Consideraciones del libre mercado

POR LA ESPIRAL
   Claudia Luna Palencia

-Consideraciones del libre mercado
-Los dogmas en exceso son malos
-Crecimiento sin empleo, no sirve

Es cierto, hasta ahora, el libre mercado impone las reglas del juego aun en aquellos países en los que la propia ideología se contrapone a los principios del laissez faire. Hasta la plutocracia en China analiza una serie de reformas para facilitar el posicionamiento del país en la vía del mercado, la inversión y el comercio mundial.
El libre mercado no quiere barreras de ningún tipo, ni puntos intermedios en el ámbito socioeconómico, porque únicamente sobrevive el más eficiente. Así es que ni la socialdemocracia promovida por Anthony Giddens, ni la ideología neokeynesiana que sigue apostando a favor del Estado como rector esencial de la vida económica de los países, han podido contener el avance del liberalismo con todo y los cuantiosos costos sociales que  ello implica.
La victoria, hasta el momento, se inclina a favor de la implementación de una serie de políticas que facilitan el dominio del gran capital y promueven una escasa o casi nula intervención del Estado en asuntos tan sensibles como la seguridad social, la salud y la protección laboral.
Si hacemos memoria recordaremos que en la década de los ochenta, el enemigo a vencer fueron los sindicatos. De esta forma, en Europa y América principalmente se desarrollaron una serie de eventos y actos en contra del sindicalismo considerado como un lastre para el cambio más que como una añeja y merecida conquista laboral. Debilitar a los sindicatos fue una estrategia para permitir que el capitalismo mutara a una nueva forma a favor de la creación de grandes monopolios y oligopolios como sucedió por ejemplo en el caso del sector financiero con fusiones inimaginables. Un país con sindicatos debilitados favorecía a las fusiones, adquisiciones, sinergias, coinversiones, liquidaciones, privatizaciones y desincorporaciones.
Después de esta etapa, a mediados de los noventa, comenzó una nueva avanzada contra otros preceptos sociales enemigos del gran capital: la seguridad social, la salud y los derechos laborales.
En algunos países se han elaborado reformas al respecto que ni la socialdemocracia, ni el neokeynesianismo, han logrado contener básicamente porque la política pública hoy piensa en el dinero y la rentabilidad más que en la masa. Atrás quedaron los tiempos en que el ente social podía encontrar cobijo en las políticas del gobierno. Los liberales le dicen paternalismo, yo le llamo obligación.
A COLACIÓN
Pienso en México y observo una  pirámide invertida: el grueso no contribuye, no genera,  el pico lleva sobre de sus hombros la responsabilidad de mantenerlos a todos incluyendo a los caprichos del gobierno que se dice muy libre y muy democrático.
De igual forma el individuo debe aprender del liberalismo que el egoísmo es la nueva sintonía, lo tiene que repetir y ejercer:” Yo primero, yo después, yo siempre”. La colectividad no importa y en ese grado se estructuran las propuestas de reforma.
Lo vemos ahora de forma muy clara, si el individuo no tiene para pagar entonces no tiene el derecho que antes el Estado le concedía. Hoy en materia de finanzas públicas vale más un número en negro que un trabajador con prestaciones.
Por otro lado, los datos macroeconómicos se ensalzan aunque sean tan contradictorios y preocupantes entre sí. Los economistas del gobierno destacan que en el tercer trimestre del 2006, el PIB creció 4.6 por ciento.
En contraste, en ese mismo lapso, de julio a septiembre, el INEGI reportó un incremento de la tasa de desempleo misma que se ubicó en 4 por ciento.
El número de desocupados en el país ascendió a un millón 785 mil personas en el periodo de referencia, 433 mil más de los que se registraron al cierre del año anterior.
Por género, en el caso de las mujeres la tasa de desempleo fue de 4.6%, y en los hombres fue de 3%, lo que representó su mayor cifra desde el 2000.
Por entidad, el mayor nivel de desocupación es para el Distrito Federal, con 6.2%, con 264 mil desocupados, en tanto que en el Estado de México, una de cada tres personas están desocupadas.
A todo esto considero que un razonamiento sano, lógico es: “Si la economía crece entonces es porque esa mayor riqueza que se generó es producto también de que hubo más empleo”. No obstante este silogismo no existe en la moderna economía “del no bienestar”, porque hoy el crecimiento no es un síntoma a favor de contratar más gente.
Estamos viviendo en una economía irracional, en la que el gobierno afirma que hay crecimiento pero al interior del bolsillo, de la economía personal y familiar, la derrama no llega.
SERPIENTES Y ESCALERAS
Si en los albores del siglo XXI en que muchos estamos buscando construir un nuevo andamiaje, distinto, alterno, al del capitalismo neoliberal y globalizador, ni el socialismo per se, ni la socialdemocracia de Giddens han servido para dar una respuesta cabal a un mundo donde la pobreza crece aceleradamente y parece harto imposible encontrar un justo medio, lo único que podemos pedir es el retorno de las políticas públicas a favor del individuo y no contra éste.
Los conceptos teóricos de John Maynard Keynes, del Estado como rector de la vida económica, deben rescatarse antes de que la sociedad regrese a un punto de eclosión como ya sucedió antes de la Internacional Socialista en el siglo XIX y previo a cada ciclo en que el mundo llegó listo a una nueva guerra mundial.
Keynes nunca invocó al exceso, todo dogma es maligno, los gobernantes interpretaron el paternalismo a su manera, así lo hicieron  después de la gran depresión de 1929; y cincuenta años después el  Estado se convirtió en un ente perverso, corrupto, principal culpable de todos los males económicos.
 Me parece que la teoría y las propuestas no fueron las culpables, lo fue la distorsión de los hombres como sucedió con la ideología de Karl Marx que sirvió, de manera errónea, como base para el totalitarismo de izquierda. En ninguna de las obras de Marx se recomienda “socializar” la miseria para mejorar al mundo, él más bien demostró que la riqueza del rico surge a partir de una apropiación ilegal de una plusvalía que debe corresponder al trabajador como fuerza creadora del valor en todo proceso de producción.
El Estado no debe relajar sus políticas públicas como tampoco puede hacer caso omiso de las necesidades sociales de la población. Qué caso tiene, me pregunto, tener números en negro, si año con año, más gente carece de empleo, de prestaciones y las empresas quiebran y las que sobreviven no tienen para pagar el reparto de utilidades. Si me dan a escoger entre el neoliberalismo y Keynes, me quedo con el segundo ¿Y usted?.

 

 

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