La cantante Fátima Flores Martínez, orgullosa representante de la mujer huasteca tamaulipeca

'Alba Huasteca', está conformado por
los hermanos Erwin, Fátima y Bryan
Foto: Gregorio Martínez M./Azteca 21

Por Gregorio Martínez Moctezuma
Corresponsal Azteca 21

Ciudad de México. 26 de julio de 2007. En la Huasteca, el “Trío Alba Huasteca” es ampliamente conocido y cuenta con numerosos admiradores, debido a un intenso trabajo de varios años de trabajo, esfuerzo y dedicación, dirigido por el profesor Francisco Flores Barrera. Está integrado por los hermanos Fátima, Erwin y Bryan Flores Martínez, de Ciudad Mante, Tamaulipas. Tienen varios discos grabados, han obtenido algunos reconocimientos y participado en fiestas y encuentros huastecos, incluidas varias ediciones del Festival de la Huasteca.

De acuerdo con información de su página web, “Alba Huasteca” tiene como objetivos revivir la tradición de la cultura huasteca para proyectar ante la sociedad la importancia de nuestros orígenes y raíces, que las nuevas generaciones (niños y jóvenes) se interesen por este tipo de música y poner en alto la región de la Huasteca tamaulipeca. Con su trayectoria, podríamos decir que han contribuido en buena medida a los dos primeros y han conseguido con creces el tercero.

Con anterioridad a la realización del XII Festival de la Huasteca, intitulado “Encuentro de mujeres de la Huasteca”, que se efectúa a partir de hoy en Huauchinango, Puebla, pero por el motivo de su temática, entrevistamos a Fátima Flores Martínez, jaranera y primera voz del trío “Alba Huasteca”, presente también en esta población poblana. He aquí el testimonio de una joven mujer huasteca de Tamaulipas, cuya voz no sólo canta muy bien, sino que también expresa ideas y sentimientos con pasión y amor profundo por sus raíces.

Fátima, ¿cómo fue tu infancia en Ciudad Mante?

Fui muy feliz, mi infancia fue muy divertida, siempre con mi familia, ir a la escuela, jugar con mis hermanos; era una niña muy alegre y me encantaba bailar.

¿Cómo nació tu interés por la música en general, no sólo por la huasteca?

Siempre me ha gustado la música, bailar y cantar, desde que estaba en el CENDI. De hecho, como anécdota, durante mi festival de fin de cursos del kinder, canté una canción de Selena a mis seis añitos, sólo con la pista. A partir de ahí empecé en la música.

¿Y tu acercamiento a la música huasteca?

Mis papás siempre han tenido el gusto por esta música. Mi mamá bailaba en un grupo de danza en Ciudad Victoria. Un día fuimos a la plaza principal de Ciudad Mante, se presentaba el trío de “Soraima y sus Huastecos”, dijeron que se abriría un taller de huapango en la Casa de la Cultura, y mis papás nos llevaron, nos dijeron que si nos gustaba nos quedáramos, y mira, ya tenemos más de ocho años en esto.

Platícame de tu primera presentación pública, el lugar, la gente… ¿Hubo nervios?

Bueno, creo que mi primera presentación fue en el Primer Encuentro de Niños y Jóvenes Huapangueros, realizado en 1998 en San Luis Potosí, fui como integrante del taller “Viva el Huapango” de la Casa de la Cultura. Yo todavía no tocaba, sólo cantaba y eso unas cuantas (ríe). Lo que recuerdo es que mi hermano Bryan tampoco tocaba, los dos sólo cantábamos, y junto con otra compañerita nos peleábamos por el micrófono, los tres queríamos cantar. Realmente no hubo nervios, era una niña y no sabía aún la magnitud de estos eventos, creo que por eso no los tuve.

¿Cómo se ha dado su desarrollo como trío, como “Alba Huasteca”, desde el punto de vista profesional? Es decir, pensando en que quizás al principio sólo tocaban pocos temas, en ciertos lugares, etcétera, y eran desconocidos, hasta mencionar sus presentaciones en diversos estados, grabaciones y que ahora gozan de un reconocimiento por parte de la gente que gusta del son huasteco.

