Eduardo Mata, pilar de la historia de la música en México: Segunda Parte

Por Gregorio Martínez Moctezuma
Corresponsal Azteca 21

Verónica Flores
posa orgullosa
 con su obra
Foto: Gregorio Martínez/
Azteca 21

De admiradora a autora

“En realidad, todo nació de la admiración que sentía –y siento– por Eduardo Mata. No, al inicio no sabía que iba a publicar un libro. Nadie me apoyaba, yo lo hice con mucha terquedad y con mis medios, como pude. Tú sabes los costos que implica hacer una investigación, invertirle tus tiempos libres, sólo tienes que dedicarte a ello, desde comprar casetes, tener el equipo adecuado, sacar copias –tuve que sacar más de mil–, hojas y hojas y hojas… Por supuesto, viajé a Oaxaca, a Coatzacoalcos, a Guanajuato… Todo esto yo me lo pagué, es decir, era un proyecto personal, yo lo quería y pensé, ‘Bueno, cuando lo termine a ver quién lo publica’. Yo estaba en el periódico ‘El Día’ cuando, en algún momento, me propusieron publicar un libro en la colección de Periodismo Cultural, porque el espíritu de la colección era seleccionar… bueno, no sé con qué criterios, eso yo no lo sé, pero me parece que era publicar a algunos periodistas recopilando sus mejores materiales de equis disciplina. Yo en un inicio había pensado entregar un proyecto de artes plásticas, fuente que cubrí durante mucho tiempo; luego decidí que sería uno de arqueología, tú sabes que uno deambula y se vuelve especialista en algunas fuentes, no en todas evidentemente; después mi proyecto fue hacer semblanzas de cuatro músicos, claro que era una presión de ‘Tienes que entregar en cierto tiempo’, pero es una manera de gratificar las satisfacciones que te da tu trabajo. En este último proyecto los músicos eran Mario Lavista, Daniel Catán –que me interesaba muchísimo– y… no recuerdo ahora a los otros dos, pero Mata no estaba entre los cuatro, era aparte, era ‘Mi proyecto’. Entonces yo tenía que pensar en entregar algo a CONACULTA y no quería hacer un refrito de mis mejores notas, pensaba que si algún valor debía tener el libro, aquél tendría que ser el elaborarlo con material inédito. La vida da muchas vueltas, yo había considerado entregar este libro a una editorial, que sé yo, pero me interesó entregar todo este material, realizado con mis propios medios e inédito ciento por ciento, a la colección de Periodismo Cultural…

“Por supuesto que hubo alguna editorial interesada, de las grandes trasnacionales, claro, no voy a decir el nombre, no lo puedo decir, pero me negué a entregarlo, porque una vez que llegaron a la parte en que Mata se casa, bueno, no se casa –tiene una nueva pareja después de tener a su segunda esposa Carmen Cirici por veintipico de años–, se engancha con Marina Anaya… En fin, había testimonios muy buenos, de toda la gente, de Marina; entonces me pidió ese editor –que por cierto ya no está ahí–, me dijo que este libro se iba a vender como refresco de cola si privilegiaba esto como una historia de amor. Yo dije: ‘Si acepto, Eduardo regresa de su tumba y me jala los pies’. Imagínate, una manera de agradecer que te hayan cambiado la vida, en un terreno musical, una obsesión personal, personalísima, que de pronto nadie entiende, ‘Si nunca lo conociste’, me dicen, pero sólo con esas dos ocasiones yo me sentía en deuda. Así que me dije, ‘No voy a echar al traste mi trabajo por alguien que me viene a decir esta historia’, por lo que les dije a los de esa editorial, ‘Muchas gracias, no juego’.”

