Brasil y México unidos por voz y cuerdas en “Bossa”

La imponente voz de soprano de
Lilly Abreu le confiere a cada pieza
 un estilo muy peculiar, más inclinado
 hacia la música culta
 Foto: Azteca21

Por Darío S. González M.
Reportero Azteca 21

Ciudad de México. 28 de febrero de 2007. Si bien el rítmico bossa nova ha podido prevalecer durante generaciones, ya sea puro o a través de otros géneros musicales como el jazz, no menos famosas han sido las letras de las canciones que lo representan (más aún que sus autores, como suele suceder). Así, forma y contenido, es decir, ritmo y canción, han venido de la mano desde la mitad del siglo pasado, en que el movimiento nació en las playas de Río de Janeiro, hasta la fecha.

Quizá por esta razón se explique el inicial desconcierto de quien escucha la primera vez a Lilly Abreu en cualquiera de sus interpretaciones que hace en el álbum “Bossa”(Quindecim Recordings, México, 2006). Porque, al atestiguar que la primera canción de este CD, “O pato”, tan famosa en la interpretación de João Gilberto, ha modificado ese contagioso ritmo que la caracteriza, lo primero que viene a la mente es “Esto no es bossa nova”, pues, en efecto, no lo es.

Tanto “O pato” (El pato) como las siguientes once canciones tienen en común ser representantes del legendario género musical brasileño, pero desde los arreglos, hasta la ejecución del Cuarteto Latinoamericano, la ausencia de las notas de un piano y la imponente voz de soprano de Lilly Abreu le confieren a cada pieza un estilo muy peculiar, más inclinado hacia la música culta, con mayor tendencia hacia Heitor Villalobos, el eminente compositor también oriundo de Brasil, que hacia la música popular brasileña (MPB).

Aunque, tras unos minutos de escuchar los arreglos, hay algo que siempre termina remontándonos hacia las playas cariocas, pues en cada pieza lo que nos sigue recordando al bossa nova es su letra, ya que el álbum está conformado en su mayoría por las obras de tres grandes artistas del género y de amplio reconocimiento tanto dentro como fuera del país del samba: Chico Buarque (“Teresinha”, “Olhos nos olhos”, “Sabiá”), Tom Jobim y Vinicius de Moraes (“Luíza”, “Só danço samba”, “Água de beber”, “Canta, canta mais”, “Ela é carioca”).

En todas las piezas hay también un estilo único que la cantante ha podido impregnarle, aspecto difícil cuando se trata de canciones miles de veces interpretadas por cientos de artistas, entre ellos cantantes de la talla de Elis Regina, Astrud Gilberto, Maria Bethânia, Gal Costa, Gilberto Gil y João Gilberto, entre tantos otros. La calidad de la voz de Lilly Abreu, sin embargo, no se queda atrás, y su misma trayectoria es prueba de eso, pues ha sido recitalista, solista con orquestas y grupos de cámara en Francia, España, Portugal, Argentina, Estados Unidos y Brasil. Su versatilidad, además, le ha permitido ser también buena intérprete de jazz y de música popular brasileña.

Pero si la cantante posee madera para lograr la ejecución de canciones que ya el público tiene tan arraigadas, la calidad del acompañamiento a manos del Cuarteto Latinoamericano tampoco se queda atrás. Aclamado por el “Times” de Londres como “de primera división de los cuartetos de cuerdas”, este grupo fundado en 1981, en México, se compone de tres hermanos: los violinistas Saúl y Arón y el cellista Álvaro Bitrán, a los cuales se aúna el violista Javier Montiel, quienes no sólo dedican su tiempo a la creación artística, sino, también a la labor educativa.

El ensamble ha jugado un papel decisivo en la formación de instrumentistas de cuerda en México y, en la actualidad, el Cuarteto Latinoamericano desarrolla su labor pedagógica afiliado a dos instituciones de enseñanza musical: en México, a la Escuela de Iniciación a la Música del Conjunto Cultural Ollin Yoliztli y, en Estados Unidos, a la Universidad Carnegie Mellon de Pittsburgh, donde sus integrantes han sido contratados como Cuarteto en Residencia y Profesores desde 1987.

Como se puede ver, “Bossa” es un álbum con artistas de gran calidad, versátiles y comprometidos con la música cuya unión da como resultado la ejecución pulcra de canciones representativas de un movimiento musical legendario, dándole difusión y estilos propios, como en su momento hicieron grandes representantes del jazz (Stan Getz y Charlie Parker, por ejemplo).

Asimismo, la producción está garantizada por el sello Quindecim, casa discográfica de entre cuyos nobles objetivos destaca el de rescatar, difundir y promover la música de compositores mexicanos, latinoamericanos y universales, como en este caso. Resta al lector apoyar tan loable labor adquiriendo esta obra, que lo remontará a pasados memorables y al mismo tiempo lo pondrá en contacto con talentos actuales.

Comentarios a esta nota: dario.gonzalez@azteca21.com

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