En la zona arqueológica de Tamtoc, SLP, siete etnias cerrarán la celebración del “Día de Muertos”

El 'Encuentro de rituales. Procesión
de espíritus' inició en el 'Museo
Nacional de Culturas Populares' con
una danza tenec y dos totonacas
Foto: Cortesía
Ramona Miranda/CONACULTA

Ciudad de México.- 6 de Noviembre del 2007 .- (Ángel Trejo/CONACULTA) Para la mayoría de los mexicanos la celebración del Día de Muertos concluyó el 2 de noviembre, pero no para algunos de los pueblos indígenas de la Huasteca. El pasado fin de semana danzantes y músicos ténec y totonacos de los pueblos de Huehuetlán, (San Luis Potosí), y El Cedral (Papantla, Veracruz), iniciaron en el Museo Nacional de Culturas Populares una muestra de sus tradiciones funerarias que culminará el 28 y el 29 de noviembre, en el centro ceremonial de la zona arqueológica de Tamtoc, San Luis Potosí, donde participarán grupos indígenas de siete etnias prehispánicas.

No se trata de un maratón de Día de Muertos, sino de una demostración de la profundidad y extensión de la tradición funeraria prehispánica, que en el caso de muchos pueblos indígenas no se limita a las fiestas de inspiración cristiana Todos los Santos y Fieles Difuntos, celebradas el 1 y 2 de noviembre, sino que mantienen fechas y elementos rituales originales practicados desde antes de la conquista española.

La primera muestra del Encuentro de rituales. Procesión de espíritus se dio el sábado 3 y domingo 4 de noviembre, en el Patio Jacarandas del Museo Nacional de Culturas Populares, con la interpretación de las danzas El Rey Colorado, de la etnia ténec de San Luis Potosí, y Los huehues y El Matarachín, de los totonacos de Papantla, Veracruz.

La danza El Rey Colorado fue ejecutada por 20 mujeres y 20 hombres ataviados con su vestuario tradicional. Las primeras con falda negra, blusa rosa, quexquémetl y petob. El quexquémetl es un códice en el que están reseñados los principales elementos de la cultura ténec o huasteca: el Árbol de la Vida, la Madre Tierra, el agua y el maíz.

El petob es una corona de estambres rojos, naranjas, amarillos, rosas y verdes, colores que simbolizan los cinco puntos cardinales: norte, oriente, centro, sur y poniente, que a su vez representan calor y frío; la luz, la vida y el sol, el maíz, la tierra y la fertilidad y la plenitud de vida que se alcanza con la muerte.

La mayoría de los hombres de la danza El Rey Colorado viste calzón y camisa de manta. Una tercera parte usa camisa roja cruzada con grueso listón azul. Ellos encarnan al Rey Colorado, personaje que evoca a los tlatoanis aztecas, que desde el siglo XIV conquistaron la región ténec y obligaron a los habitantes de estos pueblos a pagar un tributo anual de maíz en la temporada de cosecha.

La danza simboliza la cosecha del maíz, la tercera y última de las tres etapas del ciclo agrícola, integrado además con la siembra y el estreno del maíz. Cada una de las etapas tiene su propia fiesta y la dedicada a la cosecha coincide con la Fiesta de los Muertos. Los difuntos visitantes se quedan y participan también de los festejos de la cosecha maíz y del fin del ciclo agrícola.

La coreografía de El Rey Colorado es muy sencilla: los 40 danzantes se desplazan de derecha a izquierda a pasitos cortos, arrastrados y monótonos, siguiendo la ruta del sol. Lo hacen en fila india y en círculo portando candelas, incensarios de copal, flores de cempasúchil y terciopelo. Algunas de las mujeres llevan canastas con mazorcas, tortillas, frutas, tamales y otros alimentos.

De acuerdo con Florentino Martínez Terán, miembro del Consejo de Ancianos de Huehuetlán, pueblo ubicado entre Ciudad Valles y Tamazunchale, esta tradición funeraria y las fiestas de ofrenda al maíz en la región ténec proceden de hace 2,500 años. Cada comunidad tiene por lo menos un grupo de danza y el número total de grupos de baile ténec es de 400 con su respectivo trío musical, integrado con violín, guitarra y jarana.

El repertorio de sones que animan las danzas llega a las 140 piezas y las coreografías son cinco, las cuales se bailan según la fiesta: Tscason, Monarca, Moctezuma, Policson y Malinche. El Rey Colorado es una danza Tscason, se baila exclusivamente en la temporada de cosecha y en la fiesta de los muertos. Su interpretación puede durar hasta 24 horas continuas con breves descansos para comer, beber y hacer otras necesidades.

