“La música mexicana de son es de una gran riqueza”: Jesús Echevarría

El compositor en su estudio
Foto: Gregorio Martínez M./Azteca 21

“Cuando oí huapango por primera vez, por poco me desmayo de la impresión”, dice el compositor de la “Suite Huasteca”, cuya versión definitiva orquestal se estrena esta tarde.

Por Gregorio Martínez Moctezuma
Corresponsal Azteca 21

Ciudad de México. 13 de septiembre de 2007. A una semana de haber cumplido 56 años, Jesús Echevarría estrenará hoy la versión sinfónica definitiva de su “Suite Huasteca”, compuesta originalmente en 1992 para cuarteto de cuerdas, la cual en 1993 tuvo una primera versión orquestal para tenor, coro y orquesta de cámara; ese mismo año se estrenaron ambas en Ensenada, Baja California. En septiembre de 2000, se tocó una versión orquestal en el Zócalo de la ciudad de México. Ahora, con la Orquesta Sinfónica del Instituto Politécnico Nacional, dirigida por Alfredo Ibarra, sonará completa en el auditorio Alejo Peralta, en Zacatenco.

Con el predominio de la influencia musical y literaria de su madre, la dramaturga, profesora universitaria e investigadora teatral, Norma Román Calvo, Jesús Echevarría pronto se inclinó por la música. “Mi madre estudió letras, pero también piano con un excelente maestro. Incluso alcanzó buen nivel de concertista. Así, desde mi niñez me dormía escuchando a Bach, Chopin, Mozart, Beethoven…. Pero a mi padre le gustaba escuchar buena música popular, por ejemplo a ‘Bola de Nieve’ o el danzón. Además, a mí me encantaba la canción bravía mexicana. Entonces en casa se escuchaba música clásica y buena música popular, y así fue algo natural formar un grupo de canto nuevo, On’ta, al salir de la prepa, pues era lo que estaba de moda en los setenta”, señala el compositor, entrevistado en su estudio, en el sur de esta ciudad.

Sobre su importante paso por ese grupo (integrado, además por Jorge Jufresa, Alberto Delgado y Marisa Echevarría) que casi podría entrar genuinamente a la categoría “de culto”, añade: “También componía boleros, muy malos, muy cursis, como es la letra de los boleros en general, aunque hay algunos con letras muy hermosas, y tienen unas armonías maravillosas y una sensibilidad muy especial. En esa época cantaba y componía, me resultaba natural y hasta fácil componer. Con On’ta hicimos dos discos y luego sacamos un tercero con otro nombre [Nota Roja]. En fin, compusimos bastante y fuimos de los primeros que empezamos a tocar música mexicana, pero música de son, ya no la canción ranchera que oía de niño en el radio”.

Y ya entrado en el camino de la nostalgia, rememora su encuentro con el son huasteco. “Cuando oí huapango por primera vez, por poco me desmayo de la impresión, me cautivó totalmente. Dije: ‘¿Qué es esto? No tiene comparación, no tiene parámetro con nada de lo que había oído’. Fue en un viaje que hicimos a la Huasteca, a San Luis Potosí. Jorge Jufresa nos llevó a las orillas del río Axtla, con el trío Tamazunchale, él ya conocía a los músicos. Jorge había estudiado Historia en El Colegio de México y era muy buen compositor, con él empezamos a hacer las canciones en On’ta. En ese primer viaje íbamos con Andrés Lira, que en realidad era quien nos llevaba, pero Jorge ya había ido y yo iba de novicio, como un chavo, pues estaba en la prepa. Nos llevamos al trío al río Axtla, compramos unas cervezas y fue cosa de estar oyendo los huapangos. En cuanto oí el violín y el ritmo, me enamoré de la música, claro, yo ya conocía la música de Veracruz, que, pienso, siempre tuvo un poquito más de mercado.”

