Eduardo Mata, pilar de la historia de la música en México: tercera y última parte

Eduardo Mata, el mejor
director de orquesta
 que ha dado México
 Foto: Internet

Por Gregorio Martínez Moctezuma
Corresponsal Azteca 21

México en el corazón

“Por supuesto, también me interesaba reflejar el gran sentido del humor de Eduardo Mata, pues no era una persona solemne, rigurosa, sino una persona que sabía disfrutar de la vida, la pasaba bien con sus amigos, la pasaba bien con su familia, la música era su gran pasión, pilotar era otra, probado está. Con cada cosa que veía se divertía, así como hacía corajes, supongo, al ver lo que pasaba en el panorama musical, se divertía viendo titulares –por ejemplo de ‘Alarma’–, llamaba a su hermano desde cualquier lugar del mundo para preguntarle si había visto algo o para decirle ‘Mándame las cabezas de estos periódicos’… Creo que necesitaba esta chispa, necesitaba un contacto con México, nunca estuvo lejano a México, a pesar de que dirigió 16 años en la Sinfónica de Dallas, no son 16 años de ausencia en México. Hay que recordar que gran parte del andamiaje musical que hoy tenemos se lo debemos a Eduardo Mata, que tampoco se olvide; es una pena que haya desaparecido. ¿Cuál andamiaje? Todo, por ejemplo, el programa de coros y orquestas juveniles él lo trajo después de estar en Caracas con la Orquesta Simón Bolívar, dijo ‘Esto hay que hacerlo en México…’, la construcción de la Sala Nezahualcóyotl se hizo por Eduardo; en Dallas, la construcción del Meyerson… él quería cajas de resonancia y las consiguió. Además, Eduardo Mata tenía injerencia en todos los niveles de nuestro país, injerencia política, con quien se le pegara la gana, pues era una persona de talla mundial, entonces quien fuera lo recibía, y Mata decía ‘Hay hacer esto’, ‘¿A quién propone?,’ ‘A Fernando Lozano…’; hacían lo que Eduardo les pedía para el beneficio de formar buenos músicos desde pequeños.”

Eduardo Mata, ¿un gran compositor?

“No creo que hayamos perdido a un gran compositor por dedicarse Mata a la dirección orquestal. No, yo no creo que hayamos perdido a un compositor, más bien creo que ganamos al mejor director de orquesta que ha dado México. Así, yo no lo vería en cuestión de una pérdida, desafortunadamente muere en su plenitud artística, cuando él ya tenía previsto vivir en México y dedicarse a componer, como lo consigno en el libro. Sí, es una pena, pero nos dejó muchísimo. Yo no siento que por haberse concentrado en la dirección orquestal hayamos perdido a un gran compositor, creo que él hizo lo que tenía que hacer… Claro, tenía todo para ser un gran compositor, tenía todo el conocimiento, toda la exigencia, todo el rigor, un oído realmente excepcional. Creo que era muy exigente, pero también muy de dejarse él en segundo plano, nunca tuvo el vedetismo propiamente. Él decía que había los músicos que servían a la música y los que se servían de la música, entonces yo creo que él, con este concepto tan claro, él servía a la música, no se servía de ella, no estaba en primer plano. Él hacía un juicio crítico sobre los ejecutantes, por ejemplo, decía que llegaba el momento en que el instrumento se volvía muy importante y se salía del contexto de la música…

“En cuanto a nuestros compositores, consideraba a Chávez y a Revueltas como los más grandes por su momento social y político. Fue muy crítico de Moncayo, no se fijaba sólo en el ‘Huapango’, sino en toda la obra de Moncayo. Mata ya estaba un poco cansado y hastiado de que a la gente hay que darle lo que pide, de esa situación comercial, decía que hay que formar a esa gente, que tiene derecho a escuchar cosas contemporáneas y de alguna manera, sin decir ni dar clases, ir educando oídos.”

¿Escasez de nuevos talentos o poca difusión?

