“Al diablo con la muerte, mientras la vida dure”, comenzó la VII Feria de las Calacas en el CENART

 “Al diablo con la muerte, mientras la vida dure”, comenzó la VII Feria de las Calacas en el CENART
La VII Feria de las Calacas
permanecerá abierta,
en Calzada Churubusco
y Tlalpan, hasta el 4 de noviembre
en horario de 10 a 21 horas
Foto: Cortesía CONACULTA

Ciudad de México.- 30 de octubre del 2007.- (Héctor Campio/CONACULTA)  Este domingo comenzó la Séptima Feria de las Calacas en el Centro Nacional de las Artes. No obstante las bajas temperaturas, desde muy temprana hora  familias de la ciudad de México comenzaron a llegar a un costado del Auditorio Blas Galindo, donde ya se expendían gorditas de nata, pan de muerto, tamales en hoja de plátano y atole de pinole y amaranto.

 

Acertadamente resulta el refrán cuando dice: “El que por su gusto muere, hasta la muerte le sabe”, pues con su vaso de atole en mano, los primeros visitantes de la Feria contemplaron los objetos artesanales en la exposición antes de decidir alguna compra. Otros entraron sin preámbulo a las carpas de antojitos para disfrutar de tamalitos costeños, de frijol con mole y de amaranto con piña, directamente de San Gregorio, Xochimilco.

 

Pan de muerto azucarado y en forma de muñequito se ofreció como degustación a los visitantes, quienes no dudaron en comprar algunas piezas completas para su merienda. A su vez, los niños preferían las paletas y calaveritas hechas de chocolate, de amaranto con cacao, pepita y cacahuate.

 

A lo largo de un pasillo tapizado con pétalos de flor de cempasúchil y aserrín de colores, artesanos de Tláhuac, Xochimilco y Milpa Alta expusieron lo más novedoso en su producción de temporada.

 

De los cuatro elementos necesarios para montar una ofrenda tradicional:  fuego, agua, tierra y viento, fue el primero el que ocupó mayor atención para los visitantes a la feria y artesanos. Candelabros de hierro con siluetas de calaveras danzantes, pequeñas custodias de barro cocido en forma de cráneos, velas de cera escamada y panecitos de muerto con pabilo y aroma a canela, figuraban como decoradores ideales de una mesa de banquete para muertos.

 

“Al vivo todo le falta y al muerto todo le sobra”, sentencia la sabiduría popular. Nunca mejor dicho que en la Feria de las Calacas, pues la variedad de artesanías abarca todos los gustos y edades: de la joyería femenina con motivos fúnebres (lentes, aretes, collares, pulseras) pasando por la curiosidad en miniatura (trajineras de Xochimilco con calaveritas navegantes, calaveras hechas de papel maché y migajón) y el juguete tradicional mexicano, hecho de madera y latón.

 

La calaverita de azúcar, un objeto clásico de la temporada de Muertos, se vendía ya en nuevas formas. Monjitas y monjecitos blancos de dulce se enfilaban en una de las mesas, mientras a un costado se exhibían calaveras decoradas con semillas naturales, pero no comestibles.

 

A lo largo de toda la Feria, las enormes figuras en cartón de Frida Kahlo y Diego Rivera eran retratados en compañía de niños, parejas de novios y familias completas. No eran los únicos fotografiados, pues los visitantes encontraron en las calaveras de papel maché preciosos objetos decorativos para las pantallas de sus teléfonos celulares.

 

Sin sol, pero con mucho ánimo, la agrupación musical Itacate de Cuentos interpretó algunas narraciones de los pueblos mexicanos sobre el Día de Muertos. Creencias, leyendas que pasaron de boca en boca desde la época colonial y otros relatos más recientes, fueron bailados al compás de la música por La Catrina, quien montada en un par de zancos atrajo la simpatía y atención de los niños.

 

La Séptima Feria de las Calacas permanecerá en el Centro Nacional de las Artes, en Calzada Churubusco y Tlalpan, hasta el 4 de noviembre en horario de 10:00 a 21:00 horas. Su organización está a cargo de la Coordinación Nacional de Desarrollo Cultural Infantil como parte de su programa Alas y Raíces a los Niños. La entrada es libre.

Redacción Azteca 21

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