“El cascanueces” inicia temporada en el Auditorio Nacional

Un mágico momento de
la espectacular puesta
 en escena
Foto: Cortesía Compañía
Nacional de Danza

Por Javier Pérez
Reportero Azteca 21

Ciudad de México. 9 de diciembre de 2006. “Lo que el público debe percibir al ver una obra como ‘El cascanueces’ es sentirse parte de una fiesta, que la magnificencia de esta música tiene un lugar en su alma. Los bailarines, en su movimiento, deben casi captar los ojos y el alma del espectador, para que éste perciba cualquier fragmento de las expresiones de cada parte de esta escultura en movimiento que es la danza y vea esta belleza.”

Con estas palabras, Dariusz Blajer, polaco de nacimiento pero mexicano por naturalización, resume lo que para él es la percepción ideal que el público debe tener al presenciar un montaje de danza. Como director de la Compañía Nacional de Danza, al menos eso es lo que le pide a los bailarines que transmitan con sus ejecuciones.

“Yo hablo con los bailarines y les digo que no sólo se trata de bailar bien, sino de expresar. Si el bailarín técnicamente excelente no expresa con estos movimientos de manos, cabeza, ojos, de todo el cuerpo, no va a poder vender su arte al público. Y esto es lo más importante. Un bailarín que no expresa, no va a brillar al final de su carrera.”

Miembro de la compañía desde 1982, cuando empezó su participación como primer bailarín, Blajer conoce de pe a pa los recovecos de la misma, por lo que confía ampliamente en los bailarines que tiene a su cargo. Eso le da la serenidad para que, con sólo tres días de diferencia, la CND pueda presentar dos programas totalmente distintos en igual número de ciudades (el 2 de diciembre presentó “El cascanueces” en Tampico, y el 5 “La Sílfides” y “Carmen” en el Palacio de Bellas Artes).

“La compañía cuenta con 73 bailarines profesionales, conocedores de su estilo y su técnica y podemos exigirles cualquier nueva producción, la cual harán en perfecto estado de ambiente, como ‘Carmen’ o los distintos ballets clásicos románticos, o neoclásicos, completamente ajenos a los primeros. En resumen, gracias a que contamos con bailarines profesionales, podemos hacer ensayos de esto dos meses antes de cada una con un alto nivel de técnica.”

El cascanueces

La vigésimo sexta temporada de “El cascanueces” iniciará, en su versión tradicional (coreografía de Nina Novak sobre la original de Lev Ivanov a la música de Piotr Tchaikovsky y libreto de Marius Petipa basado en la versión de Alejandro Dumas del cuento de E.T.A. Hoffmann), el próximo 15 de diciembre en el Auditorio Nacional. “Siempre nos agrada que ‘El cascanueces’, al ser tan conocida tanto por público como por los bailarines, se convierta en una fiesta”, asegura Blajer.

“‘El cascanueces’ es ballet tradicional, en una versión que tenemos desde hace muchos años en la compañía, la cual le gusta mucho al público de la Ciudad de México. Es una versión fácil, agradable, para niños chiquitos, para que entiendan la trama del ballet. Siempre se trata de perfeccionar, primero, todos los bailes; digamos, en el segundo acto, donde hay bailes chinos, rusos y españoles, tenemos que perfeccionarlos, por lo que cambiamos coreografía en busca de mejorías. Es muy importante que nuestros bailarines cada año suban su nivel técnico, y eso incluye a los nuevos talentos”.

De hecho, algo importante en la CND es que, con el éxito de ciertas obras (como “El lago de los cisnes”, que este año alcanzó las 25 funciones), se permite que los jóvenes talentos que se integran a ella suban de jerarquía al interpretar roles estelares en temporadas largas.

En esta nueva presentación de “El cascanueces”, obra en dos actos, la producción cuenta con un presupuesto que supera un millón y medio de pesos. Y es que además de los 73 bailarines de las CND, las funciones incluyen el acompañamiento de la Orquesta del Teatro de Bellas Artes (“los músicos cobran extra por tocar con nosotros aquí”, aclara Blajer), así como de 70 niños de la Escuela Nacional de Danza (“deben ser bien cuidados, atendidos y alimentados” y quienes, por cierto, son elegidos hasta con tres meses de anticipación por el maestro Carlos López), y hay presupuesto destinado a la restauración de la escenografía y vestuarios por cualquier eventualidad durante la temporada.

Pero el director de la CND, egresado de la Escuela Nacional de Ballet de Polonia, explica que estas presentaciones se hacen bajo el manto de la coproducción: “Cada año que se hace esto en el Auditorio (la presentación de ‘El Cascanueces’), trabajan tres instituciones: el INBA, como compañía que aporta el talento; Auditorio Nacional, como segunda parte que proporciona este hermoso lugar, y Cie, que pertenece a Ocesa y otorga la publicidad. Es un conjunto muy adecuado, con resultados buenos. Se dividen los gastos en tres partes, lo mismo si hay ganancias”.
 
Siguiendo a Blajer, estas presentaciones en el Auditorio Nacional son maravillosas para la ejecución del ballet, lo cual no demerita en absoluto, aclara, el escenario del Palacio de Bellas Artes, casa de la compañía. “Es importante por dos razones: primero, tiene un escenario muy grande , muy cómodo para bailar, muy amplio para disfrutar los brincos que necesitamos. Y, segundo, por la cantidad de público que entra: aproximadamente cuatro o cinco mil personas”.

Como “tesoro” de la compañía, la presentación de “El cascanueces” no debe perderse, dice el otrora maestro y coreógrafo de la CND, pues a todos “nos gusta ver cosas bien hechas una y otra vez”, sea en el arte o los deportes. Además, “El cascanueces” resulta “un bálsamo para nuestras almas tan agitadas en esta gran ciudad de México, y antes de las grandes fiestas de Navidad”, concluye.

La historia

“El cascanueces” se divide en dos actos. El primero de éstos, a su vez, está integrado por tres escenas y alcanza una duración aproximada de 48 minutos. En la casa de Clara, se organiza una fiesta a la que llega Herr Drosselmeyer con unos muñecos mágicos que danzan para todos. La pequeña Clara se pone triste cuando ha llegado la hora de dormir, por lo que Drosselmeyer le regala un pequeño cascanueces que Fritz rompe. Una vez arreglado, Clara lo coloca en el árbol de Navidad. En sus sueños, todos los objetos crecen, incluso un ejército de ratones que busca destruir al cascanueces por mandato de su rey, a quien Clara golpea en la cabeza, por lo que salva al Cascanueces, quien se convierte en príncipe. En agradecimiento, éste lleva a Clara a un viaje fantástico. Su primera parada es en un bosque nevado donde la Reina de las Nieves baila para ellos. En el segundo acto, su viaje sigue al País del Azúcar, donde Clara es festejada con un homenaje en su honor, con danzas de diferentes orígenes.

El cascanueces (versión tradicional) se presenta en el Auditorio Nacional a partir del 15 de diciembre y hasta el 23 del mismo mes. Localidades con orquesta: preferente, $500; luneta, $400; balcón, $250; Piso 1, $180. Venta de boletos en Ticket Master y taquillas del Auditorio Nacional.

Comentarios a esta nota: javier.perez@azteca21.com

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