El multipremiado film “El Violín” se proyectará en la Sala Julio Bracho de la UNAM

Cartel de una cinta que ha sido
reconocida por 'tirios y troyanos'
Foto: Azteca21

Por Gregorio Martínez Moctezuma
Corresponsal Azteca 21

Ciudad de México. 3 de junio de 2007. La multipremiada cinta “El violín”, de Francisco Vargas Quevedo se proyectará en la Sala “Julio Bracho” del Centro Cultural Universitario de la Universidad Nacional Autónoma de México a partir del 8 y hasta el 21 del presente mes.

Esta película, en la que destacan las actuaciones de don Ángel Tavira y Dagoberto Gama, está filmada en blanco y negro y narra la lucha interna que se desata entre el violinista Plutarco, su hijo guerrillero y un oficial del Ejército, teniendo como marco externo las acciones de un grupo armado en un poblado equis.

Uno de los méritos de este filme es su sencillez –la misma con la que Rulfo elaboraba sus cuentos, no la artificiosa de su novela–, la prodigiosa maestría de Vargas Quevedo para narrar mediante imágenes deslumbrantes por su capacidad para “contar por sí mismas”, lo cual le confiere mayor significación a su historia. Aunado a lo anterior, el uso mesurado pero eficiente de la música –una parte compuesta por el primo hermano de don Ángel, también músico calentano como él, Cuauhtémoc Tavira–, el aprovechamiento de todos los recursos a su alcance –es evidente que hay escasez de éstos, así como la eficacia con que los utiliza–, el gran oído del cineasta para captar el uso del lenguaje de los mexicanos, el acierto de su elenco –basado en personas comunes y corrientes, no en actores– y, me parece, el olfato y el talento para crear una historia cuyo eje es el personaje de Plutarco, interpretado por don Ángel, a quien Francisco Vargas conoce muy bien, pues fue el eje de su documental “Tierra Caliente. Se mueren los que la mueven”.

En mi opinión, “El violín” no es una obra maestra de Francisco Vargas Quevedo –me parece que aún está por venir o la está haciendo, es decir, con sus dos largometrajes ya puso los cimientos–, pero sí es una gran película mexicana, con varios fragmentos memorables –de esos que hacen, por ejemplo, a “Ciudadano Kane” de veras una obra maestra– y una buena historia sacada de nuestra dolorida tierra.

Francisco Vargas es uno los más talentosos directores mexicanos, con el don de cargar un morral lleno de historias, la virtud de saber contarlas a través de bellas imágenes y de las palabras adecuadas. Además, quizás apenas acaba de iniciar el verdadero reto para él: superar lo realizado hasta ahora. “El violín” recorrerá en los siguientes meses salas de varios estados de nuestro país. Espérela y no deje de verla.

Si desea conocer los horarios en que pasará en la Sala Julio Bracho, puede solicitar más informes en el teléfono 56 65 28 50.

Comentarios a esta nota: gregorio.martinez@azteca21.com

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