera de los límites estéticos de las compilaciones de esa disquera, pero cuya propuesta es innovadora.

Todo esto dio paso al primer disco de Cumbancha en 2006, “Ay, caramba”, de Ska Cubano, grupo radicado en Londres, que fusiona el ska jamaiquino, mambo, salsa y son cubanos. Al respecto, Edgar ha señalado: “Ska Cubano es el mejor ejemplo de un grupo que necesita ser escuchado por una audiencia mayor y estoy seguro de que personas de cualquier edad y trayectoria encontrarán que su música es irresistible”.

La idea de crear esta banda fue del empresario inglés Peter A. Scott, quien invitó para ello a Natty Bo, un cantante londinense de ska y DJ coleccionista de discos de música cubana, así como a músicos de Santiago de Cuba. Cuando Natty fue al país caribeño, conoció casualmente, como son todos los grandes encuentros, en un bar a Beny Billy, el vocalista perfecto para Ska Cubano, pues canta igualito al inmortal Beny Moré. Así, Cumbancha inició con “Ay, caramba”, un disco sabroso, de incomparable vigor y calidad que hace mover los pies de todo el que lo escucha, digno de incorporarse a la discoteca de colección que todo aficionado a la buena música va formando de manera permanente. (Por cierto, Ska Cubano se ha presentado en el Central Park SummerStage de Nueva York, en el Festival de Jazz de Montreal, en el Chicago Summerfest, en el Stern Grove de San Francisco y en el escenario del Grand Performances en Los Ángeles; vino a México en noviembre de 2007 para participar en el Forum de las Culturas en Monterrey los días 8, 9 y 10; el 11 estuvo en el Bosque de Tlalpan, en el D.F., como parte del concierto por el 15 aniversario de la banda razteca Antidoping.)

Si “Ay, caramba” es como un carnaval, “The Idan Raichel Project”, la segunda producción de Cumbancha, es como la llave de entrada a un universo sonoro y vocal cuasi desconocido, enigmático, lleno de resonancias orientales y un tanto místicas que transportan a quien lo escucha a un plano donde todo parece armonioso y feliz. Metafóricamente, se podría decir que es como un sueño sonoro de la Arcadia.

Este proyecto nació en Israel en 2002 de la mano, la imaginación y la sensibilidad de Idan Raichel, con un mensaje de amor y tolerancia, que lo llevó a ser un suceso total en el ámbito de la música popular israelí, aunado a una fusión de sonidos etíopes y del Medio Oriente y el uso de técnicas de producción sofisticada.

Raichel es tecladista, productor y compositor de Kfar Saba, Israel, tiene 30 años. Desde niño mostró su interés por la música, tanto la nativa como la de otras latitudes. Con el paso de los años fue adquiriendo más conocimientos y experiencias musicales, que lo llevaron a interactuar con muchos músicos y a recorrer toda la escena de su país. Ya siendo conocido en todo el mundo, sobre todo en el circuito de comunidades judías, etíopes e israelíes, en enero de 2006, The Idan Raichel Project viajó a Etiopía, la tierra que inspiró gran parte de su música. En noviembre del mismo año, su música fue lanzada por primera vez fuera de Israel por Cumbancha.

Continuando con las producciones y las sorpresas, Edgar dio a la luz en marzo de 2007 su tercer disco, “Wátina”, del beliceño Andy Palacio & The Garifuna Collective. Si la hipérbole no estuviera tan devaluada, diría que es una maravilla, es decir, simplemente es un disco extraordinario, admirable, desde el primer acorde y hasta el último.

Palacio, todo un icono cultural de Belice, es el músico más popular de su país y un recopilador musical comprometido con la preservación de la cultura garífuna. ¿Cuál es ésta? Es la producida por un pueblo surgido de la mezcla de arahuacos, caribes insulares y negros africanos esclavos en las Antillas que los ingleses deportaron de la Isla de San Vicente a Roatán, Honduras, en 1797, y después se extendieron por la costa atlántica de Honduras, Belice, Guatemala y Nicaragua. Caray, si no fuera por este disco, esta cultura seguiría siendo tan desconocida para mí como lo es la de los ópatas de Sonora.

