Descuentos en multas, incentivos

  POR LA ESPIRAL
Claudia Luna Palencia
 
-Descuentos en multas, incentivos
-Lo contrario ocasiona abusos
-Tomar decisiones adecuadamente

Para que el gobierno de cualquier nivel obtenga recursos de la ciudadanía aplica como en la película “La ley de herodes” que los tesoreros echan mano  primeramente de los impuestos instrumentando una  amplia gama de cobros, para en segundo término recurrir a otras argucias en multas y  recargos.
 En la idiosincrasia y forma de ser del mexicano, muchos autores han escrito señalando que una política persecutoria, tanto en el tema fiscal como en la parte de las prohibiciones, restricciones y negación de accesos, no funcionan para desestimular la evasión o bien para obligar al ciudadano a cumplir con las multas.
 Las tesorerías locales han reaccionado lentamente ante las recomendaciones de buscar otros cauces, nuevas alternativas, para “invitar” al contribuyente moroso o al ciudadano con recargos a que acuda de manera voluntaria a cumplir con sus compromisos y adeudos mediante la promoción de descuentos y quitas; y el otorgamiento de facilidades en las formas de pago sea en mensualidades diferidas o con cargo  a la  tarjeta de crédito.
 Poco a poco en México surge la modalidad de inducir a la gente a ponerse al día de forma voluntaria. La corrección de adeudos pasados es uno de los programas esenciales del gobierno del Distrito Federal, precisamente con los descuentos a los deudores que buscan regularizarse en la tenencia o predial, dos de los impuestos con más morosos.
 La estrategia tuvo mucho éxito bajo el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, continuado ahora por Alejandro Encinas.
 Usted sabe amigo lector que en la columna siempre destacamos las acciones que consideramos pertinentes para que la población ahorre tiempo y dinero, por ello le comento  que en Monterrey, Nuevo León, el gobierno municipal recién implementó la campaña “Monterrey adelgaza tus multas”, ofreciendo un 40% de descuento en las multas de tránsito y parquímetros.
 Por un lado es una forma de convocar a la gente a pagar, aunque de forma contradictoria los mismos gobiernos estatales y municipales  recurren a la táctica de poco resultado  de castigar con multas para frenar los incidentes de tránsito y de carretera provocados por personas que conducen en estado de ebriedad.
 El gobierno municipal de Monterrey anunció que, a mediados del mes de  octubre, sancionará a todas las personas que conduzcan en estado de ebriedad. También el Distrito Federal fue pionero del alcoholímetro, ahora lo hace Monterrey, los conductores que sean sorprendidos alcoholizados estarán sujetos a una multa de hasta 28 mil 296 pesos.
 Mientras que el Cabildo celebra la aprobación como forma de frenar un problema, la población se siente enojada porque queda a merced de la autoridad, los abusos, extorsiones, y aunque la finalidad es frenar los accidentes a causa del alcohol, me parece que solamente logrará poca efectividad y se provocarán extorsiones y el que la gente no se responsabilice de sus multas.
A COLACIÒN
 Es un dolor de cabeza para las tesorerías aplicar este tipo de políticas encontradas que por un lado tienden la mano y por otro levantan el garrote. Me parece que serviría muchísimo más que los encargados de la administración de las tesorerías recibieran diversos talleres de sicología para el trato al ciudadano.
 Creo que gran parte de la problemática relacionada con las evasiones, multas, faltas al reglamento, suceden porque la ciudadanía desconoce los reglamentos, ordenamientos y códigos básicos. Simplemente analice: recae más culpa y responsabilidad en el funcionario de la tesorería que expide una licencia de manejo en quince minutos a un ciudadano que lo solicita sin previo estudio de la vista; después sin  prueba elemental de las normas básicas de manejo y comportamiento ante los peatones; y desconocimiento de los ordenamientos que atañen a la autoridad. ¿Cuántos conductores conocen el reglamento de tránsito?
 El funcionamiento arbitrario de la expedición de una licencia de manejo suscita posteriores violaciones al tránsito, lo que significa multas y muchas veces accidentes con consecuencias irreparables.
 Por tanto, la ciudadanía más que recibir castigos y reprimendas de la autoridad lo que requiere son autoridades menos corrompibles, más transparentes y severas en cuanto a la expedición de permisos, concesiones y licencias. La autoridad debe conducir a la ciudadanía a la búsqueda de una preparación vial y cívica exigiendo compromisos respetados por ambas partes.
 En el asunto del alcohol, un grave problema en Monterrey y en todo el país, más que sancionar y amenazar con mega multas, la autoridad debe actuar bajo la sicología de la prevención establecer cursos, anuncios, volantes y una campaña de información en los medios para instruir a  la gente del peligro de conducir en estado de ebriedad. Es más, establecer una serie de alicientes como un descuento del 30% en el pago de la tenencia al conductor que en un año no haya tenido ningún problema con la autoridad. 
 Son con alicientes como verdaderamente mejoraremos las arcas de la administración pública, no revolviendo estrategias.
GALIMATÍAS
 A la Secretaría de Hacienda le sigue llegando tarde el mensaje de una política fiscal que incentive y no que castigue.
 El problema de una política fiscal restrictiva es que el titular de Hacienda se convierte en un inquisidor y a pesar de la persecución nuevamente las cifras demuestran que el camino no va por allí.
 En este sexenio, el papel de “gran inquisidor fiscal” lo ocupó Francisco Gil Díaz, renglón aparte anoto que a pesar de ello no se alivió la evasión fiscal en el sexenio del presidente Vicente Fox.
 Mucha gente siguió sin ponerse al día y Hacienda está convertida en una de las dependencias con mayores demandas, querellas, reclamaciones, quejas y amparos.
 ¿Qué significa? Un lastre para la administración pública central, una pérdida de tiempo, un desperdicio de recursos y una recuperación de la morosidad estéril.
 Lo más loable en la parte fiscal, con la reforma que viene en la Cámara de Diputados, es repito, pasar de una política fiscal restrictiva, inquisitoria, a otra con sicología aplicada al ánimo de los mexicanos buscando la cordura, la conciliación, el premiar a la ciudadanía que decida regularizarse.
 Hace muchos años que la administración pública vive una revolución interna, cambiando en el mundo los viejos esquemas, desechando un funcionamiento inoperante, burocrático y costoso. Me parece que es tiempo que las tesorerías locales le enseñen a la Secretaría de Hacienda lo bueno de la flexibildad.

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