Hernán Becerra Pino describe la vida de los indocumentados en EU en su novela “La gran mentira”

La novela recibió en marzo
 de este año el Premio
Cabeza Olmeca 2007
 Foto: Azteca21

Por Benjamín Solís
Reportero Azteca 21

Ciudad de México. 24 de abril de 2007. Hernán Becerra Pino, escritor y periodista chiapaneco (Premio Nacional de Periodismo 1997), autor de la novela “La gran mentira” (México, 2006), en la que aborda la odisea de los inmigrantes mexicanos y centroamericanos que van a Estados Unidos en busca de un mejor porvenir, de trabajo, muchos de ellos seducidos por la ilusión del sueño americano, un producto de la industria cultural estadounidense que año tras año atrae a miles de personas de todo el mundo a la Unión Americana.

“La gran mentira” recibió el 27 de marzo de este año el Premio Cabeza Olmeca 2007, galardón que otorgan el gobierno de Tabasco y la SOGEM, es una novela que inaugura un nuevo subgénero en la narrativa latinoamericana: la novela de la migración, vista desde sus protagonistas, una literatura más testimonial que ficticia. Becerra Pino, que el año pasado obtuvo un reconocimiento internacional por su novela en el Encuentro de Escritores Centroamericanos, en la ciudad de Antigua, Guatemala; conversó con Azteca 21 sobre su trabajo reciente.

Hernán, explícanos un poco por qué tu novela recibe el reconocimiento más importante que hay en las letras centroamericanas.

Bueno, déjame decirte que en el Encuentro Internacional sobre la Novela Centroamericana en Antigua, Guatemala, se reúnen escritores de todo Centroamérica, es decir, de Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala, Panamá… Fui invitado porque mi novela está ocupando un lugar preponderante en el encuentro. “La gran mentira” es un libro que están considerando allá como una novela centroamericana, porque en primer lugar yo soy de Tapachula, y Tapachula está en Chiapas, México, pero geográficamente también pertenece a Centroamérica. Todo Chiapas es Centroamérica, ¿no? Las costumbres, algunas palabras, nos entendemos más lingüísticamente con los salvadoreños, con los nicaragüenses, con los guatemaltecos, que con el resto del país. Es muy interesante, somos centroamericanos, haz de cuenta que un pedazo de Centroamérica lo cortaron, lo dividieron, y uno lo anexaron a México, por eso consideran a esta novela como centroamericana.

¿Ya circula tu libro por allá?

Ya es conocida por allá, hay periódicos en Managua que le han hecho alguna promoción en sus titulares. Creo que la novela les llegó a todos los centroamericanos, pero sobre todo a los nicaragüenses. Para este encuentro fuimos invitados el doctor Axel Ramírez, un chicano de Nuevo México, él es un importante investigador de varias universidades estadounidenses y un gran conocedor de la novela chicana, de la novela hecha por los mexicano-estadounidenses. Yo le di la novela y él quedó fascinado, me dijo que mi novela era moderna, por un lenguaje libre de ataduras, directo, como decía Octavio Paz, “chillen putas”. Esta novela no se anda con tientos ni santurronerías, es fuerte por su lenguaje, y eso la torna una novela moderna. También es una novela del desierto, es una novela del exilio; y posiblemente nazca con ella la primera novela moderna centroamericana, o al menos yo entendí eso de este investigador, “primera novela moderna centroamericana” y él dice que antes la novela centroamericana era muy localista, es decir si es de Guatemala, habla de Guatemala; la de Honduras habla de Honduras, la de Nicaragua de Nicaragua…

O muy enfocada a lo que era la guerra, gran parte de la narrativa de Centroamérica de los últimos 20 años era sobre la guerra.

Sí, y por ello mi novela es importante, es contemporánea por el tema, yo trabajé en ella desde 1992, cuando fue el tiempo de la amnistía para los inmigrantes en Estados Unidos. Los acontecimientos reales que pasan en la novela ocurren entre 1990 y 1992, yo empecé a escribir por la trama, que viví;, la vida misma es la función catalizadora de la realidad.

¿De qué trata tu novela?

