¿Crisis en el eje iberoamericano?

 POR LA ESPIRAL
Claudia Luna Palencia

-¿Crisis en el eje iberoamericano?
-Hundirse en visiones encontradas
-Migración, análisis desde el origen

 Por décadas América Latina intentó de manera ideológica crear un muro de defensa contra el avance de los procesos de aculturización perpetrados desde Washington a favor de imponer, digámoslo así: “la cultura McDonald's” en la región.
Si bien en los setenta, la ideología de izquierda y una corriente de nacionalismo lograron por un tiempo contener el ataque cultural, finalmente, en los albores del siglo XXI, la región  sucumbe ante el avance de Estados Unidos a golpe de coerción y de ir ablandando a los países latinoamericanos atacando  sus puntos más débiles, tanto en lo político como en lo económico.
 Con tal escenario de pérdida de identidad latinoamericana,  con experimentos democráticos prohijados más como condicionantes exógenas que endógenas, la región profundiza sus diferencias, su heterogeneidad haciendo más difícil intentar siquiera delinear un futuro en comunidad.
 América Latina refuerza su concepto de heterogeneidad, y aunque muchos países con problemas económicos y financieros presumen de un mejor aseo macroeconómico después de hacer muy bien la tarea del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de estrenarse en incipientes democracias,  es lo social y lo político, lo que destapan las distancias en las rutas a seguir en el crecimiento y el desarrollo económico; ante el asunto de hasta dónde el Estado debe ser dueño de los recursos naturales y energéticos; de cómo lidiar con tantas necesidades en tiempos de reducir los presupuestos, imposibilitando la acción de un Estado Benefactor; igual  se ahondan los puntos de vista con el tema del acercamiento a Estados Unidos como eje continental o el repudio a su política imperialista; y lo mismo sucede con la visión hacia la Unión Europea,  unos piden más cercanía, sin saber hasta dónde; y otros ejemplifican que tampoco el capital europeo y la inversión principalmente en bancos dejaron grandes beneficios en la región.
 Con los latinoamericanos tan ocupados en atender otras cuestiones de la cotidianidad ( los mecanismos para tener dinero) y poco comprometidos en buscar una cauce común, ¿es posible construir un modelo de desarrollo que nazca desde América Latina y sea para América Latina?.
 Cuidado, porque la demagogia amenaza otra vez con empantanar a la región y eso la vuelve campo fértil para la importación de ideas, políticas y la mayor intromisión del  capital extranjero sin trabas, ni condiciones, porque el verdadero rezago, el del ahorro interno, sigue entre los  pendientes.  
 Y es que la demagogia enciende las pasiones pero no da de comer, también es hipócrita porque condena al imperialismo pero vive de él, ataca a la corrupción empero nutre sus bases con el pago de favores y la dádiva de concesiones, y cada vez que la maquinaria electoral lo requiere, se mandan bonos,  bicicletas, un poco de maíz y fríjol a cambio de votos.
 ¿A dónde irá América Latina como región? ¿Subregión? ¿Continente partido en dos o en tres?.
 Me pregunto qué le pasa a América Latina que no puede dejar de ser una adolescente precoz y voluble. El marco de la  XVI Cumbre  Iberoamericana mostró ese lado ante la ausencia de ocho mandatarios de un total de 22 presidentes, por poco y falta la mitad del quórum.
 La Cumbre se desinfla y América Latina también como región, entre sus intereses encontrados, los que miran a la demagogia de siempre y los que miran a la retórica neoliberal, el encontronazo entre una izquierda y una derecha latinoamericana  huérfanas de idearios, ideología y valores, posturas usadas de comodín político, entre los que hoy son de derecha, y mañana de izquierda, y pasado mañana encontrarán seguramente otra fuerza donde acomodarse impulsados por los intereses personales, no comunes.
A COLACIÓN
 Es visión común, de comunidad, de crear unidad, lo que falta en América Latina, evidente otra vez en la cumbre inaugurada en Uruguay el viernes pasado.
 La quinceañera (la cumbre se inauguró en Guadalajara en 1991 con 22 países miembros comprometidos a reunirse anualmente) se mostró descorazonada, poco solidaria antes los problemas de la migración, incapaz de presentar un esquema racional  para frenarla, sin muros, balas, o visados.
 Nadie se atrevió a señalar que, tanto Estados Unidos como la Unión Europea, son culpables de provocar esta nueva ola migratoria que ha empobrecido los campos latinoamericanos por las políticas proteccionistas de fortalecimiento del productor agropecuario estadounidense y del productor miembro de la Unión Europea.
 Entendemos bien que a Estados Unidos y a la Unión Europea les asusta esta ola migratoria, sin freno, por el  impacto interno en la elaboración de las políticas públicas; abre debates en torno hasta dónde debe funcionar un Estado Benefactor para el inmigrante legal y el inmigrante ilegal; hasta qué punto se pueden conceder derechos, exigir obligaciones, hacerlos ciudadanos sea de primera, de segunda o tercera categoría.
 Las vertientes a discusión entre el multiculturalismo, la interculturalidad, la plurietnicidad, la asimilación, integración, reagrupación, convivencia delimitada, todas encierran una delgada línea, frágil, entre la marginación y la intolerancia.
 Pero, a todo esto, qué voz emerge desde América Latina, qué propone la región para dejar de ser el foco expulsor, no para exigir la visa, o no, el muro o no, para decirle a su ciudadanía que están trabajando en una  opción real como conjunto para evitar más migración, para decirle con voz firme a Estados Unidos y a la Unión Europea, que no quieren que sus ciudadanos sean maltratados, que desean establecer estrategias de conjunto  para una migración legal y ordenada.
En lo económico acordar, tanto con Estados Unidos, como con la Unión Europea, la reducción de subsidios en sus políticas agropecuarias y que de no hacerlo, impondrán cuotas arancelarias por razones de “humanidad” al demostrar el daño, el quebranto económico, que los subsidios europeos y estadounidenses han ocasionado desde la Patagonia hasta México, porque ese quebranto sectorial son empleos perdidos y gente que emigra.
 Otra cumbre y nos faltó seriedad, saltaron los divisionismos, y eso que no fue Fidel Castro, presidente eterno de Cuba, para hablar cuatro o cinco horas contra el neoliberalismo; no lo hizo Hugo Chávez, presidente que quiere ser eterno en Venezuela, para hablar de las adicciones del presidente  Bush o del “cachorro del Imperio”, en alusión al presidente Vicente Fox.
 Así es, no fueron los momios, tampoco hubo liderazgos, ni avances comunes. Faltó madurar.
 

 

 

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