¿A poco no lo sabían?
POR LA ESPIRAL
Claudia Luna Palencia
-¿A poco no lo sabían?
-Fox: ganó 2 millones de euros
-Credibilidad entre cortinas
Aquello de la riqueza no se esconde le llega al dedillo al ex presidente Vicente Fox, esposa y familia. ¿Lo perdonamos?
La prensa internacional ventila el caso Fox desde el escándalo por las fotos, acaso evidencias del remozamiento de lujo en el rancho San Cristóbal con lago, cabañas, cancha de fútbol y un garaje para quince vehículos, emulando al de la Reina Isabel II.
La credibilidad del ex presidente en picada, otrora manejada por empresas dedicadas a crear opinión, maquillar imágenes, destacar las relaciones públicas y medir sondeos para traducirlo en popularidad.
Ya nadie se cree eso de “Fox no sabe gobernar, no tiene talento para ello, pero es bonachón”. La perversidad viste de muchas maneras y si lo combinamos con la ambición el resultado es arriesgado más para alguien que tiene entre sus manos la delicada tarea de gobernar para millones de personas.
Alguien se equivocó, otra vez nos engañaron. ¿De verdad no nos dimos cuenta? En el antes y el después, en seis años, el ex presidente Fox salió con una bolsa declarada de dos millones de euros, de acuerdo con el periódico español ABC en su edición del lunes pasado.
Otra vez la tibieza o el temor. Los mexicanos en el tránsito en la democracia no maduramos un carácter cívico, ni siquiera llegamos a la mayoría de edad en la aplicación de la ciudadanía, de una que obliga y al tiempo concede el derecho para exigir las cuentas claras a los gobernantes cuando están en pleno ejercicio de funciones y no cuando ya se han ido.
El sexenio de Fox estuvo plagado de excesos, todos lo sabemos y somos cómplices porque nos callamos, bajamos la cara. Sabíamos de las arbitrariedades de la señora Marta Sahagún.
Los empresarios, cierto grupo por supuesto, se volvieron incondicionales de la nueva pareja, inexperta y ambiciosa; deseosa de aceptación, de poder de picaporte para entrar a la high class.
El cobijo del poder empresarial sucedió con la Fundación Vamos México, creada por la entonces Primera Dama quien decidió privatizar el carácter asistencial de la función de la consorte al desdeñar la cartera del DIF, quizá porque debe ser fiscalizada y tiene un presupuesto otorgado por el Congreso. Vamos México no, es una institución privada, que vive de las donaciones millonarias.
Jamás debió permitirse la creación de tal fundación haciendo a un lado al DIF. Me pregunto si Vamos México hubiese contado con tanto apoyo si hubiera sido creada tras la culminación del sexenio. No es lo mismo negarse a acudir a la invitación de la esposa del presidente que hacerlo cuando ya dejó el cargo.
Así es que los empresarios buscaron sacar su tajada de provecho si apoyaban a la señora Sahagún, aunque supieran que ella a pesar de que encabezaba una institución privada, lograba beneficiarse del cargo de su marido, del personal de Presidencia y de los recursos.
También los medios de comunicación jugaron un papel tragicómico que hoy buscan subsanar dándole espacio a difundir los excesos de “la pareja presidencial”.
Aquí Marta jugó un papel maquiavélico: asistió a cuanta reunión con los dueños y representantes de los medios de comunicación le invitaron; organizó ella misma convites en Los Pinos para acercarse a diversos periodistas y comunicadores para orientarles “persuasivamente” a favor de hablar y escribir bien acerca del nuevo gobierno panista. La señora metió las manos en cuantas organizaciones pudo porque quería acallar las voces críticas y lo hizo condicionando la llave de la publicidad millonaria del gobierno.
A COLACIÓN
Desde mi punto de vista, el ex presidente Fox rescató las viejas prácticas del priísmo de los excesos, mentiras, corrupción y nepotismo. De todo aquello que los mexicanos quedamos cansados tras largos setenta años de presidencialismo omnipotente. ¿Qué diferencia existe entre el sexenio del presidente José López Portillo y el foxismo?
A la vera va quedándose la capacidad de creer que podemos cambiar, la política ha dejado de ser un vehículo para atraer a los mejores hombres y mujeres, a los más preparados para servir al país, para propiciar un cambio para bien.
La política se anida de huérfanos de ideología, lo mismo son de derecha, centro o izquierda, dependiendo del partido político que les abra un espacio de oportunidades para atender la vía electoral.
El que quiera hacer carrera política lo logra no por su preparación, ni siquiera por sus cualidades o visión, lo hace en la medida que acumula dinero, el suficiente para pagar por un puesto político, para comprar lealtades y sumar intereses de grupo que lo volverán un eterno deudor político.
Los mexicanos sumidos en la pobreza, década tras década, víctimas del agravio de políticos corruptos, de los subsidios que primero medraron con sus ilusiones han decidido no aguantar más, al menos aquellos pobres que viven en el campo y en determinadas áreas urbanas, optando entonces por vender su fuerza de trabajo en la Unión Americana.
Se van las nuevas generaciones que no quieren repetir la historia de sus padres, de las generaciones pasadas, agobiadas por el paso de políticos tras políticos con promesas de terminar con la pobreza. Con Fox la salida fue más acelerada porque el fracaso fue inmediato, aunque el ex presidente en su momento lo defendió como un hito cultural.
Los más fregados de este culebrón somos la clase media, la que no podemos salir corriendo a Estados Unidos, ni contratarnos de lavaplatos o de jardinería. Los que hemos ido a la Universidad, pagamos por una hipoteca, las tarjetas de crédito y tenemos hijos que dentro de veinte años estudiarán una carrera universitaria.
La clase media es el grueso del público elector, el voto más importante, ello de forma implícita llevaría a no dejarnos tomar más el pelo. El problema es que: o nos falta carácter o nos gusta vivir en el engaño.
Seguimos eligiendo mal y pagamos por partidos políticos formados por todo tipo de mediocres, bonachones, con grandes ambiciones personales y monetarias.
Lo de Fox no comenzó sólo con el rancho San Cristóbal o con el dinero que amasó para construir el Centro Fox. ¿Por qué si era un próspero empresario, según él, su familia no vivió al estilo palacio hasta que él fue presidente? ¿Por qué dejaron de vestir Suburbia a cambio de Chanel, Armani y Louis Vouitton hasta que él fue presidente?
¿Por qué las cirugías, las toallas de miles de pesos, las joyas y los desfiles de moda, el pago de alquileres de pisos en España e Italia que envolvieron a su primera y segunda familia, cuando Fox ya era presidente?
¿A éste también lo vamos a perdonar? ¿Por ser bueno?