Friedman, su siglo

POR LA ESPIRAL
   Claudia Luna Palencia

-Friedman, su siglo
-Lo vio todo o casi todo
-Enemigo de la inflación

 La semana pasada, Milton Friedman murió a  sus 94 años de edad en  San Francisco, California. De este personaje podemos decir que haber nacido casi en los albores del siglo XX le permitió ver y vivir un mundo en constante transformación salpicado con la violencia de dos grandes conflagraciones mundiales y el paso de un paradigma económico a otro, en el que Friedman ejerció bastante peso teórico e ideológico.
Friedman nació el 31 de julio de 1912 en Brooklyn, Nueva York. A los 17 años de edad, siendo un estudiante, sobrevino una de las crisis más duras, la de 1929, que para diversos analistas provocó con el tiempo además de una política proteccionista, el resurgimiento del fascismo en Europa y lo inevitable de la Segunda Guerra Mundial.
Este joven que a temprana edad enfrentó los efectos de una recesión en una familia con múltiples necesidades porque había que trabajar para estudiar, padeció el alza del desempleo de aquella época; el encarecimiento de los precios; y la desvalorización del poder adquisitivo. Es curioso que mientras el  joven Friedman resintió  en Nueva York, el epicentro de la crisis de una forma, un encumbrado economista del momento como John Maynard Keynes, con 46 años de edad, lamentaba en Cambridge, haberlo perdido casi todo con el crack bursátil del 29 de octubre de 1929.
La condena hacia los neoclásicos y marginalistas no se hizo esperar, y se culpó entonces a la contracción de la demanda y los altos tipos de interés como a los causantes de la debacle al hacer una combinación funesta.
Se sabe entonces que los efectos de la crisis tuvieron años de ondas repercusiones en el mundo, hasta que en 1936, en Cambridge, Keynes elaboró “la teoría  general de la ocupación, el interés y el dinero” influyendo en Gran Bretaña primero, después en muchos otros países, para buscar un paradigma donde el Estado surge como un corrector de los desequilibrios sobre todo aquellos provenientes de una caída en la demanda, porque el Estado si lo quiere, tiene la capacidad de aumentar sus propios gastos.
El cambio de paradigma, en el que el Estado adquirió un rol egocentrista y en muchos países interpretado al máximo del paternalismo, recibió críticas directas de Friedrich August Von Hayek (1899-1992) economista austriaco que ejercía en el momento de la publicación de la obra de Keynes como investigador y académico de la London School of Economics, espacio que abrió el debate y la polémica entre el pensamiento británico a favor de la intervención del Estado como corrector de los desequilibrios impulsado  por Keynes y Cambridge; y del otro lado, fustigado por Hayek y la London School, advirtiendo de que el Estado no puede ser eje y lo que hay que cuidar es la relación del interés con los créditos, permitir la libertad empresarial, la libertad del individuo y el funcionamiento del sistema de precios del mercado.
En un primer momento Keynes ganó el debate porque sus ideas se llevaron a la práctica, este teórico falleció  en 1946.
Para ese entonces, a la muerte de Keynes, Friedman tenía  34 años, y fue precisamente  un año después, a los 35 años,  que asistió a una reunión convocada por Hayek denominada  “la sociedad de Mont Pelerin”, de una relevancia consustancial para aglutinar, cada  dos años, a un buen número de economistas, filósofos e ideólogos convencidos de la amenaza comunista de la postguerra y de lo dañino del control del Estado sobre de la economía y la restricción de la libertad de acción económica en los individuos.
La sociedad de Mont Pelerin (llevada a cabo en Suiza)  reunía a la discusión a pensadores a favor del liberalismo, acendrados además en las más profundas ideas ortodoxas de la derecha y en la necesidad de cuidar los grandes capitales de la amenaza comunista. Uno de los asistentes a Mont Pelerin fue Friedman, un convencido más de que los intelectuales allí reunidos habrían que tener como misión influir cada uno en la esfera que les correspondía para inculcar en sus pupilos, la necesidad de darle vida al capitalismo por medio de la libertad económica; de la hegemonía del mercado. Había entonces que establecer una carrera de resistencia contra el socialismo, haber cuál de los dos perdía primero.
Friedman como liberal  defendió a ultranza en la academia, en sus discursos, conferencias y libros que “la libertad económica es una necesidad requerida para la libertad política”.
De esta forma,  el economista estadounidense se erigió en discípulo de Hayek y en fiel defensor del capitalismo y del liberalismo económico como único paradigma.
Friedman es uno de los fundadores del monetarismo, mentor  de “los Chicago boys”, impulsor de toda una corriente liberal en Harvard, también en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) de donde fueron celebres Rudiger Dornbusch y Paul Krugman, con tentáculos que llegan hasta México.
A mediados de los setenta, Friedman recibió el Nobel de Economía, premio que con antelación destacó a uno de sus maestros y guías como lo fue Hayek. El galardón a Friedman obedeció al legado de “Monetary history of the United States, 1867-1960”, después vendrían sus herencias teóricas al respecto de que la inflación es siempre un fenómeno monetario.
La crisis mundial de 1973 fue un parteaguas que llenó de orificios el andamio teórico-económico de Keynes, tras esto el derrumbe del socialismo, en su ideología y su estatus económico, de finales de los ochenta, con la finalización del Muro de Berlín y la caída del bloque socialista del Este llevaron al capitalismo a erigirse en el paradigma triunfante impulsado por una ola denominada “segunda globalización”, dado que se fecha  a la primera globalización de 1870 a 1914.
La caída del socialismo echó por tierra no solo un régimen sino una serie de argumentaciones  a favor de la intervención del Estado, no obstante, el capitalismo y sus ultradefensores se han encargado de dotar al mercado de cualidades extraordinarias.
Friedman fue uno de los grandes pensadores del capitalismo y el liberalismo, sus ideas permearon a América Latina. En multitud de ocasiones se cita la influencia de Friedman y los “Chicago boys” en el perfil de economía de mercado elaborada para Chile bajo la égida del dictador Augusto Pinochet, a caso para añadir  que la libertad económica puede lograrse tanto si opera en un país con libertades políticas o incluso  en una dictadura de derecha.

El punto es que Friedman lo vivió todo: desde el pilar que pone al Estado en un pedestal, como aquel otro en que lo  condena por ser el leviatán de la corrupción, los déficit y  las alteraciones del mercado.  No obstante la historia todavía no termina aunque la derecha dará mucha resistencia.

 

Redacción Azteca 21

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