Serio, casi circunspecto, continúa con la evocación. “Al regresar de ese primer viaje a la Huasteca, me compré un violín y empecé a estudiar violín huasteco yo solo. Posteriormente, me formé con buenos violinistas huastecos: Rolando Hernández ‘El quecho’, que me enseñó violín, Jorge Muñoz, del trío Tamazunchale, con el que también aprendí mucho, Héctor Sánchez Campero ‘El babas’, de Los Folcloristas, con él empecé a entender mejor toda la música mexicana de son en general, además me enseñó muchísimo de folclor. Más tarde, me metí a estudiar Composición en la Escuela Superior de Música, en la que terminé mi carrera de compositor. Así, tengo las dos formaciones, por lo tanto, para mí, la consecuencia natural era hacer algo como la ‘Suite Huasteca’, que me ocupa estos días por la próxima presentación en Zacatenco.”

Respecto de la música que lo inspiró, comenta: “Considero que la de son es nuestra música más rica, tiene muchísimas facetas, es instrumental, es decir, hay un ensamble instrumental, con un balance, una gracia, los golpes, los ritmos, que son muy especiales, la creatividad para las melodías… Y en el huapango en particular hay muchísima improvisación, ya que permite un sello personal, de hecho es obligado que el violinista o el cantante hagan sus propias versiones de las melodías del violín, del canto y de los versos. Entonces es un género muy explosivo, de una gran creatividad”.

Inmerso durante varios años en la creación de música mexicana contemporánea basada en el son huasteco, Echevarría habla de la composición que estrenará esta tarde. “Primero compuse la ‘Suite Huasteca’, pero ‘Canasta de frutas mexicanas’ salió primero en disco. En realidad, la cronología de los discos no es la misma que la de la creación de las obras. La ‘Suite Huasteca’ fui haciéndola poco a poco, desde finales de los ochenta, porque empecé a experimentar con los huapangos tradicionales, con la idea de ponerles un chelo que hiciera contrapunto con la melodía del violín, luego le sumé otro violín y así, hacia 1992, 1993, cuando estaba trabajando en Promúsica Ensenada, donde hacía la programación anual de conciertos. Un miembro del comité artístico había propuesto una versión de cámara del ‘Huapango’ de Moncayo; Promúsica tenía un grupito de cámara. Pero yo no pude encontrar la partitura de la dichosa versión de cámara. Al preguntar a quien la había propuesto, me dijo que sólo había escuchado un comentario al respecto. Entonces me sugirieron que presentara una obra mía. Yo ya había trabajado en la ‘Suite Huasteca’ desde hacía varios años, y la concluí para sustituir el ‘Huapango’ de Moncayo, que incluso ya estaba programado en los carteles, ésa es la historia. Compuse una obertura original y junté fragmentos que había trabajado de sones tradicionales, por eso la ‘Suite’ tiene partes reconocibles de sones tradicionales. Me parece que se estrenó en 1993. Sí, ha sufrido varias transformaciones. La primera versión era para violín, viola y chelo, o sea trío, y jarana, que tocó mi hermana Marisa. Posteriormente, la hice para cuarteto, o sea le añadí el otro violín, luego hice una versión para una orquesta de cámara, con flauta, clavecín y cuerdas. Después le agregué el cuarto movimiento, ‘Peteneras’, porque era muy cortita. De que se grabó, por el 2000, ya quedó una versión definitiva, hasta hoy, porque la de ahora es una versión para orquesta sinfónica, aunque prácticamente no cambié nada, es la misma obra, pero, claro, con todos los colores de la orquesta”, concluye con una sonrisa el compositor.

La ‘Suite Huasteca’, de Jesús Echevarría, será interpretada por la Orquesta Sinfónica del Instituto Politécnico Nacional el jueves 13 a las 19:30 horas y el sábado 15 a las 12:45 horas en el auditorio Alejo Peralta –también conocido como “El queso”–, del centro Cultural Jaime Torres Bodet, en Zacatenco.

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