Sobre la inmigración, pero también es una historia sórdida de amor, historia donde aparece una mujer, la protagonista que le dice al personaje de la novela, mi álter ego, que se vaya a los Estados Unidos porque va a ver una amnistía y poder residir allá. El personaje toma un vuelo y ya en el aeropuerto en Estados Unidos ella lo deja plantado, no va por él y así transcurren las horas. El personaje de la novela, que en buena parte soy yo, cansado de esperar y luego de mucho insistir, la encuentra por fin y llega a la casa donde vive ella, pero ésta lo recibe con una cara cambiada, y sin más le anuncia que lo ha dejado por otro, pero lo peculiar es que ni siquiera era por un tipo en sí, sino por su dinero, le dice ella: “Te dejé por un BMW”.

Y así transcurre la historia, que trata en buena parte de la relación entre ellos y cómo se va dando, y al mismo tiempo menciono algunas cosas del american way of life, por ejemplo, el BMW es de su nuevo amante, otro inmigrante, pero éste con algo de dinero, un chino. Déjame decirte que allá la gente vive endeudada toda su vida, traen buenos carros, viven en buenas casas, cambian sus muebles una vez al año, pero todo lo deben, las deudas consumen sus vidas, tienen de todo, pero todo lo deben. La anécdota de lo que viví sirvió para  recrear toda la novela, si no hubiera pasado, pues no habría libro, porque casi todo es real, tuvo que haber algo tan poderoso y fuerte como el que te dejen, pero en este caso no fue por un hombre, que ya es doloroso, pero que te dejen por un carro, por un objeto, es mucho más doloroso y pues ahí nace la novela.

¿Cómo la han recibido los lectores?

Pues, mira, la gente queda picada, algunos se acercan y me dicen que escriba otra parte, así que te digo que es un libro innovador y creo que por ello puede ser la “gran” novela centroamericana, porque yo agarro de todos los países centroamericanos, está la familia nicaragüense, los hondureños, los salvadoreños, los guatemaltecos, y por supuesto los mexicanos; todos ellos también interactuando, no sólo entre ellos sino también con otras nacionalidades, en la novela aparecen un chino, gringos, una cubana… Eso es los que hacía falta en esta novelística centroamericana, que también es del exilio, porque también es un exilio, como lo ha definido el investigador Axel Ramírez, los inmigrantes se autoexilian de su país.

¿Entonces también es una novela sociológica, en este caso de la vida estadounidense?

Mira yo soy sociólogo, y uno no puede evitar lo que es, yo me basé mucho en la observación sociológica, por un lado el “background” que tenía yo allá como sociólogo; seis meses anduve por allá trabajando, incluso más del tiempo que podía, cuando me echó de su casa Linda, la mujer de la novela, me las vi duras, me fui a vivir con una cubana que era prostituta, yo nomás oía cómo se echaba sus canitas al aire ahí con los balseros recién llegados a los Estados Unidos, vi muchas cosas así de duras, creo que nomás me faltó ser alcohólico para cerrar el círculo y ser otro como Nicolas Cage en la película “Adiós a Las Vegas” (risas), sólo me faltó perderme en el alcohol y ser amante de la prostituta para acabar igual que en esa película.

Bueno, yo observo y escribo. Hago todo eso y creo que era lo que necesita la realidad estadounidense. De los sociólogos de la UNAM, el maestro De la Vega, el doctor Calderón, la doctora Elena Beristáin, todos dicen que es una excelente novela sociológicamente hablando, ahí está el sociólogo, dice el especialista Gustavo de la Vega Shiota, dice que en mi novela está el sociólogo que soy yo, que termina trabajando de obrero, de jornalero, recogiendo los frutos en el sur de California, yo lo viví, pero también está el humanista, el poeta chiapaneco y mi percepción de las ciudades estadounidenses, también se encuentra el periodista, lo vemos cuando anda por Estados Unidos, y que de regreso a México ve que la cosa no acaba, pues decide ir a conocer Tepehuanes, Durango, para conocer más de cerca la realidad, el mundo de la mujer de la que él se enamoró y ella lo despreció, en fin es una novela que en realidad no se ha terminado de escribir.

Pero el tema central son inmigrantes mexicanos y centroamericanos en Estados Unidos.

