La esperanza de los microcréditos
POR LA ESPIRAL
Claudia Luna Palencia
-La esperanza de los microcréditos
-Empoderamiento, funciona
-Yunus el parteaguas. A imitar
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) señala que los mercados financieros en América Latina se caracterizan por ser de corto plazo, procíclicos y con bajos niveles de bancarización. Poco más del 10% de los hogares tiene acceso a los sistemas financieros formales.
En México, la sub bancarización evidente encuentra en la falta de escrituras, títulos de propiedad y regularización de tierras, a la piedra angular para millones de mexicanos que no pueden acceder a préstamos ni financiamientos, al carecer de avales.
Si el gran sistema financiero no funciona para todos, entonces es el gobierno mediante sus instrumentos de políticas públicas y de instituciones el que debe subsanar que la gente no tenga canales de acceso al ahorro o al crédito. Sobre todo canales formales, porque el gran peligro es que la gente desplazada por el sistema financiero acuda a ahorrar y financiarse en la informalidad.
Precisamente la Cepal indica que la profundización en el acceso a los sistemas financieros mediante políticas públicas destinadas a fortalecer la institucionalidad bancaria y a estimular la creación de nuevos instrumentos financieros puede tener un impacto significativo sobre las condiciones sociales y la equidad.
En este contexto, la evidencia empírica demuestra que las microfinanzas pueden transformarse en un vehículo muy importante para mejorar las condiciones productivas y sociales de los grupos más pobres y vulnerables de las sociedades latinoamericanas.
En este marco, la Cepal realizó estudios sobre diversas experiencias regionales en materia de bancarización y microfinanzas, como parte del proyecto “Fortalecimiento del rol de las instituciones financieras regionales y nacionales para el desarrollo social sostenible” (Strenghthening the Role of Regional and National Financial Institutions for Sustainable Social Development).
Entre las investigaciones destaca la de Chile con BancoEstado Microempresas S.A (BEME), analizada por Christian Larraín.
En América Latina, el desempeño de BEME ha sido altamente exitoso, tanto comparado con su propia historia, como respecto de las instituciones de microfinanzas y de algunos bancos chilenos donde se puede hacer alguna comparación.
Larraín documenta que el BEME ha mostrado un fuerte crecimiento en cobertura (con 216 mil clientes) y monto colocado (400 millones de dólares), siendo la entidad con más colocaciones en microcréditos de la región.
Este crecimiento en colocaciones se ha hecho bajo condiciones de riesgo controlado. El índice de riesgo de la cartera de BEME nunca ha superado el 2 por ciento. Esta cifra es comparable con las mejores instituciones de microfinanzas de la región y está muy por debajo del riesgo de la gran mayoría de las instituciones de microfinanzas.
La eficiencia (medida como gastos de administración y personal sobre margen bruto) también ha mostrado un mejoramiento constante, llegando en 2006 a menos del 55 por ciento.
A juicio de Larraín, un papel central en el logro de esta eficiencia ha sido la productividad de sus oficiales de crédito: los ejecutivos de BEME manejan un promedio de 600 clientes cada uno. Esta última es una cifra superior a la gran mayoría de instituciones de microfinanzas, incluidas las mejores entidades.
A COLACIÓN
¿Se puede prestar a los pobres sin corres riesgos? ¿Las instituciones financieras que operan programas de financiamiento pueden hacerlo con números negros? ¿Es viable formar organismos privados para dar créditos a los más desprotegidos sin arriesgar la naturaleza del lucro?
Poco a poco más caminos desvelan que los microcréditos sean otorgados por organismos de naturaleza pública o privada funcionan en la medida en que cumplen con: 1) Son focalizados. 2) Hay un retorno semanal. 2) Se selecciona a mujeres atendiendo al empoderamiento.
Es probablemente la práctica de Muhammad Yunus, en Bangladesh, con los microcréditos de origen privado la que va sirviendo de modelo tanto para otras organizaciones privadas como públicas.
Yunus, Premio Nobel de la Paz 2006, tiene en Dhaka, Bangladesh, el centro de operaciones del Grameen Bank, el llamado “banco de los pobres”.
El gran logro del doctor graduado en Gran Bretaña es impulsar los microcréditos para los más necesitados de su país, primero con préstamos de a poquito y con pagos-compromiso a la semana. Así, seis millones de familias bangladeshíes han salido de la pobreza.
Hay quien acude al Grameen, sobre todo mujeres, para pedir un préstamo para comprar una vaca lechera o una máquina de coser; se trata de detonar las habilidades en conjunción con los elementos del medio para intentar, dentro de la adversidad, crear condiciones para salir de la pobreza.
Se vuelven una especie de microempresarios espontáneos que semanalmente acuden al Grameen para pagar la cuota que les corresponde por el crédito asumido, por ende, van aprendiendo el valor de la cultura del pago, del respeto por los compromisos, porque eso les lleva a otras puertas de nuevos créditos con el banco de Yunus. Y entonces los sueños de un taller, una casa de adobe o un hijo en la universidad pueden cristalizarse.
Lo más aleccionador de la institución es su carácter inusual: no pide ningún tipo de aval y prescinde de documentos jurídicos porque no tiene intención de llevar a ningún prestatario ante los tribunales por morosidad. Su base es la confianza, creer en el otro.
Por cierto que la última idea de Yunus es la de “mujeres teléfonos” o “mujeres móviles”, el Grameen solicitó una licencia de telefonía móvil para que las mujeres compren teléfonos y cobren por las llamadas.
GALIMATÍAS
En México, los programas públicos a favor de los microcréditos van avanzando hacia la focalización.
De acuerdo con el Sexto Informe de Gobierno 2006, en apoyo a la política de promoción e impulso a los emprendedores de bajos ingresos, el Programa Nacional de Financiamiento al Microempresario (PRONAFIM) y el Fondo de Microfinanciamiento a Mujeres Rurales (FOMMUR) impulsaron el desarrollo de un sistema de instituciones de microfinanciamiento a través del otorgamiento de apoyos por 2 mil 793.7 millones de pesos que permitieron dar 2.1 millones de microcréditos en el periodo 2001-2006.
El Fondo Nacional de Apoyos para Empresas en Solidaridad (FONAES), durante 2001 a junio de 2006 dio recursos por un monto de 3 mil 634.5 millones de pesos, para beneficio de 20 mil 031 empresas sociales y proyectos productivos.