
El maestro J. Félix Muro Arenas, un zacatecano auténtico hacedor de sueños en piedra
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Muro dice que para ser cantero
hay que sentir amor por la piedra,
amor por lo que es la tierra de uno
Foto: Gregorio Martínez M./Azteca 21
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Por Gregorio Martínez Moctezuma
Corresponsal Azteca 21
Zacatecas, Zac. 4 de agosto de 2007. La claridad del mediodía es abrumadora en la Plazuela Miguel Auza. Han concluido los talleres de verano del Instituto de Desarrollo Artesanal del Estado de Zacatecas (IDEAZ). Muchos niños y adolescentes, acompañados de sus padres, miran la exposición integrada con sus trabajos. En sus rostros se vislumbra satisfacción y alegría. Después de la entrega de reconocimientos, me acerco a hablar con uno de los artífices de la exposición, el maestro Félix Muro, instructor del taller de cantera, al que rodean sus alumnos. Se advierte compañerismo y camaradería. Sencillo y afable, el artesano abre su corazón como si de una veta se tratara, dispuesto a compartir un adarme de su sabiduría.
“Me llamo J. Félix Muro Arenas, tengo 54 años de edad, soy cantero y originario de esta ciudad de Zacatecas. El oficio lo aprendí de mi padre, que también fue cantero, de ahí me nació la inquietud de seguir el oficio, el cual para mí representa lo máximo, ya que es un trabajo que nunca lo acaba uno de aprender, cada día hace uno cosas nuevas, figuras, molduras… Uno piensa que por hacer dos o tres piezas ya sabe y no, nunca acaba uno de aprender. Llevo 45 años en el oficio, casi toda la vida, pues empecé muy chico, haciendo así como los niños, tallando pedacitos de piedra con un cincelito, de este modo me fue gustando el oficio. La tradición familiar viene de mi papá para acá, además tengo dos hermanos que trabajan el mismo oficio.
“La cantera se trae de aquí cerca, pues hay varios bancos en lo que es la salida de Zacatecas a Jerez, hay más o menos diez bancos de cantera en diferentes tonos, texturas y durezas. La que trabajamos con los niños es de las más blanditas, especial para hacer artesanías, o sea que no hay necesidad de golpearla muy fuerte, con pucharle, pues es muy dócil. Sí, hay diferentes tipos de cantera; la que se utiliza para la construcción de casas, de arcos, todo eso, es más dura, también se trabaja para la escultura, para figuras grandes, como la de la Virgen de Fátima, que tiene una altura aproximada de cuatro metros, es muy dura y resistente, para que dure unos 200 o 300 años por lo menos.
“Yo trabajo todos los tipos de cantera que tenemos aquí. Sí, es solicitado nuestro trabajo, pero la demanda es variable, como todo, a veces se escasea, hay rachitas. Como en todo trabajo, hay tiempos buenos y tiempos malos. Por ejemplo, en diciembre y en Semana Santa se afloja un poco, en vez de que haya más trabajo, disminuye un poco. Ha de ser porque el dinero que la gente junta en el año prefiere usarlo para salir de vacaciones, para pasearse, en lugar de mandar hacer algunos trabajos.
“Los ingresos varían, pues hay trabajos baratos, como los marcos lisos, que no llevan molduras; en las esculturas depende de la figura, que es lo que aumenta su costo, lo mismo en los balcones y marcos, en todo este tipo de trabajos, si lleva labrado y ornamentación, digamos follaje o figuras simétricas o redondas, todo eso va aumentando su costo. Yo he salido a trabajar a la ciudad de México, Guadalajara, Monterrey, Saltillo… Además, hemos exportado varias obras a Estados Unidos y España, pero no he ido a estos países. Sí convienen estos trabajos, porque dejan un poco más de utilidad.
“Creo que en 1996 se hizo un concurso en Tlaquepaque, Jalisco, a nivel nacional, en el que tuve la oportunidad de ganar el primer lugar. Aquí el año pasado ganamos un primer y tercer lugar, así como una mención honorífica; este año, un segundo lugar. Sí, mi trabajo ha sido reconocido con algunos premios.
“Trabajar con los niños es una satisfacción muy grande para mí, por tener la oportunidad de transmitir lo que uno ha adquirido todos estos años en el oficio. Hay niños que ponen mucho interés en lo que están haciendo, ellos piensan al principio que sólo es cosa de pegarle a la piedra, pero luego se dan cuenta de que no es así, que hay que ponerle corazón, muchas ganas. Ahorita los niños, con las piezas que ya tienen hechas, pueden lograr otras entre más pase el tiempo, sacar más. Por eso, quiero agradecer a todos los alumnos que me aguantaron un ratillo. Sí, claro, deseo seguir dando talleres.
“Creo que para ser cantero hay que sentir amor por la piedra, amor por lo que es la tierra de uno, por el origen que uno ya trae; además, tener la habilidad. Yo lo único que les enseño a los niños es cómo golpear con el cincel, que agarren un ritmo, que no le piquen en un lado y en otro, sino que aprendan a golpear, ya aprendiendo esto, ellos manejan cualquier cosa. No tengo hijos varones, tengo tres hijas y la más pequeña le pone un poco de interés a esto. Sí, una mujer puede ser cantera, cómo no, hay varias que han ido a mi taller, mayores, jóvenes y niñas han ido al taller y se han enseñado a hacer esculturas. Si mi hija quisiera aprender el oficio, pues la apoyaría, lo que quiera ser.
“Acerca de los trabajos que más me han gustado en toda mi vida de cantero, los de más satisfacción y más representativos para mí han sido los trabajos de Fátima, las esculturas que están en la fachada, las catorce estaciones del vía crucis… Yo hice todo ese trabajo, la pila bautismal, la mesa del altar, el ambón, el coro, la fuente que está en el patio… Los diseños me los conseguía el padre, él buscaba en libros, en revistas, en la Biblia; entonces yo le hacía los dibujos y los diseños. Me decía ‘Queremos esta pieza’, ‘Cómo le vamos a hacer’, ‘Qué le quitamos’, ‘Qué le ponemos’, y así lo sacamos. Todo ese trabajo se puede ver en la iglesia de la Virgen de Fátima, aquí en Zacatecas.
“También hay un Cristo, un Sagrado Corazón, que está en Villa Hidalgo, Zacatecas, tiene una altura como de 15 metros, es una de las obras más grandes que he hecho, me llevé como un año en hacerlo. Fuimos haciéndolo por partes, fueron varias piezas de cantera, montándolas una a una, con el equipo de trabajo que tenemos en el taller. Yo creo que en total pesa como 10 toneladas; sólo la cabeza tiene como 1.80 metros de altura.
“Asimismo, me ha tocado hacer unas restauraciones en la Catedral, me ha tocado tres veces trabajar ahí. De hecho, hay varias piezas que ya me conocen y yo las conozco”, dice sonriendo este hombre moreno y delgado, que hace realidad los sueños y proyectos de muchas personas por medio de la cantera, esa piedra que, cuando la está trabajando, parece susurrarle sus secretos al oído.
Nos despedimos con un apretón de manos, pues sus alumnos lo esperan para tomarse la foto del recuerdo justo enfrente del busto del general Miguel Auza Arrenechea, que da nombre a la Plazuela y pasó a la historia por su proverbial valentía durante la Guerra de Reforma, quien también parece esperarlo, pues don J. Félix Muro Arenas, sin duda, como el general, pasará a la historia por sus obras realizadas.
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