Abordar a la Mara Salvatrucha

POR LA ESPIRAL
Claudia Luna Palencia

-Abordar a la Mara Salvatrucha
-Cambio de enfoque
-¿Funciona la mano dura?

 Mediante la focalización, el  investigador social busca contrarrestar la incidencia de determinados fenómenos, que van incubando un virus que con el tiempo experimenta alcances mayores en lo negativo atentando contra la sociedad en distintos órdenes.
 Hoy en día el fenómeno de la violencia globaliza en un rostro transmutado en  mil caretas difíciles de observar  y ni siquiera funciona  identificarlas  desde un sentido netamente economicista. No, en definitiva hay mucho más.
 México no queda sustraído de esa tendencia malsana de la violencia que convierte a la inseguridad en un tema de calado entre los ciudadanos ubicándolo en el centro de partida de lo que puede esperarse contrarresten políticos y legisladores impulsando la aplicación de leyes de mano firme.
 Empero, la mano dura, no sirve en todos los casos de las expresiones de la violencia al provocar resultados de baja intensidad. Varios ejemplos acontecen con las pandillas de los  Zetas, Kaibiles, Maras o tantas otras más.
 De este grupo del que he mencionado solamente a tres de las clasificadas pandillas peligrosas, la de la Mara Salvatrucha está convocando a serios esfuerzos en México para al focalizar el área de acción intentar no con mano dura, sino con otros métodos, la reinserción social.
 La actuación de la mara en distintos terrenos geográficos de la República Mexicana ha desatado la preocupación ciudadana,  tanto por su impacto social, como porque se le liga con  la consecuente ola de criminalidad y los males que arrastra con tráfico de drogas, armas, falsificaciones, participación en redes de inmigrantes ilegales; etc.
 Diversas células maras están ubicadas en el país.  De ello se pueden hacer muchas reflexiones. A mí me interesa destacar lo que hemos insistido en anteriores columnas: “A los mexicanos debe esencialmente interesarles la llamada frontera segura mirando hacia el Norte con Estados Unidos y al Sur con Guatemala, Belice y el resto de Centroamérica”.
 Si dejara de politizarse el tema de la seguridad fronteriza  y se tomara verdaderamente en serio la dimensión de la problemática que llega a México vía sus fronteras, tendríamos a un Ejecutivo coordinándose para la frontera segura, uniendo sus esfuerzos con Estados Unidos y exigiendo, ante el reposicionamiento de la seguridad, visado tanto a los estadounidenses como a los centroamericanos.
 Da sopor la inacción gubernamental ante esa dinámica maliciosa que va dejando al país como la alberca de los vecinos del Norte y de los del Sur, en el trasiego  de uno a otro lado se quedan muchos aquí.
 El caso de la Mara Salvatrucha es un ejemplo. De acuerdo con la subsecretaría de Población, Migración y Asuntos Religiosos, de la Secretaría de Gobernación,  desde 2003 al 2005, fueron detenidos mil 193 integrantes de la Mara Salvatrucha.
 Según estudios legislativos en la Cámara de Diputados, esta pandilla guarda sus cimientos en el Este de Los Ángeles, en Estados Unidos.  Además tiene presencia en Honduras, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Panamá y Belice.
 En México, el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) documenta la existencia de bandas de la Mara 13 y la Mara 18 distribuidas en 21 estados.
A COLACIÓN
 Investigar a la violencia como un todo encimado está cediendo lugar a la focalización de determinadas células cancerosas para observarlas en su animosidad. La búsqueda de respuestas no es sencilla, ¿por qué están esos jóvenes allí unidos en la violencia? ¿Cómo amaina el crecimiento de las pandillas? ¿Verdaderamente pueden lograrse exitosos procesos de educación y reeducación de los pandilleros, evitar la reincidencia?.
 Básicamente, esfuerzos de investigación al calce, los encontramos en la  Red Transnacional de Análisis sobre Maras, dirigido por Rafael Fernández de Castro.  Se trata de un proyecto liderado por el Centro de Estudios y Programas Interamericanos (CEPI) del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), con el apoyo de la Fundación  Ford y la Fundación Kellogg.
  La Red tiene multiactores,  agrupa a tomadores de decisión, activistas y académicos de distintos países, y cuyo principal objetivo  es promover un diálogo más informado acerca del fenómeno de las  pandillas y la violencia juvenil, con el fin de establecer puentes de comunicación y cooperación entre la sociedad civil, el gobierno y la academia.
 Entre los análisis más recientes de la Red denominado “Pandillas juveniles transnacionales en Centroamérica, México y Estados Unidos”, se hecha por la borda las declaraciones e investigaciones oficiales sobre las  percepciones del crecimiento y gravedad del problema “se alimentan por informes infundados de la extensión transnacional de la violencia de las maras, y de los supuestos lazos entre las maras y el crimen organizado”.
La investigación demuestra que, aunque el problema de las maras es un problema muy complejo y  cada vez mayor, su naturaleza transnacional y criminal es bastante limitada.
Indica, además, que los esfuerzos por tratar el problema desde un enfoque de seguridad nacional son menos fructíferos que aquellos que atienden el fenómeno como un problema social, con un enfoque desde los derechos humanos y la salud pública basado en las fallas estructurales del Estado.
La investigación desmitifica la creencia de que las pandillas juveniles están comprometidas con un esfuerzo sistemático por diseminar su influencia. A pesar de que las pandillas cuentan con un número significativo de miembros, el estudio encontró que sus crímenes se limitan principalmente a delincuencia, robos y extorsiones en sus vecindades más que a aquellos tradicionalmente asociados con el crimen organizado, como es el caso de tráfico de drogas, prostitución, tráfico de personas y venta de armas.
El estudio recomienda: 1) Desarrollar oportunidades de empleo para los ex pandilleros y asegurar su reinserción en la sociedad de manera significativa.  2) Analizar variables tales como el capital social, que coadyuvan a que los "jóvenes en riesgo" no ingresen a las pandillas permitiendo de esta manera identificar factores de prevención. 3) Cultivar y apoyar oportunidades para que los jóvenes participen en diversas actividades (deportes, formación profesional en cómputo, electrónica, etc.) que les devuelvan la auto-estima y que representen una alternativa a la vida de pandilla; y 4) Abordar la problemática desde una perspectiva que permita aplicar la ley sin violar los derechos humanos de los jóvenes vinculados a las pandillas.

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