Así es, pero hay una diversidad de culturas, por ejemplo, tú pides en la Unión Americana unos tacos, unas gorditas o unas flautas y te las sirven, pero con una mezcla de todo: a veces en lugar de tortillas, como sería lo más común en México, allá te ponen unas poposas salvadoreñas, una especie de tortilla o gordita centroamericana, parecida a las de aquí, pero con otro sabor. Allá hay toda una mezcolanza, ante se hablaba del latino, del mexicano, del hondureño, etcétera. Así como seccionados, pero ahora todos están en una misma caja. Ya existe un término que se llama african-hispanic-latinoamericano, porque todo entra de la misma bolsa, ¿no? Los Estados Unidos ya son un gran bloque, todos los inmigrantes, principalmente los latinos, ya estamos en un mismo bloque, así como que los pueden controlar más, en lugar de estar todos fragmentados. Allá se vive ahora una especie de globalización de las razas, de las etnias, en Estados Unidos ya no está separado el colombiano del venezolano, o el mexicano del centroamericano, no, ya está todo en el mismo bloque.

¿Qué piensas de la buena vecindad de la que habla George W. Bush, y por otro lado levanta su muro fronterizo para detener a los migrantes?

Es un doble mensaje, porque una es la realidad de los Estados Unidos con los migrantes: por un lado los desprecia, pero por otro los necesita; ¿quién hace todo ese trabajo?, el trabajo que ni los negros quieren como dice Vicente Fox lo hacen los mexicanos. Los chicanos dicen, de los mexicanos que pasan la frontera, que trabajamos como burros mexicanos, pues si trabajas como burro a ellos los pones en un aprieto porque se dedican a trabajar menos para pensar un poco más, como es el mundo chicano y muy inteligentemente los chicanos dicen eso ¿no?, dicen: “Los mexicanos trabajan como burros y nos hacen el caldo gordo a nosotros”. Los mexicanos somos muy despreciados, el mexicano puede ser muy flojo en México, pero cuando se va al otro lado se crece al castigo y se vuelve muy trabajador por la misma discriminación que vive, por su color, porque no habla el inglés, por lo que tú quieras; nuestros paisanos hacen los trabajos más jodidos que hay en Estados Unidos, ellos limpian los baños, son destapacaños, limpian la mierda, bueno para qué decir todo eso que es a fin de cuentas la realidad.

¿Por ejemplo?

A mí me tocó ver una vez que desde el decimoséptimo piso andaba al aire libre trabajando un limpiavidrios salvadoreño, con un cable ahí venía bajando y bajando, ya en tierra le pregunté: “Oiga, ¿y no le da miedo?”, y me dijo: “Sí, cómo no, me cago de miedo allá arriba, pero qué quiere si es mi trabajo”. Luego me dijo que a veces se rompe el cable, se cae alguien, lo levantan y no pasó nada, viene otro a suplirlo y ya. Los accidentes son muy frecuentes en Estados Unidos, y bueno, pues la función social de la novela es concienciar un poco a la gente, los novelistas somos la conciencia de un pueblo, de un país. Bastaría leer la novela para que en verdad te des cuenta de cómo viven nuestros paisanos, en qué condiciones infrahumanas, son despreciados, es triste ver aquello, si tú tienes un poco de sensibilidad, eso es para llorar; si llegan a traducir mi novela al inglés, espero que sirva para sensibilizar un poco a los estadounidenses, a que no debe darse ese maltrato hacia el inmigrante, que a fin de cuentas hace el trabajo más sucio, como te dije, el trabajo que nadie quiere hacer, por sucio o pesado y todavía lo desprecian; por eso digo que es el doble mensaje eso de la buena vecindad, a fin de cuentas los EU sólo tienen intereses aquí en México y el resto de Latinoamérica, tienen cadenas de tiendas, de restaurantes, somos realmente un continente del consumo, si no consumiéramos los latinoamericanos todo lo que ellos nos dan, invariablemente quebrarían sus grandes cadenas, nosotros somos el consumo de ellos, como dicen, el patio trasero. Yo invito a los lectores del portal a que lea la novela, ella dice cosas que yo no puedo sintetizar en esta entrevista, la novela me rebasó, es una novela cabrona, no es una novela “light”, de ésas que se venden en el Vips, libros donde no hay cosas profundas. Tú lees “La gran mentira” y te deja un desazón, te sientes hasta mal, ¡qué bueno!, porque de eso se trata, de que te muerda el tapete, hasta la apartas un rato, pero después le perdonas la vida a la novela y la retomas porque sabes que la gran mentira es la gran verdad.

Gracias por tus palabras.

Al contrario, fue un placer.

Comentarios a esta nota: benjamín.solis@azteca21.com

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