Azteca 21 entrevista a Eduardo Bustos Valenzuela, un juglar huasteco

El maestro Bustos Valenzuela asegura
que a través de la rima, se puede
lograr que el niño aprenda
Foto: Gregorio Martínez M./Azteca 21

Por Gregorio Martínez Moctezuma
Corresponsal Azteca 21

Ciudad de México. 20 de agosto de 2007. El viernes 27 de julio, en la explanada del palacio municipal de Huauchinango, Puebla, dentro de las actividades del XII Festival de la Huasteca, se efectuó la presentación del libro “Zoológico decimal de la Huasteca” (Dirección General de Culturas Populares e Indígenas/CONACULTA, México, 2006), del profesor, promotor cultural y músico de son huasteco Eduardo Bustos Valenzuela, quien estuvo acompañado por Soraima Galindo Linares.

Al otro día, sábado 28, día en que el maestro Eduardo cumplía 44 años, lo entrevistamos al término del desayuno. Más decimero que poeta, delgado, alto, con sombrero de Tantoyuca, camisa huasteca con bordados, frente amplia, bigote recortado, ojos pequeños y mirada vivaz, amable y aún con ligero acento huasteco, accedió a compartir con nosotros algunas ideas en torno de su obra, prolífica y sólida, que incluye libros, casetes y discos compactos, así como numerosas presentaciones con el Trío Aguacero.

Maestro, ¿por qué eligió animales para este nuevo libro?

A mí me gusta mucho este libro porque refleja algunas vivencias que tuve cuando era niño en la huasteca veracruzana. A lo mejor por tanta vivencia me incliné por estudiar biología, siento que ésta es una ciencia que nos debe pertenecer a todos, porque es la vida, ¿no? Pero si nosotros les enseñamos la biología directamente a los niños como tal, muy académica, resulta aburrida. Entonces, al hacer el trabajo con décimas, con versos, resulta muy lúdico, muy agradable; se les dicen las cosas, incluso los términos científicos y el tipo de hábitat que tienen los seres vivos. A través de la rima, se puede lograr que el niño aprenda. Si nosotros estamos viendo que México necesita ser un país de lectores y presentamos a los niños materiales aburridos, pues menos vamos a ser un país de lectores. En cambio, si les mostramos materiales atractivos, que desde el punto de vista literario sean agradables, bien elaborados e ilustrados, se logra conjuntar la idea para que el aprendizaje sea completo. Eso pienso, pues, como maestro que soy, 25 años de servicio creo que de algo sirven, ¿no? Sobre todo para poder hacer materiales de este tipo.

¿Por qué la décima y no otra forma poética?

Porque, básicamente, la décima es un recurso que se tiene en la Huasteca, que estuvo olvidado y que únicamente lo usaba o usa la gente muy mayor. El niño jamás se acercaba a la décima, lo digo porque ya tengo muchos años trabajando y pues casi no hay niños que conozcan la décima fuera del contexto de la Huasteca. A lo mejor algunos niños sí la conocen porque su papá o el abuelito es decimista, pero en otros lugares de la República no saben qué es. Así, aquí se cumplen dos cuestiones: acercar al niño en términos científicos y acercarlo a conocer una forma literaria grata. ¿Quién le dice que al rato los  niños no van a hacer décimas como esas? Entonces, ésa es la idea, un libro con el que se pueda trabajar con los niños.

Me parece que éste es un tema que ha trabajado constantemente en los últimos años.

Sí, es un trabajo de varios años. Uno va haciendo cosas y las va guardando, y ya que las tenemos, compilamos y hacemos los registros. En el libro hay décimas de 1997, 1998, 1999… Cada vivencia que tenía en el rancho o donde anduviera, siempre la escribía, y así logré hacer este libro, son como sesentaitantas. Como usted sabe, yo soy de la huasteca veracruzana, de Chicontepec, de donde es el maestro Rolando Hernández “El Quecho”, mis compadres del trío Resplandor Huasteco, el señor Ponciano Fajardo y todos ellos.

Un lugar importante de gran raigambre huasteca…

Lamentablemente, en la época actual está yerto, no hay nada, no hay impulso a la cultura, no hay un fortalecimiento del huapango, de la décima, de la rima, nada… Entonces, uno lejos, desde las trincheras que le tocó vivir, ya que uno vive en la capital, pues desde ahí uno maneja la imagen de la huasteca veracruzana, porque dicen “Es que en Chicontepec ya no hay nada”, pues no, pero los que somos de ahí sí hacemos algo, o sea que no se ha muerto esto, ¿no? A lo mejor localmente no se da, pero, imagínese, este libro lo pueden conocer en varios lugares de la República, no necesariamente en la Huasteca, entonces en otros lugares van a conocer los animales que tenemos aquí en la Huasteca, cómo les llamamos, independientemente de que en otros lugares del país haya el mismo animal, pero se le nombre de diferente forma. Yo creo que eso es lo divertido, lo atractivo; ahora que, desde el punto de vista didáctico, los maestros le pueden sacar mucho jugo a este libro, maestros de educación básica y hasta secundaria, porque en él se manejan aspectos de conservación, ecológicos, de nutrición, fisiológicos, de metabolismo… o sea, varias cosas están ahí inmersas. Por decir algo, cuando yo le narro a un niño lo que hace una garrapata, le digo de qué se alimenta, por qué está, dónde vive, qué hace, qué come, ahí está todo en la décima, todo, todo, sin necesidad de que “la garrapata es un animal que aquí, que allá…”. Divertido, ¿no?

Aparte de escribir décimas, también las puede improvisar, como hizo anoche en el tributo que los trovadores huastecos le dedicaron a don Heliodoro Copado.

Sí, me fui por el lado de exaltarlo con el eco y de rimarlo con Paganini huasteco, ésa es la imagen que quise transmitir. Sí, me gusta ser así, diferente, buscar los caminos menos trillados.

Maestro, ¿desea agregar algo más?

Le agradezco su interés en esta expresión cultural, porque los que hacemos este tipo de trabajo a veces estamos en el anonimato, realmente, aunque tampoco nos interesa figurar, pero sí queremos que nuestro trabajo se vea reflejado. En algún tiempo me decían: “Usted por qué toca, por qué anda haciendo cosas para niños”. La respuesta es muy fácil, yo tomé de la Huasteca, cuando niño, para aprender, tomé su música, su ambiente, su aroma, su inspiración… Ahora le estoy regresando algo de lo que tomé. ¿Cómo se lo regreso? Con niños huapangueros, libros, discos, revistas, artículos. Con muchas cosas puede uno redituarle a la Huasteca lo que tomó de ella.

Gracias, maestro.

Gracias a usted.

Nos despedimos con un apretón de manos. Más tarde, en un autobús, mientras me alejo de la Sierra Norte de Puebla, hojeo el “Zoológico decimal de la Huasteca”, que forma parte de la colección “De tín marín…” de la DGCPI, con ilustraciones en tono sepia de Marcela González Obregón y Elsa Mendoza García. Me gusta especialmente una décima, “Querreque”, que, con el permiso del maestro Eduardo Bustos Valenzuela, reproduzco a continuación, a modo de colofón: “Más famoso que el perico,/ el águila o la paloma,/ que una cotorra gritona,/ gorrión o calandria explico,/ a varios los ha hecho ricos/ con su canto regional,/ que hasta es ya internacional,/ pues el mentado querreque,/ es cual huarache o peneque/ símbolo tradicional”.

Comentarios a esta nota: gregorio.martinez@azteca21.com

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