“Yo creo que hay un trabajo que se hace, pero que no se divulga. Algo está ocurriendo, porque por ejemplo Mario Lavista trabaja muchísimo, y él es uno de los mejores compositores mexicanos contemporáneos; el Cuarteto Latinoamericano es un excelente grupo de intérpretes, a los que impulsó Eduardo Mata, además él hizo Solistas de México, la Camerata… Digamos que él detectaba talentos y formaba agrupaciones, creo que éstos siguen haciendo su trabajo, se siguen reuniendo, pero es muy difícil verlos, porque viajan constantemente, tienen citas de trabajo, presentaciones y demás en todo el mundo… Entonces sí hay un trabajo continuo, ahí está pero no se nota, como lo hizo Eduardo Mata, ahí está el trabajo, ahí estuvo hasta su muerte. Ahora tenemos cosas que existieron gracias a él, es un trabajo que ahí está pero no se nota, un trabajo que el público, los nuevos músicos y compositores deben conocer y valorar, no se nota en el sentido del protagonismo de ‘Mira, yo dije esto’ o ‘Mira, yo hice esto’.

“Claro que ahora hay muy buenos músicos, pero hay pocos directores de esa talla. A todos les pedí su testimonio, a TODOS. En el libro están todos los directores de orquesta que quisieron contestar, los que no están es porque no quisieron contestar. El –aún– actual titular de la Orquesta Sinfónica Nacional no quiso contestar, era complicado, supongo que decía ‘¿Y ésta quién es?, no sé, pueden ser tantas cosas… La mayoría de ellos me contestaron de primera mano, sin pasar por secretaria o representante, todas estas cosas que ocurren, no estoy en contra de ellos, siempre y cuando pasen el mensaje… Nunca me enteré si Enrique se enteró de que lo estuve buscando, pero yo mandé faxes, hablé muchas veces… hasta que dije, ‘Ni modo’, uno conoce este negocio, ¿no?”

El fin de un ciclo y la pasión de editar

“Sí, éste es mi primer libro, bueno, el primero fue mi tesis, que me la tomé muy en serio, pero no la publiqué [risas], fue sobre literatura escrita por mujeres en los años ochenta, mi directora de tesis fue la poetisa Dolores Castro. Sí, me interesaría hacer este tipo de cosas, escribir las vidas de gente que ha dado mucho a nuestro país y vale mucho la pena, incluso podría ser una serie, pero ahora no tengo tiempo, todo tiene una edad, un momento, ahora es muy complicado… Con la publicación de ‘Eduardo Mata a muchas voces’ me siento liberada, ya que me sentía como El Pipila, que traía una deuda pendiente, un libro pendiente, que tenía pendiente escribir, poner un punto final. Ya tengo siete años en la editorial, yo cerré un ciclo periodístico –pero desde hace mucho– con este libro, al principio no me lo propuse así, cuando empecé la investigación no pensé ‘Voy a terminar mi carrera periodística con esto’, no, no, no, pero ya que empecé a darle cauce y a terminar de contar la vida de Eduardo, y en esta colección, dije, ‘Qué mejor manera de cerrar un ciclo en mi vida periodística que haciendo esto, y además utilizando todas las armas que tiene un periodista…’. Ahora me digo que no estoy en condiciones de hacer esto en mis tiempos libres, todo llega en su momento, ¿no?

“Por supuesto, queda el gusanito de escribir más, hay muchas vidas interesantes que contar y que uno va conociendo, escritores, músicos –por ejemplo, hablando de música, la vida de Mario Lavista, a mí me fascina, es un tipo dedicadísimo–… Ojalá tuviera la fortuna de poder escribir de manera diferente, con las mismas herramientas, pero escribir de manera diferente, no creación, no poesía ni novela, soy editora, estoy muy consciente de cuál es mi función, clave para un autor. La mancuerna autor-editor es muy importante, ya no hay editores en México, hay correctores y todas esas cosas que pasan por mil manos, pero alguien que lleve de principio a fin esa relación, que reciba un manuscrito terminado, pero con la idea de que lo retroalimente, como lector y editor, poder decir ‘Mira, hay que trabajar más este personaje’, pues ya no hay. Yo así trabajo el libro, de principio a fin; mi trabajo termina en el momento que entrego el disco para impresión, ahí empieza producción, aunque éste ya no es mi terreno, pero hago el editing integral, y esto, la verdad, es un privilegio.

