Peculiar ofrenda a Diego Rivera niño, apodado “Chile Bola” en su infancia, en el “Museo de El Carmen

En la ofrenda, el visitante podrá
apreciar fotografías del llamado
padre del movimiento muralista
cuando era niño
Foto: Cortesía INAH

Ciudad de México.- 31 de octubre del 2007.- (CONACULTA) Como ya es tradición en estas fechas, el Museo de El Carmen del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), realiza la ofrenda de el día de muertos, dedicada en esta ocasión a la memoria de Diego Rivera niño, importante artista de la historia mexicana en cuestión de pintura e  integrante de la trilogía de muralistas representantes del movimiento pictórico junto con David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco.

En el marco de los festejos del llamado año de Frida y Diego, el artista, también conocido como el sapo, recibe un homenaje póstumo en las celebraciones del día de muertos. "Estas ofrendas que hacemos año con año en las instalaciones del museo, están dedicadas a san angelinos (habitantes de San Ángel) destacados y en esta ocasión, quisimos hacer algo diferente a los otros museos dedicando este altar al artista cuando era niño, declaró Alfredo Marín, director del Museo.

En la ofrenda, el visitante podrá apreciar fotografías del llamado padre del movimiento muralista cuando era niño, en distintas edades y distintos momentos en que fue retratado, gracias a la cooperación de Guadalupe Rivera, hija del pintor, quien ha colaborado en la realización de esta muestra.

Conocido en la infancia como chile bola por picante y gordo, Diego Rivera comienza la vorágine de su vida al momento de nacer un 8 de diciembre de 1886 en el estado de Guanajuato.

El altar de Día de Muertos con el
que se honra la memoria infantil
del artista se podrá visitar hasta
mediados del mes de noviembre
Foto: Cortesía INAH

Este acontecimiento no lo arrojó solo al mundo. Con él había nacido su hermano gemelo, Carlos María, considerado por su madre como el “bonito" de los dos, contrario a lo que pensaba de Diego, al cual llamó “gordito y feito”.

Después de 18 meses de vida, murió uno de los gemelos quedando el otro acompañado por su tristeza y soledad, según palabras de la doctora Guadalupe Rivera.

"Mi padre era un niño solitario, no se relacionaba fácilmente con otros niños, además que pasaba sus días rodeado de adultos por lo que se refugiaba en pintar todo lo que estaba a su alcance como locomotoras de vapor, maquinistas y paisajes en un cuarto que mi abuelo le había acondicionado con pizarrones y tizas de colores", agregó la doctora Rivera.

Las experiencias poco comunes que vivió en su infancia fueron suficientes para marcarlo de por vida y fincar los cimientos del carácter e ideología que lo distinguieron a lo largo de los años entre los círculos artísticos y políticos a los que perteneció.

Un ejemplo de lo anterior fue la visita que hizo con su padre a una de las minas que poseía la familia, en donde presenció una de las mayores huelgas mineras ocurridas en Guanajuato.

Ahí se dio cuenta de las condiciones de pobreza que imperaban entre los operarios, peones y jornaleros del campo así como de los mineros huelguistas, hechos que dejaron una huella imborrable en su memoria mismos que plasmó años después en sus murales.

Sus primeras experiencias escolares fueron contradictorias: su padre lo inscribe en una escuela laica con una matricula de profesores socialistas suceso que contrapuntea con la escuela jesuita a la que es incorporado tiempo después por su madre.

En ambas experiencias académicas, aprende más francés que español y obtiene la Medalla de Oro por su destacado desempeño como dibujante. Posteriormente se enfrenta a una de las decisiones más importantes que debía tomar desafiando los deseos de su padre.

Por órdenes de éste, ingresa al Colegio Militar del cual a los pocos días escapa para seguir sus estudios en la Academia de Bellas Artes, con la ayuda de su tía Emilia, hermana de su papá y esposa del político José Natividad Macias. Es así como comienza la carrera artística y contestataria que se conoce de Rivera.

Por todo lo anterior y por tantas otras cosas que biógrafos e historiadores han escrito y dicho acerca de la figura del maestro Diego Rivera, se honra la memoria infantil del artista con un altar de día de muertos desde el pasado 25 de octubre y hasta mediados del mes de noviembre en las instalaciones del Museo de El Carmen ubicado en avenida Revolución esquina con Monasterio, colonia San Ángel.

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