Los Biocombustíbles y sus Consecuencias Ambientales

Los Biocombustíbles y sus Consecuencias Ambientales
 
Por: Melquisedec Nascimento
Presidente del Instituto Abreu e Lima

Rio de Janeiro, Brasil.- El mayor productor mundial de caña de azúcar, Brasil disputa el liderazgo del mercado del etanol con los EUA, que produce el alcohol combustible originado del maíz. El objetivo de los estadounidenses es reducir el consumo de los combustibles fósiles en un 20% hasta el año de 2017. Lo que significa que, en los próximos diez años, solamente en los Estados Unidos la demanda por la adquisición del etanol puede llegar a los 132 billones de litros por año. Brasil es responsable por aproximadamente 16 billones de litros sobre la producción mundial de 40 billones, pero existen posibilidades reales en aumentar su participación. El país es considerado como el fabricante más eficaz, el costo de su producción es de US$ 0,22 por litro del etanol, sobre los US$ 0,30 de los EUA y US$ 0,53 de la Unión Europea Y todavía tiene una suficiente área para doblar las plantaciones y atender el aumento de la demanda esperado. Además, en la próxima cosecha, la cantidad de caña molida en el país deberá aumentar en 473 millones de toneladas, en relación con los 700 millones durante el año de 2014. Eso exigirá inversiones para 114 nuevas industrias – hoy, Brasil tiene 357 unidades en operación y otras 43 en construción.

Delante de esa astronómica posibilidad de lucros, grandes inversionistas internacionales están direccionando sus fortunas para la producción de los biocombustíbles en Brasil. El mejor ejemplo es el gran inversionista George Soros, dueño de una fortuna estimada en US$ 8,5 billones. Se convirtió en uno de los socios de Adecoagro, que compró la Industria Monte Alegre, localizado en el estado brasileño de Minas Gerais y está construyendo una nueva industria en el estado de Mato Grosso del Sur. Cuatro de las diez mayores empresas del sector en Brasil, ya tienen participación de capital extranjero: Cosan, Bonfim, LDC Bioenergia y Guarani. Una quinta compañia, Santa Elisa, hizo recientemente una parceria con la americana Global Foods para constituir la Compañía Nacional de Azúcar y Alcohol, cuyo plan es invertir R$ 2 billones para la construcción de cuatro industrias en Goiás y Minas Gerais.

Los inversionistas internos no fueron olvidados: hay muchas líneas de crédito, incluso del Banco Nacional del Desarrollo Económico y Social (BNDES), para ayudar a invertir en agronegócios nativos.Hay también algunos estudios para repasar verbas del Fondo de Amparo al Trabajador (FAT), creado para subsidiar el seguro de desempleo y otros programas sociales, para refinanciar las deudas de los productores rurales – calculada en R$ 4 billones. El objetivo sería exactamente incentivar la construcción de industrias y la producción del etanol.

No es dificil darse cuenta de las consecuencias de esa voraz busca por una lucratividad en la industria de los biocombustibles, que seguro será la deforestación y el aumento de los precios, no solamente de la tierra, pero también de los alimentos. El periódico Brasileño O GLOBO, en su artículo de fecha 01 de Julio de 2007, intitulada «En Amazonia, sale la foresta, entra la soya», señaló que en el oeste del estado brasileño de Pará, la expansión agrícola provoca el surgimiento de comunidades fantasmas e incita invasiones de tierras. Además, dice que la plantación de soya por todos los lados es un panorama de la expansión de la frontera agrícola de los granos en Amazonia, el principal factor de la deforestación y del surgimiento de comunidades fantasmas en el oeste de Pará, a lo largo de la autopista BR-163 (Cuiabá-Santarém). Entonces, si esa consecuencia ambiental sucede en Brasil debido a la producción de soya, seguramente, con las inversiones para la producción del etanol, surgirá delante de nosotros, un escenario ambiental muy preocupante, por ocasión de la atual corrida de la plantación de la caña de azúcar y otros insumos para la producción de los biocombustibles.
 
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