La Huasteca potosina abarca 16 municipios, de los cuales 10 son ténec, seis de habla nahua y tres pames. Las comunidades ténec tienen una población mayor a los 100 mil habitantes. Sus gobiernos tradicionales están regidos por consejos de Ancianos, de Mujeres y de Jóvenes, electos democráticamente cada cinco años.

Antes de la interpretación de El Rey Colorado, la gobernadora del Consejo de Mujeres de Huehuetlán puso un collar de flores a la directora general de Culturas Populares del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA),  María Antonieta Gallart, y, al término de su demostración, compartieron con el público el platillo emblemático de la región huasteca, zacahuil.

El grupo coreográfico totonaco de El Cedral interpretó cinco danzas de huehues (viejitos) con el acompañamiento de un dúo de violín y guitarra, que interpretó los sones La entrada, El panadero, La polla pinta, La media bamba y La canasta. Esta danza representa la visita de los muertos y su participación activa en su fiesta.

El grupo lo integran 16 danzantes disfrazados con vestimenta estrafalaria, máscaras y embozos de paliacates o lentes oscuros. Todos son hombres, pero una tercera parte viste de mujer; otros representan a la muerte en esqueleto y con guadaña, otros al diablo, y unos más a los difuntos recientes y queridos del pueblo.

Los dirige El Caporal, vestido a la usanza charra, botines vaqueros, espuelas, chaparreras, sombrero de alas grandes y reata en mano. También bailan en círculo simulando el giro del sol. Sus pasos son más animados y zapateados, evidenciando la mayor participación de elementos dancísticos españoles o mestizos. Hay gritos, gesticulaciones y diálogos.

La Danza de los Huehues de El Cedral es exclusiva para la Fiesta de los Muertos y se rige por un código que exige a sus integrantes abstinencia sexual antes de la representación, mantener el anonimato, no denominarse entre ellos con sus nombres propios, no descubrirse ante el público y bailar con las personas que lo soliciten. La infracción a estas reglas implica un castigo y la mayor sanción consiste en la aparición de El Matarachín.

Es un personaje raro, monstruoso, pues representa la figura de un hombre con dos cabezas, una en cada extremo de su cuerpo que están simuladas con máscaras. Aparece en el centro del círculo de la danza, está envuelto con cobijas y amarrado de tobillos, rodillas y tronco junto con los brazos. Al principio permanece tirado e inerte, luego empieza a moverse como un gusano, girando por ambos lados.

Conforme el son de El Matarachín crece en intensidad, alza uno de sus troncos en ángulo recto; luego el otro, sin dejar de moverse en círculo. Se golpea con sus respectivos rostros. Más adelante se pone de pie y baila a saltos, para finalmente volverse a inclinar y recostarse en el suelo para quedar inmóvil hasta que llegan los huehues, quienes lo levantan en vilo y lo sacan. Así termina la danza.

“El Matarachín es un castigo divino mediante una deformación de la naturaleza. Es un fenómeno como el que ocurre con los niños que nacen deformes. Representa también la lucha entre la vida y la muerte, y la del bien con el mal. Proviene de tiempos muy antiguos. En el pueblo se habla de que ha sido representada por más de 200 generaciones”, dijo Gilberto López Luna, quien lleva 12 años encarnando al personaje.

En la región de Papantla sólo la representan en El Cedral y otra comunidad totonaca, donde los muertos que representa el grupo de danza recorren las calles y las casas bailando y aceptando la comida y la bebida que la gente les ofrece. “Los danzantes deben hacer la promesa de bailar siete años seguidos, asumiendo el riesgo de que si no cumplen les puede pasar algo”, dijo Francisco Gutiérrez López, director del grupo.

Durante el inicio del Encuentro de rituales. Procesión de espíritus, la antropóloga María Antonieta Gallart presentó el fonograma Puro vinuete. Música de velación de cruz, Angelitos y Xantolo en la Huasteca, del trío musical Los Seguidores de la Huasteca, integrado por Mauricio Hernández (violín, Joaquín Morales (jarana) y Juan Peña, (guitarra huapanguera).

El trío es oriundo de la comunidad Chilocuil, de Tamazunchale, San Luis Potosí, la cual pertenece a la etnia nahua de esa entidad. El disco reúne 14 minuetes de ofrenda a los muertos durante la fiesta del Xantolo (Día de Muertos). Fue producido por la Dirección General de Culturas Populares del CNCA dentro su colección fonográfica Eterno Retorno.

En la ceremonia culminante del Encuentro de rituales. Procesión de espíritus, el 28 y el 29 de noviembre en la gran pirámide ténec de Tamtoc, San Luis Potosí, participarán danzantes nahuas, pames, chichimecas, mazahuas y mazatecos.

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