El centenario violinista de Zicuirán, Michoacán, Don Leandro Corona recibió homenaje en Morelia

Momento en que Crisanto Cacho Vega
le entrega a Don Leandro un
reconocimiento en nombre de la
Secretaría de Cultura de Michoacán
Foto: Gregorio Martínez M./Azteca 21

Por Gregorio Martínez Moctezuma
Corresponsal Azteca 21

Morelia, Michoacán. 19 de mayo de 2007. En un marco majestuoso y con la señorial Catedral de Morelia de testigo, ayer por la tarde se realizó un homenaje a don Leandro Corona Bedolla, el violinista michoacano centenario de Zicuirán, precisamente frente a la Plaza de Armas de esta ciudad, que cumplió 466 años de fundada.

En una tarde gris que presagiaba lluvia –la cual afortunadamente no cayó–, don Leandro se instaló en un costado del escenario, en su silla de ruedas; junto a él su cuñado, Bernardo Arroyo, con huaraches, inseparable cronista de la vida y hechos del músico. A la derecha de ellos, varios funcionarios, como Enrique Rivera Ruiz, titular de Turismo del Ayuntamiento moreliano; Mario M. Romero Tinoco, el presidente municipal de La Huacana, y el secretario de Cultura de Michoacán, Crisanto Cacho Vega.

Don Leandro iba vestido de gala, con guayabera blanca, pantalón azul marino, sombrero calentano, cubierto con forro gris de plástico, por si llovía, y zapatos. Durante las casi dos horas que duró el Homenaje, el violinista centenario permaneció serio, casi molesto. Si acaso, de repente movía los pies, como si el viento le llevara a los oídos alguna melodía. O su memoria, poblada de recuerdos sin fin.

El homenaje, denominado “Cien años de música de don Leandro Corona”, inició con la participación del Conjunto de Arpa de Zicuirán, integrado en este año y dirigido por don Jorge Ramírez Gutiérrez, que interpretó tres temas.

Posteriormente, hizo acto de presencia uno de los grupos que más prometen en cuanto a la preservación y difusión de este tipo de música tradicional, Los Jilguerillos del Huerto, de Turicato, integrado por miembros de la familia Figueroa, algunos muy jóvenes y talentosos. Ellos interpretaron tres temas, y también fueron acompañados por bailadores.

El homenajeado flanqueado por su
cuñado Bernardo Arroyo y el
Presidente Municipal de La Huacana
Foto: Gregorio Martínez M./Azteca 21

A continuación, el Grupo de El Lindero, cuyos integrantes son de municipios de la Tierra Caliente de Michoacán, como Churumuco, La Huacana y Nueva Italia, subió al escenario a tocar sus tres temas de rigor.

Luego tocó el turno a Los Arrieros, grupo formado por integrantes de la asociación civil Música y Baile Tradicional –impulsada por Jorge Amós Martínez y David Durán–, que mucho han hecho en pro de este tipo de música y también se han acercado con frecuencia a don Leandro, con el fin de conocer más de su vida y de la forma cómo se debe tocar el estilo singular de Zicuirán.

Concluida la participación de Los Arrieros, Crisanto Cacho Vega le entregó a don Leandro un reconocimiento en nombre del Ayuntamiento de Morelia y del Gobierno del Estado. A su vez, Graciela Carmina Andrade, titular de Desarrollo Social del Ayuntamiento, dio al músico calentano un sobre con un estímulo económico.

En ese momento, don Leandro hizo uso de la palabra y de su inteligencia despierta, revestida de fina ironía, haciendo alusión a que a su avanzada edad todo se acaba. “Gracias por este homenaje, no digo que es inmerecido, lo he de merecer”, señaló, provocando la risa y el aplauso de los quizás un poco más de mil asistentes. Asimismo, agradeció a los músicos participantes y le dijo al público que le pidiera a Dios por que lo dejara vivir otros cien años.

Después, se integró un ensamble con músicos de El Lindero, Zicuirán y el Distrito Federal, como don José Jiménez –el segundero fiel de don Leandro–, don Jesús González Mendoza, don Carlos Limas, don Jorge Ramírez, Alejandro Martínez de la Rosa y, por supuesto, don Leandro.

Esos momentos fueron emotivos y grandiosos, a pesar de algunas fallas persistentes de sonido. Un grupo de músicos de edad avanzada haciendo sonar sus instrumentos de manera limpia, gozosa, como si cosecharan los frutos de una tierra trabajada con amor y tesón durante muchos años. Fueron pocos minutos, pero inolvidables.

Luego de tres o quizás cuatro piezas, los músicos dejaron el escenario, se agradeció su presencia y se acabó el homenaje. Al concluir, la gente ofreció un caluroso aplauso a don Leandro, músico ejemplar (cabe mencionar, entre paréntesis, que para mucha gente ésta fue la primera vez que escuchaba este tipo de música), que tuvo que ser cargado para poder bajar del escenario.

Luego, poco a poco, o mejor dicho: paso a paso, se dirigió a un hotel cercano, cenó una especie de mollete (una rebanada de pan con frijoles y queso rallado encima) y agua de jamaica, escuchó unas piezas que le dedicaron Los Arrieros y se subió a una camioneta, ayudado por su nieto Antonio Corona Cuevas e Isidro Becerril López, amigo de la familia Corona, para regresar a Zicuirán. Se le veía cansado o enfadado. Yo no lo vi sonreír ni un momento. Aunque, bueno, quizás pensaba en un refrán y lo parafraseaba: “Más valdría temprano que nunca”. Quién sabe, pero es importante que haya recibido el homenaje en vida. ¡Salve, don Leandro!

Comentarios a esta nota: gregorio.martinez@azteca21.com

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