2008 la cita por llegar
POR LA ESPIRAL
Claudia Luna Palencia
-2008 la cita por llegar
-Pobre campo mexicano
-No todo es presupuesto
Presentar un corredor en las Olimpiadas sin la suficiente capacitación, preparación física y mental es anticipar un evidente fracaso, eso mismo experimenta México con el sector agropecuario ante la competencia del TLCAN.
Soñamos con entrar al primer mundo pero lo hicimos sobre del andamiaje caduco del tercer mundo, con asimetrías que nunca fueron corregidas, vicios de producción, mala tecnificación, generaciones de mexicanos anquilosados en el autoconsumo en situaciones precarias de salud y educación.
Por la parte mexicana, los negociadores del tratado defienden que pusieron entre corchetes la apertura total del sector agropecuario, a partir del primero de enero del 2008, para no afectar las actividades del sector primario de la producción.
Señalan que lo hicieron para darle tiempo al campo para renovarse e incrementar su competitividad. La nota curiosa de dicha negociación es que mientras Estados Unidos presionó a México para aceptar la apertura total libre de aranceles en los productos primarios, Canadá, el otro socio del tratado, dejó fuera del tema a los productos avícolas y lácteos.
En cambio en México los negociadores, como un síntoma de debilidad entre las partes, lo aceptaron todo. La diplomacia sirvió nada más para poner a plazos la apertura pensando en que al diferirla, el proceso gradual sería menos brutal que hacerlo de golpe.
No obstante, corrieron los años, pasaron dos sexenios completitos y ni el presidente en turno, ni los pésimos funcionarios elegidos al frente de SAGARPA mostraron facultades para trabajar en pro de eliminar los rezagos y las asimetrías en el sector agropecuario, ni mucho menos hacer algo por impulsar la competitividad.
Finalmente dentro de 62 días exactos comenzará a operar la apertura total de las fronteras para la importación de maíz, frijol, azúcar y leche proveniente de Estados Unidos, lo que convoca al cuarto para las doce reuniones de urgencia de las asociaciones campesinas involucradas, foros de análisis, encuentros académicos y promesas de gabinete en pro de un mayor presupuesto para el campo.
A COLACIÓN
¿Es demasiado tarde? Me parece que nunca lo es si se logra trabajar en corregir directamente los errores estructurales.
El campo y los productores en México merecen una atención que nunca han tenido, sobra decir de la manipulación política de la que han sido objeto de forma histórica y de una Revolución que les cumplió a medias a los más pobres hijos del campo.
El campo en México tiene muchos rostros, distintos niveles de competitividad, una complejidad ambiental y en su ecosistema dependiendo de la zona de actividad.
Desde la implementación del TLCAN, el primero de enero de 1994, el sector primario de la producción ha venido adelgazando en su participación en la generación de la riqueza del país.
Así, el sector primario de la producción en su contribución al PIB, pasó de un promedio del 7% en la década previa a la entrada en vigor del tratado, a achicarse a la mitad en la década posterior.
En la contribución agrícola al crecimiento de 1993-2004 encontramos que varios estados son de base agrícola por ejemplo Zacatecas y Sinaloa, en menor proporción Chiapas, Guerrero, Hidalgo, Durango, Oaxaca y Querétaro.
De igual forma la población ocupada en actividades agropecuarias y alimenticias ha disminuido: en 1993 había 8 millones 842 mil 774 trabajadores del campo y en 2003 bajó a 6 millones 813 mil 644 personas.
Las familias en el campo dedicadas al autoconsumo y la producción a menor escala para una comercialización de subsistencia han logrado adaptarse a los nuevos vientos del tratado, sorteando el vendaval gracias a la migración, los dólares en formas de remesas que reciben semanalmente y la transformación de los subsidios gubernamentales en ingresos a través de programas de transferencias monetarias condicionadas operados mediante la Sedesol y SAGARPA.
Los menos afortunados del proceso de gradual liberalización y aumento en la importación de cupos son los micro, pequeños y medianos productores, los que no tienen forman de compensar las pérdidas enviando al exterior su producción; los que están sujetos al mercado interno cada vez más inundado de insumos primarios provenientes del extranjero, sobre todo de Estados Unidos.
Ellos son los más afectados, la puntilla del 2008 con las fronteras abiertas, los pone entre la espada y la pared.
GALIMATÍAS
El estudio “El TLCAN y agricultura mexicana. Lecciones a 10 años” elaborado por Rita Schwentesius y Manuel Ángel Gómez de la Universidad de Chapingo, desnuda en números la mala negociación que México signó en el texto del tratado.
“Se negoció sin tener la experiencia completa del TLC entre Estados Unidos y Canadá; los capítulos 19 y 20, referentes a diferendos y controversias comerciales, son insuficientes en su contenido para resolver realmente los conflictos. Su contenido lleva a un circulo vicioso sin solución.”
Los autores demuestran la desigualdad jurídica: Estados Unidos negoció un Free Trade Agreement, un Acuerdo, mientras que para México es un Tratado (con carácter de ley), de ello se derivan márgenes jurídicos para la revisión del TLCAN.
Pero además de la inequidad jurídica, en la práctica la competencia es desleal dado que los productores de Estados Unidos reciben, con la nueva Farm Bill, 70% más de apoyos.
En cambio, en promedio de los años 1999 a 2001, los subsidios representaron en México el 23% del valor de la producción de los productores, mientras que en Estados Unidos alcanzaron el 47% y en Canadá 26 por ciento.
Schwentesius y Gómez añaden que los productores de Estados Unidos tienen un apoyo por hectárea de 120 dólares y los de México de 45 dólares.
Los productores de Estados Unidos cuentan con explotaciones promedio de 29 hectáreas (tierra arable) frente al 1.8 hectáreas en México.
“Pero no solamente existen asimetrías en cuanto a los montos de subsidios, sino también en cuanto a su poder de impacto hacia el largo plazo y su capacidad de generar innovaciones tecnológicas en un contexto de competencia abierta”.
En ese sentido los socios comerciales de México están favoreciendo los subsidios a través de los servicios como por ejemplo: investigación, desarrollo, universidades, infraestructura, comercialización, promoción y reservas estatales.
En contraste en México la reacción oficial recurre a utilizar paliativos que no transforman los vicios estructurales, contribuyendo con ello a perpetuar los errores.