El mercado del vino se transforma

POR LA ESPIRAL
Claudia Luna Palencia

-El mercado del vino se transforma
-Adecuación de países productores
-Vinos chilenos versus europeos

En los datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y los elaborados por la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) destacan diez principales países productores y consumidores de vino, recios competidores, entre los que encontramos a Argentina, Chile y Estados Unidos por el continente americano.
De acuerdo con la FAO, en el ranking de los diez principales países productores de vino, destacan los siguientes: 1) Francia. 2) Italia. 3) España. 4) Estados Unidos. 5) Argentina. 6) Alemania. 7) Australia. 8) Sudáfrica. 9) Portugal. 10) Chile.
Por el lado del consumo: 1) Francia. 2) Italia. 3) Estados Unidos. 4) Alemania. 5) España. 6) Argentina. 7) Australia. 8) Sudáfrica. 9) Portugal. 10) Chile.
El mercado del vino está cambiando,  transitando en una metamorfosis alterado por distintos factores: 1) El fortalecimiento de nuevos competidores llegados de América y Oceanía. 2) El cambio en los gustos de los consumidores. 3) El mejoramiento en la calidad de distintas marcas. 4) La caída en el consumo per cápita de vino en países históricamente ligados a éste. 5) El menor consumo deja una disponibilidad que presiona a la producción inmediata por hectáreas. 6) La mejora en la razón precio-calidad a la que coadyuvan los vinos de América y Oceanía. 7) El desplazamiento esperado del mercado de consumo europeo por  Estados Unidos. 8) Las técnicas de innovación en la agricultura. 9) Las técnicas de innovación en el proceso de industrialización.
Hay que precisar las maniobras que los gobiernos aplican para apuntalar y proteger a sus productores.
Precisamente en esta carrera sobresalen las aplicaciones que en los últimos años han establecido Chile y España.
A COLACIÓN
En producción, por millones de hectolitros, España registró en 2004 un total de 36.4 millones y un consumo de 23.6 millones, es decir, tiene un excedente de 12.8 millones. De la tabla de los diez principales países productores y consumidores, España es el país que más excedente le queda en su producción.
 Por otro lado, Chile ocupa el décimo puesto con una producción de 5.8 millones de hectolitros y un consumo de 3 millones; el excedente es de 2.8 millones de hectolitros.
    Los vinos chilenos cada vez obtienen mayor espacio en Europa.  Recordemos que Chile y España han estado relacionados con la vid y la producción vitivinícola.
    En Chile, la actividad vitivinícola comenzó con la llegada de los conquistadores españoles; a mediados del siglo XVI, los misioneros introdujeron las parras necesarias para producir el vino de misa.
    La historia de esta relación de siglos atrás, entre la Corona Española y sus posesiones en la Patagonia, es reveladora de las intrigas de antaño y los boicots impuestos desde el absolutismo del Antiguo Régimen para favorecer que los productores españoles dominaran en los territorios poseídos.
    De vuelta a lo contemporáneo, desde 1990 la industria vinícola chilena experimenta un camino exitoso, impulsada por la estrategia gubernamental de aprovechar los tratados comerciales y acuerdos firmados con otros países, sean de la región o transcontinentales, para obtener libres de aranceles apartados favorables a la exportación y colocación del vino chileno.
Destaca la implementación de una política agrícola de Estado para fortalecer la producción de determinados productos.  La intención es fomentar la plantación de nuevas viñedos, cumplir a la perfección con las normas internacionales fitosanitarias, iniciar la exploración de superficies plantadas bajo técnicas modernas de mercado: uva orgánica; goteo agrícola; agricultura ecológica; campo sustentable; etc.
El gobierno, aunque no menciona explícitamente la palabra subsidios, utiliza otros eufemismos.
    Al cierre de diciembre del año pasado, las exportaciones de vino chileno crecieron hasta los un mil millones de dólares y todo apunta a que no cederá espacio, al contrario: la tendencia avizora, según el Instituto Británico del Vino, que para  2008 Estados Unidos destronará a Francia como principal país consumidor de vino, y al ser un país con déficit de producción de vino por hectolitros, buscará a nuevos proveedores.
    En el caso particular de España, el sector vitivinícola enfrenta serios problemas: el consumo está descendiendo y las exportaciones de vinos chilenos, sudafricanos, australianos, argentinos y de Nueva Zelanda están aumentando. España está produciendo vinos que no siempre encuentran salida al mercado.
    El gobierno español gasta demasiado dinero en excedentes en vez de mejorar la  calidad y competitividad. Existen además normas complejas que frenan a los  productores e inducen a  los consumidores a la confusión.
España, al pertenecer a la Unión Europea, está sujeta a las decisiones de la Comisión Europea y del europarlamento para tratar de forma comunitaria la complejidad que aqueja a la industria vitivinícola de sus países miembros.
La  Comisión Europea está proponiendo frenar la competencia externa por medio de reformar la organización común del mercado vitivinícola.
La Comisión defiende un modelo de reforma radical específico del sector vitivinícola con una serie de medidas destinadas a equilibrar de nuevo la oferta y la demanda antes de concentrarse en el aumento de la competitividad, incluida la supresión del sistema de derechos de plantación. Se ofrecerán a los productores cuantiosos incentivos para el arranque de viñedos poco rentables, se suprimirán determinadas medidas de apoyo al mercado que han quedado desfasadas, tales como la destilación, y se actualizarán y simplificarán los sistemas de etiquetado y las prácticas de vinificación.
Resulta interesante contrastar la capacidad de respuesta de los países ante las externalidades del mercado. La industria vitivinícola nos proporciona un claro ejemplo de la forma de asumir los retos inmediatos y futuros de Chile y de España.    
    El primero, lo hace con una visión de ampliar la capacidad productiva, utilizando y rehabilitando hasta aquellas áreas ajenas a la producción de la vid. En España, las prioridades del momento son otras: reducir la producción, para contener la caída del precio, sacar del mercado a la oferta poco competitiva, de baja calidad e ineficiente recurriendo  a las ayudas, subvenciones, jubilaciones adelantadas y a los subsidios aprobados por la Unión Europea.
    Finalmente podremos valorar, después del 2010, cuál de las dos estrategias, la chilena o la española con  la UE, fue la más acertada.

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