Afinidades electivas

“No te puedo decir quiénes son mis autores preferidos porque yo soy la directora editorial de esta casa [Tusquets México], pero hay muchos que sí me han ‘tocado’, que me gustan; sí los hay, pero prefiero no decirlo… Por supuesto, los clásicos, hay algunos contemporáneos, también cada uno tiene sus obsesiones y se nutre de todo, y para este trabajo debes tener un conocimiento prácticamente desde los inicios de la literatura hasta los contemporáneos, porque si no estás perdido y uno tiene que tener un juicio o armarse un juicio crítico. Prefiero no hablar de literatura, puedo hacer alusión, por supuesto, digo, mi primera pasión es la literatura y la pasión número dos es la música, bueno, en realidad van como de la mano, empatadas… En fin, ante la insistencia… pero es que hay muchísimos… De los autores mexicanos me gustan Federico Gamboa, por ejemplo; bueno, una lectura impactante fue la de Ricardo Garibay hace muchísimos años, cuando leí ‘Beber un cáliz’, ahí te ‘toca’, digo, uno tiene la fortuna de tener a sus padres, pero ahí de alguna manera sufres la pérdida de un padre, por la manera cómo lo describe, sin ser ese tipo de prosa impostada, lacrimógena, sino auténtica, con una estructura narrativa, una propuesta literaria y por supuesto una historia que contar como tal, como novela. Hay muchas que se venden cono tales y no lo son. Yo encontraba en Garibay esa prosa, muy poderosa y muy original, en la que se veía un trabajo titánico –o así lo percibía–, la magia. A mí cuando me seduce un libro, me toca y me transforma la vida. Lamentablemente son pocos, hay muchísimos buenos, pero que te toquen y repercutan en algo… son muy pocos. El gran acierto es cuando todo eso ahí está pero no se nota, sin necesidad de que sea un lenguaje exageradamente erudito o complicado, no, yo creo que la verdadera literatura es aquella que tiene un trabajo endemoniado pero no se nota, que presenta de la manera más amable la historia al lector… Ibargüengoitia, por ejemplo, sí, me gusta.

“Por supuesto Rulfo, Borges… El gran acierto de Rulfo, creo, es que al principio no se le reconoció. Hay como esa falta de apreciación de que de pronto, cuando algo no es poderoso, boom o masivo no tiene una repercusión, o cuando se le tilda de intelectual… Existe una aversión a esos términos, que son casi ofensivos, porque, digo, intelectuales somos todos, porque todos somos personas inteligentes. En cuanto a música, entre mis compositores favoritos están Henry Schutz, Gustav Mahler, Julián Orbón, Carlos Chávez, Silvestre Revueltas… la lista puede ser infinita. Ahora escucho “La pasión según san Mateo”, que me gusta mucho.”

“Eduardo Mata a varias voces”, de Verónica Flores Aguilar

Se presentó el mediodía del sábado 18 de febrero de 2006 en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes y contó con la participación de Mario Lavista, Pilar Ixquic Mata –hija del músico autoproclamado oaxaqueño–, Pablo Espinosa e Ignacio Toscano. En el terreno musical estuvieron Arón Bitrán –del Cuarteto Latinoamericano– y Alberto Cruzprieto, quienes tocaron una obra de Eduardo Mata para violín y piano de seis minutos de duración. Sin duda, un libro fundamental para la cultura mexicana.

Comentarios a esta nota: Gregorio Martínez Moctezuma

Leave a Reply