Concurso de Pastorelas entre reclusos de diversos centros de readaptación social de la República

 Concurso de Pastorelas entre reclusos de diversos centros de readaptación social de la República
Cada año se inscriben en los
talleres alrededor de sesenta
centros de readaptación
de 18 estados del país
Foto: Cortesía
Jorge Vargas/CONACULTA

Ciudad de México.- 2 de Noviembre del 2007.- (Gabriel Ríos/CONACULTA) El XV Festival Hispanomericano de Pastorelas auspiciado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México y la Sociedad General de Escritores Mexicanos (SOGEM), se realizará en diciembre en el Reclusorio Preventivo Oriente, con la participación de 50 reclusos que concursarán con otros centros de readaptación social de la República.

 

En el inicio del armado de la pastorela fueron convocados más de sesenta talleristas de diversos estados, dándoles la bienvenida Carlos Morell, director del Festival, quien habló sobre los orígenes de las pastorelas, cuya trama siempre ha sido fársica, lúdica y muy colorida.

 

La estructura de una pastorela, afirmó Morell, previo al primer ensayo en el auditorio del Reclusorio Preventivo Oriente, se desarrolla mediante una presentación, desarrollo, clímax y desenlace, según la teoría dramática de Aristóteles. En la actualidad, aunque tuvo su decaimiento en los albores del siglo XX, su renacimiento se da a mediados de los cincuenta.

 

Dijo que una pastorela sí necesita una presentación, anunciación y el juramento del Diablo acerca del impedimento para que nazca el niño Dios. De ahí que el nudo de la obra, –con personajes como los pastores, los arcángeles Gabriel, Miguel y el demonio– son los pecados capitales: la gula, soberbia, ira, lujuria, avaricia y envidia entre otros, que se contraponen a la templanza, humildad, paciencia, diligencia, castidad y largueza.

 

Las pastorelas, para Carlos Morell, quien lleva 15 años trabajando en  esta tradición mexicana, buscan, por supuesto, divertir, reflexionar pero también integrar a grupos sociales. Una de las labores más interesantes del taller y del Festival, es generar herramientas para su continuidad y cumplir con los objetivos trazados.

 

“Lo del nombre de Festival Hispanoamericano de Pastorelas obedece a que en un principio pensábamos sólo en  España y México, pero nos hemos extendido a otros países como Canadá, Inglaterra y Francia, dijo Morell.

 

“La pieza que estamos trabajando en el Reclusorio Preventivo Oriente y en otros centros penitenciarios, es con el objetivo de que los grupos de internos se integren a partir del texto de la pastorela y reflexionen sobre su realidad, porque eso les va a permitir ser mejores, más tolerantes, respetuosos, relajarse, autocriticarse y divertirse de manera sana.

 

“Estoy convencido de que hace quince años, cuando se estaba desarrollando mucho la idea de globalización, de rompimiento de fronteras, me decía que eso era importante e incluso me declaro un ciudadano global, pero soy mexicano por nacimiento y convicción. Si queremos realmente integrarnos a una aldea global, tenemos que saber de dónde vinimos, quiénes somos, para no convertirnos en una caricatura de una cultura extranjera.

 

“Pensé que las pastorelas nos pueden ayudar a entendernos. Descubrí que la pastorela en sus diferentes modalidades (la indígena-religiosa y, en especial, la social o familiar) tiene un elemento absolutamente integrador.

 

“Hace quince años sólo creía en preservar la tradición mexicana. Hoy la promuevo por su gran auge y aceptación en el público.

 

“De lo que se trata, es de realizar un taller en el que participen los internos, explorar nuestras ideas. En dos horas podemos bosquejarla; el concepto es el mismo que podemos aplicar en cuanta cárcel quiera participar, para que los internos puedan desarrollarse y relajarse, sobre todo como un acto comunitario.

 

“Nosotros hemos impartido talleres en más de cien reclusorios. Cada año se inscriben alrededor de más de sesenta centros de readaptación de 18 estados del país. El efecto es muy interesante, porque los resentimientos que se generan en las familias comienzan a disminuir. Hace unos años hicimos un programa con la Procuraduría Social, con los vecinos de las unidades habitacionales. Fue muy interesante porque son semilleros de violencia e intolerancia. En la pastorela las personas se relajaron”, finalizó.

Redacción Azteca 21

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