La herencia de Eduardo Mata

“La de Periodismo Cultural es una buena colección… A mí me encanta la idea, estoy agradecida de que lo haya publicado el CONACULTA, de que exista esta colección; de lo contrario no sé en dónde hubiera aparecido. Seguramente lo hubiera publicado, porque soy muy tenaz. Me dedico a este negocio, así que la edición de autor la había descartado desde que la investigación empezó a tomar forma de libro, pues deseaba que llegara al público de forma masiva, por lo que entregarlo mano a mano era impensable… Mi perspectiva era que estaba muy bien publicarlo en esta colección de Peridosmo Cultural, me honra pertenecer a ésta. Creo que está muy bien porque tiene todo para ser una buena distribución, y a mí me interesa que se distribuya, que se divulgue, por Eduardo Mata, no porque sea un trabajo que me costó mucho… No, no, quiero que se redimensione, se reconozca a Eduardo Mata, que no se pierda, que no se quede en el olvido un hombre que es referencia ineludible en el medio musical, que de pronto alguien recuerde su gran papel en la historia musical de México…

“Creo que la lectura del libro te logra conmover de una manera extraordinaria, pienso que va a ser bienvenido por la figura –en este sentido, la tuve muy fácil tocando a Eduardo Mata, es muy sencillo, no es alguien desconocido, sino de dimensiones internacionales–. Aquí, nacionalmente, una gran herencia que dejó son las varias generaciones de escuchas, y aquí estamos, yo lo vi dos ocasiones, pero hay muchísima gente que fue su seguidor. ¿Tú te imaginas que hubiera ambulancias afuera de sus conciertos? Yo no podía entender eso, a mí no me tocó, fue en sus inicios aquí con la OFUNAM. Yo lo vi en la plenitud con la Orquesta Sinfónica de Dallas, era algo espectacular, espectacular por cómo lograba hacer sonar a la música, no hablo de virtuosismo, yo no me refiero a esas cosas, sino a cómo hacía sonar a una orquesta. A mí me encanta la idea de que sea más difundido Eduardo Mata y no se olvide que ha sido, hasta ahora, nuestro director de orquesta más importante. Yo estoy dispuesta a dar a conocer este libro donde me lo soliciten, a mí me interesa presentarlo en Oaxaca –uno de los lugares clave fuera del D.F. para su difusión–, todo en este mismo año, y haré las gestiones pertinentes para presentarlo ahí. Como sabes, él se asumía oaxaqueño, le dio mucho aire a Oaxaca, y la gente lo quería muchísimo.

“Es un libro, hay una limitación, no iba a ser un libro iconográfico, pero quedó bonito, a mí me gustó mucho, toda la selección la hice yo, no era iconográfico, pero me interesaba que aparecieran algunas fotografías. Hay una secuencia maravillosa, de ensayos, conciertos en vivo. En Estados Unidos le hicieron unos reportajes de primera, en el que era secuencial un día en la vida de Eduardo Mata, una cosa tan maravillosa. En México no se le hizo nada similar, de esas dimensiones, pero era relativamente muy fácil que alguien viajara a hacerle un día en la vida de Eduardo Mata, tampoco era una limitación insalvable. Además, cuando venía, tampoco a nadie se le ocurría hacerle un día en la vida de Eduardo Mata, estoy segura de que él hubiera accedido, pues era un tipo espléndido. Por ejemplo, de pronto tomaba su avioneta y se iba al mercado de Oaxaca a comprar provisiones. Se la llevaba de Morelos, pues los últimos años estuvo construyendo una casa preciosa en Xochitepec, de ahí viajaba, tenía otra muy cerca, no recuerdo ahora dónde, le decía a la sirvienta, ‘Tráigase la canasta, doña’, y a comprar tasajo, chorizo, pues a él le encantaba hacer cosas así, su avioneta era como su carro, ero cosa de subirse a la avioneta y decir ‘¿Ahora adónde quieren ir?’. Por eso no creo que hayamos perdido a un gran compositor, yo no lo creo así, no podemos caer en esa frecuencia, sino pensar qué ganamos, y sobre todo respetar la pasión de alguien por vivir, pues hasta resulta como enseñanza de vida. Es como si se te antoja lanzarte de un paracaídas, pues lánzate, no hay nada imposible en esta vida, haz lo que quieras, eso sí, corres un riesgo, pero yo creo que Eduardo Mata era muy consciente de la línea delgada que existía de un accidente ajeno a su experiencia de piloto, además él pasó su examen con 99.99, era un tipo muy exigente en todo. Sin embargo, pareciera que a toda la gente talentosa y precoz, algo le pasa, como si tuviera que morir antes de tiempo.”

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