“Yo fui un romántico”, dice don Ángel Tavira, protagonista de “El Violín”

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Don Angel es quien se ha encargado
de preservar la memoria musical
calentana
Foto: Cortesía 2.uol.com.br
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Por Javier Pérez
Reportero Azteca 21
Acapulco, Guerrero. 9 de mayo de 2007. Invitado especial la noche de la inauguración de las actividades del tercer Festival Internacional de Cine de Acapulco en su sede principal, don Ángel Tavira (quien se ha dedicado a rescatar la música de la Tierra Caliente y que protagonizó el largometraje de ficción “El violín”, estrenado en cartelera comercial el 27 de abril) subió al escenario del Fuerte de San Diego, en el puerto de Acapulco, para interpretar algunos temas calentanos en compañía de algunos de sus hijos y nietos.
“Me invitaron, la verdad no puedo asegurar quién. Me hablaron a ver si podía venir. Les dije que sí estaba bien, con mucho gusto. Y aquí estamos”, dijo en una breve entrevista donde se dio tiempo de hablar de su participación en “El violín” (Francisco Vargas; México, 2006), de la música de su tierra y de sus preceptos a contracorriente.
“La gente debe saber defenderse, porque las autoridades sólo van a enriquecerse. Y hay muchas maneras de hacerlo sin poner en peligro nuestra vida. Le recomiendo a toda la gente que no tiene mucha cultura, que no tenga miedo, que hay que defenderse. Cuando fui maestro, fui disidente, iba a protestar a México, a Chilpancingo, y a cualquier parte, por la injusticia a las que nos ponen. Me siento contento de, a mi edad, poder servir en algo”, señala.
En cuanto a su actuación como protagonista de “El violín” (crédito que comparte con Dagoberto Gama), asegura que contó con toda la libertad para hacer lo que quisiera, así que “algunas cosas fueron espontáneas. Creo que estuvo bien”.
Él estuvo desde el principio en el proyecto (de hecho, desde mucho antes, pues fue el eje rector del documental “Tierra Caliente”, del mismo Vargas), cuando aún era cortometraje. Entonces “creo que lo llevaron a Francia, les gustó y propusieron que se convirtiera en largometraje, que ponían el dinero para eso. Luego lo hicimos”.
De los efectos que ha tenido el filme en la gente, cuenta: “Ya la fui a ver (la película) una vez en Morelia, otra en México y veo que a la gente le gusta. Ha habido gentes que cuando se encienden las luces y nos paramos enfrente, han ido a darme un beso en la frente. En Cannes, y aquí en México”.
¿Ha cambiado su vida?, se le pregunta. “Solamente pienso que puedo hacer las cosas más o menos bien, y a la gente le parece bien. Eso me da gusto a mí”. Y sin dudarlo, afirma que si le llegan nuevas invitaciones, seguirá actuando. Aunque lo que realmente siente es la música.
“Cuando yo estaba activo en la cuestión musical, era romántico. Toqué de todo: música semiclásica, música folclórica de mi tierra. Me metí con cualquier clase de música, me gustaba participar en toda si la sentía; me daban ganas de interpretarla. A veces me gustaba cuando me iban a pedir alguna serenata, a la una, dos o tres de la mañana. Me ponía a tocar al pie de alguna reja; las gentes salían de sus casas a sentarse en las puertas para estar oyendo la música. Yo fui un romántico”.
Pero la música de la Tierra Caliente, su tierra, es lo que lo ha movido. De hecho, el documental arriba referido lo toma como lo que realmente es: quien se ha encargado de preservar la memoria musical calentana. “Nadie lo ha hecho. Esa música era inédita, nadie la escribía, sólo yo tengo cuadernos donde la estoy escribiendo, para que no se pierda y se acabe, como ha sucedido en varias partes, donde ya las juventudes no conocen sus raíces”.
Ahora, con el acuerdo firmado con la Filarmónica de Acapulco y el FICA, al menos difusión no le faltará.
Comentarios a esta nota: javier.perez@azteca21.com