Libro Blanco del Fonden

POR LA ESPIRAL
Claudia Luna Palencia

-Libro Blanco del Fonden
-220 declaratorias de emergencia
-Estructura vertical, problema

La situación por la que atraviesa la población del municipio de Piedras Negras, Coahuila, tras el paso del tornado hace más de un mes, pone de nueva cuenta en evidencia la incapacidad de la Federación para responder rápidamente ante situaciones de emergencia por desastres naturales.
    El Fondo de Desastres Naturales (Fonden) operado bajo una estructura centralizada, demora meses en empezar a funcionar en la aplicación de los recursos administrativos y financieros solicitados por determinado gobierno estatal que a su vez trabajará en conjunto con el gobierno municipal de la zona afectada.
    Ese largo tiempo de espera, se traduce en la desesperación e impotencia de las personas y familias desplazadas, en gastos internos extraordinarios para las arcas de la Tesorería municipal y estatal. Todos salen perdiendo porque la toma de decisiones es inútil, cara, lenta, burocrática y opaca; es decir, poco transparente.
    La inserción de México en una cultura de prevención y mitigación de desastres es perentoria por las propias condiciones del cambio climático con riesgos de multiplicarse en aquellas comunidades y localidades  provistas de asentamientos humanos ubicados a la vera de los ríos, mares, lagunas, vertederos y deslaves.  También en zonas sísmicas.
    Después de los terremotos de 1985, en la ciudad de México comenzaron a aplicarse los simulacros de evacuación, que por cierto hace tiempo no son practicados con la frecuencia de años atrás.
    En Cancún, Quintana Roo, tras el devastador paso de Gilberto, la población aprendió a organizarse para la evacuación preventiva hacia zonas de albergues con características de seguridad.
A la par  va generalizándose la contratación de pólizas de seguros. Además de las cadenas hoteleras, centros comerciales, empresas y micro negocios tienen un seguro y la gente adquiere una cobertura para  su casa, los muebles y   el coche. Han desarrollado el instinto de protección porque conocen de los daños y prefieren prevenir ante un futuro de incidencia climática.     Poco a poco se adquiere un aprendizaje de cómo actuar y qué hacer.
No obstante, restan muchos esfuerzos a nivel país por adoptar verdaderamente una cultura de prevención y mitigación de desastres donde la sociedad civil y el gobierno trabajen de forma conjunta en la creación de propuestas y en su implementación.  Debemos evitar a toda costa que en México llegue a suceder algún día un escenario como el de Nueva Orleáns con el huracán Katrina.
GALIMATÍAS
    De enero del 2001, hasta agosto del 2006, el Libro Blanco del Fonden incluyó  220 declaraciones de emergencia: en 2001 hubo 14; 2002 un total de 18; 2003 sucedieron 62; 2004 en total 42; en 2005 fueron 59; y hasta agosto del 2006 se reportaron 25.
    El año 2005 fue especialmente difícil para la ejecución de los recursos del Fonden por la cantidad de municipios contenidos dentro de la declaración de emergencia, en aquel año hubo 1 mil 153 municipios afectados.
    El informe del Libro Blanco del Fonden señala que en el sexenio pasado, un  grupo conformado por diez estados de la República Mexicana fueron los más recurrentemente afectados por los embates naturales y climatológicos: Veracruz, Chihuahua, Zacatecas, Quintana Roo, Yucatán, Chiapas, Durango, Oaxaca, Jalisco y Puebla.
Todas son entidades con problemas fiscales internos, insuficiencia de recursos, presupuestos acotados y restringidos, y el grupo conformado por Yucatán, Chiapas, Oaxaca, Zacatecas y Puebla tienen una dinámica donde los mayores índice de pobreza complican más los escenarios de desastre.
    En el ejercicio fiscal 2005, el Fonden utilizó 1 mil 307 millones de pesos para gastarlos en despensas, colchonetas, cobertores, mantas, láminas, agua, kits de aseo y herramientas.
    Son artículos paliativos muy cuestionables comenzando por el gasto en despensas. Los medios de comunicación han denunciado insistentemente la mala utilización de las despensas, en  ocasiones es  tanta la respuesta de la sociedad civil para donar  agua, medicinas y alimentos, que los acopios quedan almacenados en bodegas. Al mismo tiempo el Fonden aprueba aplicar un gasto en despensas, cuando  éstas sobran.     Así pasa igual con cobertores y láminas.
Esta complejidad tiene que resolverse a fin de romper con lo que tanto se intuye: lucrar con la ayuda humanitaria, mal utilizar los recursos aprobados y hacer un negocio permanente de la respuesta ante los desastres.
    En el marco de la reforma de la administración financiera pública debe  cambiarse la aplicación, tiempo de respuesta, asignación de recursos y naturaleza del Fonden.
    Los sucesos más recientes del municipio de Piedras Negras, Coahuila es altamente revelador del perfil manipulador de los recursos extraordinarios aprobados desde la Federación, donde la politización de la ayuda está a la orden del día; el color blanquiazul de la Federación choca con el tricolor del gobierno estatal de Coahuila, y en lugar de acelerar los recursos para el gobierno estatal sucede el entorpecimiento para ocasionar el malestar de la población desesperada por su reubicación.
    La recurrencia de que suceda y siga sucediendo depende en buena medida de los propios actores políticos, son ellos quienes  pueden provocar un cambio en el Fonden.
La Conferencia Nacional de Gobernadores (CONAGO) debe impulsar una estructura de prevención y mitigación de desastres, porque el Fonden no tiene  capacidad de respuesta financiera y técnica ante tantas incidencias pasadas y futuras.
    El punto no es que se tenga dinero para comprar láminas que dos o tres veces al año se pierden a penas crecen los ríos o llueve intensamente. La prioridad no es gastar en mochilas, ni siquiera en despensas que es lo primero que regala la gente, sin necesidad de que lo compre el gobierno.
 La cuestión es aprovechar eficazmente la disposición de los recursos monetarios, asignarlos eficientemente e irse por el cambio a fondo elaborando  un programa de reubicación definitiva, con vivienda económica, con licitación abierta, para construir zonas habitacionales seguras; es amurallar los ríos, poner mallas de acero a los deslaves, adoptar moderna ingeniería hidráulica para las presas; mejorar el sistema de alcantarillado.
El plan es estructurable y se facilita en la medida en que se informe a la gente del peligro de seguir donde habita.
Muchos arquitectos e ingenieros mexicanos tienen muy buenas ideas para la prevención y la mitigación de desastres naturales, lo que falta es la capacidad de respuesta gubernamental. La voluntad política.

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