La nueva cruzada del BID

POR LA ESPIRAL
   Claudia Luna Palencia

-La nueva cruzada del BID
-Financiamientos para A.L
-Cumplirle al medio ambiente

 Luis Alberto Moreno, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), lanza una gran advertencia a América Latina: “Los pronósticos indican que la demanda de energía en la región crecerá 75% para el año 2030. Será difícil para América Latina satisfacer sus necesidades energéticas sin una vasta expansión en fuentes de energía renovable””.
 La advertencia de Moreno debe ser respondida con seriedad y sabiduría por los gobiernos de una región que poco, efectivamente poco, hacen por la inversión en energías renovables, reducir el impacto ambiental, educar a la población en actitudes menos contaminantes, lo mismo que en la selección de la basura.
 Así como en el desarrollo enfrentamos rezagos y casi siempre nos llegan de rebote las políticas de los países más industrializados y desarrollados, con una merma de tiempo (el efecto retardado), en lo de las políticas ambientales de carácter sustentable andamos igual.
 A lo largo de estos días, el 28 y 29 de noviembre, el BID convocó a un encuentro de funcionarios gubernamentales y expertos para analizar desafíos y oportunidades para incrementar las inversiones en energía sostenible en América Latina y el Caribe. Los  combustibles fósiles, incluyendo la calidad del aire y el cambio climático, así como el impacto de los combustibles importados en la Balanza de Pagos, impulso al BID a promover un amplio diálogo regional.
Las intenciones tienen doble propósito: por un lado, el intercambio de evaluaciones entre expertos; y por el otro, la detección de áreas para ser impulsadas al cambio amigable al medio ambiente y su enlace con acreedores interesados en “financiar la sustentabilidad de América Latina”.
La falta de proyectos internos por la desconexión persistente entre aulas-centros de investigación-y tecnología ha impedido que, México y otros países de la región, encuentren una vía de intención hacia construir un modelo  energético propio y sustentable para dar respuesta a las acuciosas contingencias del cambio climático y su relación con las energías fósiles.
Ante la falta de un proyecto nacional y regional, América Latina está supeditada a importar las ideas del BID, del Banco Mundial, del FMI en materia sustentable y pagar, desde luego, por el financiamiento que llega con el proyecto firmado.
Con la inflación bajo control y sin nubarrones de por medio por crisis de deuda, el nuevo enemigo es la contaminación por las energías fósiles, una batalla a la que se llega sin estrategia propia alguna.
Estas debilidades abren caminos, el BID ha tomado con el paso de los años un rol preponderante, de bastante peso en México y en toda América Latina, tras la mala fama del FMI entre los latinoamericanos, la misma situación interna del fondo, se han acercado otros  acreedores como el BID (clave fundamental del Plan Puebla Panamá) y el Banco Mundial para financiar a la región.
A COLACIÓN
 Según información del BID, el  consumo de energía per cápita en países en desarrollo es sólo una pequeña fracción comparada con la de los países desarrollados. En algunos de los países latinoamericanos más pobres entre el 30% y el 40% de la población carece de acceso a los servicios modernos de electricidad.
Pero al mismo tiempo, la producción y uso de energía va en aumento, lo que crea problemas de contaminación a nivel local y contribuye al cambio climático. El reto es crear y funcionar con energías limpias.
 En América Latina, Brasil es uno de los ejemplos más socorridos por sus estudios y la aplicación de modelos focalizados de sustentabilidad, Curitiba es el más mencionado como experiencia exitosa, con programas de largo plazo, la gran mayoría iniciados en la década de los setenta, en la que el gobierno probó y sigue probando, que las políticas públicas pueden ser eficientes, y que la intromisión del gobierno como ente regulador del medio ambiente es plausible.
 En la actualidad, Brasil le apuesta al etanol derivado de la  caña de azúcar, un insumo que representa el 40% del combustible  que usan los vehículos en dicho país. Es más, la mitad de los vehículos nuevos son híbridos, equipados para usar etanol o gasolina.
 Para  Gabriela Hoven, subdirectora general para América Latina y el Caribe, del ministerio alemán para la Cooperación Económica y el Desarrollo,  “la energía limpia se traduce en seguridad energética, tanto como medio de permitir una independencia política como forma de reducir la pobreza”.
 Desde mi punto de vista es un acierto y concuerdo con Hoven cuando afirma que “la energía renovable utiliza recursos nacionales que pueden desplazar a las importaciones, generar empleo y nuevas empresas, y la venta de subproductos aumenta la viabilidad empresarial”.
 El problema es acotar la dependencia al petróleo, tanto el BID como el Banco Mundial, señalan que   el  70% de la energía mixta de América Latina se sustenta en los hidrocarburos, lo que hace a muchos países sumamente vulnerables a los choques de precios.
 Para Hoven hay varios enfoques exitosos para alentar la energía limpia, entre ellos tarifas fijas durante 20 años para inversionistas privados en la generación de energía renovable. “Uno de los resultados ha sido un notable aumento de la energía eólica. Además, se instituyó un impuesto para reducir el consumo de energía y subsidiar el sistema de pensiones, y se conceden préstamos subsidiados a inversiones en eficiencia energética”.
En el BID, Alemania ha establecido un acuerdo de asociación estratégica que en la actualidad canaliza 10.6 millones de euros hacia una serie de iniciativas relacionadas con la energía, incluido un estudio sobre bio-combustible en México; un estudio sobre incentivos para sistemas de energía renovable en Chile; y un plan de eficiencia energética y mitigación de gases de invernadero en Centroamérica.
La clave es hacer investigación, es ciencia a favor de la vanguardia tecnológica,  Brasil parece entusiasmado con el etanol porque cumple con lo que dice Hoven “la energía renovable utiliza recursos nacionales…”, Brasil es uno de los países principales productores de caña de azúcar, por tanto, aprovecha sus dotes naturales con la consecuente derrama de empleo.
El etanol se perfila como un recurso energético que puede resultar también del azúcar y del almidón en cosechas de maíz. Y aquí es donde México bien podría obtener varios éxitos juntos al explorar una energía no contaminante, rescatar al campo y al potencial productor  en maíz que algún día presumimos,  junto con lo más importante que es retener al emigrante.

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