Bien, pues cuando mis hermanos y yo aprendimos a tocar (cada quien un instrumento diferente), empezamos a tocar primero con mi familia y así fuimos agarrando confianza, fuimos aprendiendo más huapangos y tocábamos en unos eventos llamados “Domingos Familiares”, en Ciudad Mante. Aún seguíamos en el taller, ahí nos empezó a conocer la gente como trío, nos fue aceptando. Además, tocábamos en escuelas el Día de la Madre, por ejemplo. Y la gente nos empezó a contratar para pequeños eventos, así nos fuimos dando a conocer. Posteriormente, obtuvimos una beca con la que pudimos grabar nuestro primer disco, fue una gran experiencia. De ahí en adelante nuestro gusto por el huapango fue más grande y seguimos con más ganas. Por cuestiones de la escuela, pues también somos estudiantes, ya no pudimos seguir en el taller, pero nuestro gusto no se quedó hasta ahí y seguimos por nuestro lado. Te puedo decir con gran satisfacción que esto ya no lo dejamos, pues son tan bonitos los aplausos y el sentir que le das alegría a alguien con tu música que te incita a seguir adelante.

¿Podrías compartirnos algunas anécdotas de estos ocho años de trayectoria?

Bueno, de manera breve te digo que hemos vivido grandes experiencias, lo principal es que hemos aprendido muchas cosas, conocido muchos lugares y mucha gente. Al paso de estos años, hemos recorrido la mayoría de los estados de la República. Algo que me gustó mucho fue cuando tuvimos unas presentaciones en Estados Unidos, por ejemplo en el Festival de la Música, organizado por la Universidad de Texas Panamerican, en McAllen, en marzo de 2006, donde la gente ama nuestra cultura y, a pesar de que muchos de ellos no entienden lo que decimos por el idioma, les encantaba escuchar el son y el ritmo del huapango. Fíjate que, cuando me vine a estudiar a Monterrey, a los seis meses de estar aquí ya estábamos tocando en una reunión con el rector de la universidad. Fue algo muy agradable para mí.

Desde tu punto de vista, como mujer, ¿qué representa para ti la música huasteca y qué representa ser una huapanguera?

Para mí, es algo que me llena de emoción, de gusto, pues es una música que representa nuestra cultura y folclor dentro y fuera de mi estado. Me llena de orgullo ser una intérprete del huapango, me gusta cantar, lucir mi traje, la cuera tamaulipeca, y tocar mi jarana es lo que más me gusta hacer.

¿Cómo has compaginado tu vida personal con la del trío? ¿Cómo eras, qué hacías al inicio del trío, qué haces ahora…? ¿Podrías hablar en perspectiva de esa evolución?

Pues como nosotros somos hermanos y nos vemos todos los días ha sido más fácil. Al principio, estudiaba la secundaria y por las tardes tomaba clases de son huasteco y de inglés, pues, a pesar de mi pasión por el huapango, también he soñado con ser una profesionista y es importante aprender un segundo idioma. Además, convivía con mis amigos, pero con el paso de los meses ya no tenía mucho tiempo para salir con ellos, pues ya teníamos eventos y eso era primero, también era difícil que mis amigos sintieran interés por el huapango, pero, no sé por qué, ahora ya hasta bailan (ríe). Me siento muy feliz de lo que hago, ya que el huapango me ha llevado a conocer muchos lugares, sobre todo a tener la fortuna de que a cada evento que vamos siempre es en familia, pues sólo somos tres hermanos, Erwin, Bryan y yo. Mis papás siempre van con nosotros a todos lados, su apoyo ha sido esencial para nosotros y la convivencia en familia mucho más. Ahora tengo 19 años, estudio la licenciatura en Diseño Industrial en la Universidad Autónoma de Nuevo León. De lunes a viernes me dedico de lleno a la uni y a mis tareas, pero los fines de semana son de huapango, pues gracias a Dios tenemos muchos eventos en diferentes lugares y, si Dios quiere, pues ahí andaremos siempre que haya oportunidad. Es algo que nos gusta y por lo tanto nos damos el tiempo para combinar nuestra vida de estudiantes con la de huapangueros, que son las cosas que nos motivan y ayudan a ser mejores personas y a aprender más día a día.

¿Qué planes tienes para los próximos años? Es decir, ¿cómo te visualizas como persona y como integrante del trío?

Como persona, espero en Dios terminar mi carrera universitaria y sentirme orgullosa y realizada con la profesión que elegí. Como integrante del trío, confío en seguir cantando, logrando que la gente nos tenga presentes y siga gustando de nuestra música, llevarla a otros lugares y, por qué no, poder grabar más discos. Pero lo más importante es que los años y las vivencias que he tenido sé que me servirán para ser una buena persona y una mujer que, si Dios quiere y llego a tenerlos, con mucho orgullo les inculcaré a mis hijos el gusto por el huapango.

Comentarios a esta nota: gregorio.martinez@azteca21.com

Leave a Reply