Invitación para visitar Centro Histórico del DF, sus palacios, barrios, museos y otros atractivos

El Ángel de la Independencia es una
referencia obligada de nuestra gran metrópoli
Foto: Gregorio Martínez M./Azteca 21

Por Gregorio Martínez Moctezuma
Corresponsal Azteca 21

Ciudad de México. 15 de diciembre de 2006. La otrora Ciudad de los Palacios aún conserva algunos de éstos y muchos otros atractivos que la convierten en un lugar ideal para visitar estas vacaciones de fin de año. En sí mismo, el remozado Bosque de Chapultepec y sus lindes ofrecen una importante variedad de opciones: los juegos mecánicos de La Feria, el Museo de Arte Moderno, el Museo de Antropología e Historia, el Museo Rufino Tamayo, el Museo Nacional de Historia –en el Castillo–, el Zoológico, los nuevos muelles del Lago, el Museo de Historia Natural, la Casa de Luis Barragán, la Zona Rosa, el Ángel de la Independencia, las calles de la colonia Condesa, llenas de sortilegios de todo tipo…

Para aquellos que no conocen Ciudad Universitaria –la esencial CU de la historia moderna de nuestro país– y también para aquellos que no comprenden aún la importancia de nuestra máxima Casa de Estudios, una visita por el campus de la UNAM les puede dar, aunque mínima, una idea de su significado histórico-social-cultural con su Estadio Universitario, su Torre de Rectoría, su Biblioteca Central, su Biblioteca Nacional, su Centro Cultural, su Museo de Ciencias y Artes, los murales de David Alfaro Siqueiros, José Chávez Morado, Federico Eppens, su Espacio Escultórico, amén de sus Facultades e Institutos…

Por supuesto, también están los centros históricos de varios barrios, como el infaltable Coyoacán –donde es indispensable pasar al Museo Nacional de Culturas Populares, espejo valioso e insuficiente de nuestra diversidad cultural, a su bellísima iglesia de San Juan Bautista, el Mercado de Artesanías, al Museo de Frida Kahlo y Diego Rivera, y ya en esos rumbos, de una vez pasar a la Cineteca Nacional…–, San Ángel –con sus “Momias” en el Museo de El Carmen, su tianguis sabatino de arte y artesanías en la plaza de San Jacinto, su Casa Jaime Sabines…–, Xochimilco –con su mercado, sus canales y su Museo Dolores Olmedo…–, Azcapotzalco –como moraleja de un pasado arquitectónico esplendoroso reducido sólo a su centro histórico, el Parque Tezozómoc–, Tlalpan –con su iglesia de San Agustín de las Cuevas, su Museo de Historia, su mercado, sus callejuelas, su mural en el edificio de Gobierno delegacional…–…

En el norte de la ciudad se puede visitar el Planetario “Luis Enrique Erro” –que resulta inolvidable al propiciarnos un viaje estelar– y las instalaciones de Zacatenco, ambos recintos del Instituto Politécnico Nacional; la Basílica de Guadalupe, el Museo del Chopo, la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco –que pronto tendrá flamante Centro Cultural en la antigua sede de la Secretaría de Relaciones Exteriores–, la biblioteca José Vasconcelos en Buenavista –cuyo magnífico esqueleto de ballena, obra de Gabriel Orozco, no la salva de ser más un monumento a la huera personalidad, que un proyecto funcional, necesario–, las astillas de lo que un día se consideró “el Árbol de la Noche Triste” en Popotla, y, para los más osados, no estaría de más un viaje odiseico por el inconmensurable tianguis dominical de San Felipe de Jesús, así como para los más pudientes y/o esnobs es indispensable recorrer Presidente Mazarik, en Polanco, donde se encuentran las tiendas de las marcas más prestigiadas del mundo…

Una visita para ver el Zócalo iluminado es
 una gratificante experiencia
Foto: Gregorio Martínez M./Azteca 21

Finalmente, y sólo como colofón imprescindible, pues él solito nos da para varios días, hay que darse una vuelta por el Centro Histórico y sus palacios –algunos de ellos convertidos en museos y oficinas de Gobierno y de la iniciativa privada–, por sus cantinas –“El Nivel” languidece a unos pasos de Palacio Nacional–, por sus calles comerciales, por el Zócalo, que en estas tardes decembrinas nos regala una magnífica vista de luces y adornos navideños que nos hacen reconciliarnos con el ombligo del mundo, a pesar de legitimidades y usurpaciones.

Éstos son sólo algunos de los lugares que tiene el Distrito Federal para los visitantes. Venga y déjese seducir por los atractivos –no fue descuido ni error: no mencionamos los innumerables “antros” por obviedad: están dondequiera– de una ciudad que es la capital de todos los mexicanos, el corazón de México, el ombligo del mundo.

Comentarios a esta nota: gregorio.martinez@azteca21.com

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