Nacido en 1960 en Barranco, en la costa beliceña, Andy Palacio desde 1988 se ha presentado en naciones de América, Europa y Asia en festivales como el Internacional de Cultura del Caribe en Cancún, Carifesta VI en Trinidad y Tobago, Carifesta VII en Saint Kitts-Nevis, el Rainforest de Música del Mundo en Malasia, el Feesten Antillanse en Bélgica, el World Traditional Performing Arts Festival en Japón y muchos otros en Estados Unidos, Canadá, Colombia, Francia, Alemania y Gran Bretaña.

Con su orquesta, el Colectivo Garífuna, creó un estilo musical único en su género, el rock punta, caracterizado por un ritmo animado y popular inspirado en las danzas tradicionales de los garífunas, lengua en la que canta y en la que confluyen múltiples influencias lingüísticas, la cual fue proclamada Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad en 2001. En octubre de 2007, Palacio fue nombrado Artista de la UNESCO para la Paz.

“Wátina” nos permite asomarnos a un mundo rítmico y vocal permeado por rastros de rituales, magia y trascendencia espiritual. El Colectivo une músicos jóvenes y veteranos de Guatemala, Honduras y Belice, y, más que el punta rock, explora el lado más emotivo de la música garífuna. Partiendo de la tradición, el Colectivo Garífuna agregó elementos contemporáneos a las canciones para darles más actualidad.

Después, Jacob Edgar volteó los ojos a África y ahí los dejó un tiempo. Se fascinó con el carisma de Dobet Gnahoré, artista de 24 años oriunda de Costa de Marfil, que es toda una gema, pues canta muy bien y, se dice, baila igual o mejor aún; además, toca percusiones. A los doce años, Dobet se negó a continuar estudiando, pues ya tenía claro lo que quería hacer y ser en su vida: música, danza y teatro; artista. En 1996, en su aldea, conoció a un joven guitarrista francés, Colin Laroche de Féline. Juntos crearon un dúo llamado Ano-Neko, que llamó la atención en su país. Ya como pareja sentimental y con una hija, Dobet y Colin se fueron a Francia en 1999, donde formaron una banda integrada por músicos de diversos orígenes, que se presentó en diversos festivales europeos. En 2004, su álbum “Ano-Neko” fue recibido favorablemente por el público y la crítica. Además, Dobet fue nominada como Artista Revelación del Año de los Premios a la Música del Mundo de la BBC en 2006.

En “Na Afriki”, el cuarto disco de Cumbancha, Dobet ofrece una visión personal de la actual África mediante canciones que tratan cuestiones sociales y políticas: las dificultades de las mujeres, la explotación infantil y el impacto de la avaricia y la violencia en la familia. Con evidente muestras del contacto que ha tenido con la música europea –en una pieza de este disco se advierten ecos de Manu Chao, por ejemplo–, pero siempre con una propuesta de raíz africana, fresca, reposada, con el ritmo atemperado por la melodía. Esta perla negra se ha presentado en Europa y Estados Unidos, donde tuvo éxito rotundo, que la ha consolidado como una de las figuras jóvenes más destacadas de la actual música africana.

El quinto disco de Cumbancha hasta el momento es “Afriki” del músico maliense Habib Koité y su grupo Bamada, con dos discos anteriores que lo catapultaron a la fama y el reconocimiento internacionales, “Ma Ya”, de 1998, y “Baro”, de 2001. Con más de 250 mil álbumes vendidos en todo el mundo, casi mil conciertos en algunos de los escenarios más prestigiosos del mundo, hoy en día Koité es uno de los músicos más queridos y populares de África. En este disco, presenta canciones que reflejan su enfoque particular e innovador de los diversos estilos de la música maliense en el que se advierte más asentado, más dado a la búsqueda del equilibrio que al brillo de su virtuosismo en la guitarra.

Así, a casi dos años de su creación, Cumbancha se ha consolidado como una opción interesante en el ámbito de Música(s) del Mundo con cinco producciones, las tres primeras realmente excepcionales y las dos más recientes, en mi opinión, sin dejar de ser muy buenas, no alcanzan tal calificación, sobre todo si tomamos en cuenta que la música del continente africano, o por lo menos la más conocida, ya no resulta tan desconocida a nuestros oídos. No obstante, la cosecha es buena. Sin duda, el reto para Jacob Edgar y su equipo será superar los logros obtenidos hasta ahora, por lo que la pregunta surge inevitable: ¿qué sacará Cumbancha en 2008?

Comentarios a esta nota: gregorio.martinez@azteca21.com

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