
Ceremonia wirrarika en Centro Cultural del Bosque para proteger a la Tierra del calentamiento global
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La actriz y directora de cine
austriaca Barbara Sackl, se integró
al grupo tocando el tambor,
cantando y traduciendo del
wirrarika al español
Foto: Cortesía CONACULTA
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Ciudad de México.- 27 de Septiembre del 2007.- El grupo ritual wirrarika de San Miguel Huaixtita, del municipio Mixquitic, Jalisco, realizó una pequeña ceremonia de contenido religioso prehispánico en el Centro Cultural del Bosque del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), con el propósito de propiciar la superación de los problemas que enfrenta la “madre tierra” por el calentamiento global.
La ceremonia se realizó a media luz, con numerosas candelitas en uno de los salones de la Escuela Nacional de Danza del INBA, después de que la lluvia impidió que se efectuara en la Plaza Ángel Salas, ubicada entre los teatros El Granero y de la Danza, detrás del Auditorio Nacional.
Los músicos Agustín Salvador Martínez (violín) y Feliciano Díaz Sotero (guitarra), y el marakame (cantador) Rosalío Salvador Carrillo vistieron la indumentaria típica de la etnia wirrarika: rupurero (sombrero multicolor que representa la bóveda celeste), huaraches, morral, camisa y calzón largo de manta bordados con figuras de la fauna y flora sagradas de los huicholes.
La actriz y directora de cine austriaca Barbara Sackl, quien lleva ocho años realizando trabajos de investigación artística en San Miguel, se integró al grupo tocando el tambor, cantando y traduciendo del wirrarika al español. El martes 25 presentó en el Centro del Bosque un documental sobre la vida cotidiana en la escuela secundaria de la comunidad huaxitita y su décimo aniversario, celebrado en 1995.
Don Agustín Salvador y don Feliciano Díaz son maestros de esta escuela. El primero enseña cultura wirrarika y transmisión oral. Es autor de un libro de historia huichola. El maestro Feliciano da clases de derechos indígenas y español. Anteriormente ambos se dedicaban exclusivamente a labores agrícolas.
Don Rosalío Salvador Carrillo vive de la carpintería y para acceder a su posición de marakame –cantador, curandero, el hombre que sabe en huichol– ocupó todos los cargos civiles y religiosos en la pequeña comunidad del norte de Jalisco, colindante con el estado de Durango.
El grupo tradicional representó tres piezas. La primera, titulada La flor del peyote azul, para invocar y rendir pleitesía a las principales divinidades wirraritari: Tatewari (Abuelo de Fuego), Tatei Huaxa Manaka (Madre Tierra), Tatei Haramara (El Mar), Éká (El Viento) y Taupá (El Sol); la segunda fue una oración para pedir a los dioses protección y restauración de la Madre Tierra y la tercera un canto de vocación plural. Bárbara Sackl cantó en alemán, el trío musical en wirrarika y algunos de los espectadores en español, para procurar el bien y la unidad entre los hombres.
La oración a favor de la recuperación de la Madre Tierra consistió en el relato de un mito milenario en el que un “hermano menor” (hombre) es inducido por la diosa Nakawe (Abuela Pensamiento) a construir un arca donde guardará semillas y animales ante la proximidad de un desastre universal por inundación, tras un periodo en el que el mundo se negaba ya a producir maíz y otras plantas.
El relato termina igual que el mito bíblico del Diluvio universal, cuando las aguas bajan y el “hermano menor” (pariente sincrético de Noé) recala nuevamente en tierra, suelta sus especies animales y vegetales, reconstruye su casa y Nakawe le da la mano de una muchacha en premio a a haberla obedecido puntualmente.
La ceremonia culminó con la bendición personal de los asistentes por cuenta del marakame Rosalío Salvador, quien con su u’xu (flecha o bastoncito de madera adornado con plumas de águila), “limpió” a cada uno de los asistentes al rito huichol.
“Son cantos que vienen de nuestros ancestros mayores, de hace miles de años. Pero están vivos y sirven lo mismo para alegrar nuestras fiestas, alabar a los dioses y santos, que para curar a la gente, pedir lluvia y buenas siembras o para espantar las tormentas y rayos”, dijo don Rosalío.