“Cuaderno Salmón”, la mejor revista de literatura editada en México, cumple un año

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tLa revista aspira a tener mil
quinientos lectores, más allá
de los de cajón, es decir,
los otros escritores
Foto: Cortesía 'Cuaderno Salmón'
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“Me gusta la pluralidad que contienen las páginas de Cuaderno Salmón, la ausencia de grupos, la voluntad universal que anima a la revista”, afirma su director, David Miklos.
Por Gregorio Martínez Moctezuma
Corresponsal Azteca 21
Ciudad de México. 28 de septiembre de 2007. “Cuaderno Salmón” nació en agosto de 2006, publicada por Tala Ediciones con el apoyo de la Dirección de Literatura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), entonces a cargo de Gerardo Kleinburg, y lleva cinco números: verano y otoño de 2006, invierno 2006-2007, primavera y verano de 2007. Con cinco secciones fijas (“La imaginación”, “La voz”, “La reflexión”, “Libros” y “La rebaba”), nómina impresionante de colaboradores (Sergio Pitol, José Emilio Pacheco, Juan Villoro, Guillermo Sheridan, Álvaro Uribe, Mario Bellatin, Guillermo Fadanelli, Alejandro Rossi, Christopher Domínguez, Julio Trujillo, Rafael Lemus… y una muy respetable lista de autores internacionales) y decidida pasión por la literatura, “Cuaderno Salmón” es “una publicación […] que apuesta, en medio del ruido y la velocidad, por una lectura lenta y hedonista. Al dominio de la imagen oponemos la morosidad de la palabra. A la complacencia de cierta literatura enfrentamos esta certeza; la creación es crítica y la crítica es creación”, como se indica en el número uno.
Concebida a inicios de 2005, “Cuaderno Salmón” tardó año y medio en concretarse, en salir a la luz pública. Ahora, a un año de su aparición, es sin duda la mejor revista de literatura publicada en México y quizás también en América Latina. Además, un año después de nacida, le llegó el momento de la independencia –o de la sobrevivencia–, pues ya no contará con el soporte de la UNAM. El escritor David Miklos, su director, habla en entrevista acerca de lo que ha representado este primer año de existencia.
David, ¿cómo han sido ese primer año y esos cinco números para la Redacción de “Cuaderno Salmón”?
Ha sido un muy buen año. La revista maduró y creo que esto puede leerse en sus entregas más recientes, nuestros números cuatro y cinco. Me gusta la pluralidad que contienen las páginas de “Cuaderno Salmón”, la ausencia de grupos, la voluntad universal que anima a la revista. Todo bien en nuestra pequeña Redacción durante este lapso.
¿Hay en México –y en otros países– esos tres mil lectores de literatura que buscan? Bueno, dos mil, pues este verano ya no editaron los tres mil ejemplares de los primeros cuatro números.
En realidad, aspiramos a tener mil quinientos lectores, más allá de los lectores de cajón, es decir, los otros escritores y editores que conviven dentro de la arena libresca y literaria mexicana. Confío en que existen, no sólo en México, sino en el resto de América Latina: allí es adonde nos gustaría que se leyera “Cuaderno Salmón”, mucho más que en España. Nos gustaría tender puentes entre todos los países del continente. Lectores hay, encontrarlos es lo que sigue.
Es un acierto el equilibrio de su contenido en cada número, ¿cómo se da la elección de “rescatar” a autores mexicanos –Amparo Dávila, Jesús Gardea, José de la Colina, Josefina Vicens…–, la traducción, la inclusión de poemas, el descubrimiento de autores –como, por ejemplo, la poeta Miyó Vestrini–?
Como casi todo en el mundo editorial, los rescates son tanto accidentales (el encuentro con Miyó Vestrini, por ejemplo, cuando asistí a dar una plática en Venezuela y me regalaron su breve, intensa obra completa) como deliberadamente voluntarios: en la Redacción compartimos una misma idea de canon, y nuestra misión, por así decirlo, es hacerlo evidente. Nos interesa esa literatura en apariencia menor que se ha empolvado o hacia la cual se ha mostrado negligencia, gracias a las lecturas efímeras, aunque masivas, que, cambiantes pero casi siempre las mismas, habitan las mesas de novedades de las librerías mexicanas, hoy casi todas supermercados en los que rige más el olvido que la memoria literaria.
¿Qué les dejó el impulso de la Dirección de Literatura de la UNAM?, ¿cuáles son los retos ahora, con “Cuaderno Salmón” literalmente a contracorriente?
El impulso de la Dirección de Literatura de la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM nos dejó mucho: cinco ediciones de “Cuaderno Salmón”, un volumen y un número, cerca de mil trescientas páginas de literatura. Es una pena que a este proyecto dicha instancia universitaria haya decidido abandonarlo, en lugar de darle seguimiento. En este sentido, queda claro que la libertad que nos dio Gerardo Kleinburg, aparte del apoyo económico que gestó a través de la Dirección, no es algo que le interese a las nuevas autoridades [Sealtiel Alatriste sustituyó a Kleinburg en enero de este año], cuyo interés está más enfocado en el cambio de rector y su reacomodo en la Universidad, además de en proyectos burdos y virtuales que pronto, si no es que ya, serán olvidados.
Me parece que en este año han avanzado un gran trecho, ¿qué se queda fuera de cada edición, qué hay de la tentación o necesidad de reducir su periodicidad?
Queremos mantenernos como hasta ahora: cuatro ejemplares por año, uno cada estación. Fuera de cada edición suele quedarse poco. Y si algo no entra en el número al que fue destinado, lo pasamos al siguiente. Tenemos muy adelantada nuestra programación, sabemos bien qué queremos ofrecerles a los lectores de “Cuaderno Salmón”. Seguimos buscando nuevas voces, rescates, invitando a escritores consolidados, incluso mantenemos la puerta abierta a todos esos escritores que, por pertenencia a tal o cual grupo, no colaboran con nosotros por no sabemos qué designios.
La calidad y la sobriedad los distinguen, los identifican. Creo que la polémica apenas se vislumbra con el ensayo de Sheridan sobre Novo, aparecido en el número cinco, ¿qué senda le espera a la revista?
Habrá, esperamos, polémica. Sin embargo, en este país no suele dialogarse. Es más común el insulto fugaz que el argumento perdurable. Pero pronto publicaremos un texto que quizá encienda algún fuego por allí. Siempre ha sido nuestra intención: provocar. Y lo seguiremos intentando.
Se acabaron las épocas “fundacionales”, “inaugurales” de las revistas, pienso en “Contemporáneos”, “Taller”, “Plural”…, pero “Cuaderno Salmón” nació segura de ser material de colección, así como “Vuelta” fue un “feliz accidente”, ¿qué sino le espera a la revista que diriges?
Rafael [Lemus, el director editorial de la revista] y yo somos jóvenes, él más que yo, así que a “Cuaderno Salmón” le quedan muchas ediciones por delante. Pero, como tiene esta naturaleza mutante, no sabemos bien en qué se vaya a convertir en un mediano o largo plazo. Queremos, eso sí, que se consolide, que sea una referencia, que se lea cada vez más.
Si desea conocer más de Cuaderno Salmón, puede consultar la página http://cuadernosalmon.blogspot.com/, en la que encontrará información de los primeros cinco números y de los lugares en los que se expende.
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